¿Que tiene en común Antonio Berni, Jorge Luis Borges, Leonardo Favio, Alejandra Pizarnik, Ricardo Piglia, Josefina Robirosa, Martín Kohan, Marta Minujin y Sara Facio? Todos ellos fueron beneficiarios de alguna beca, premio o estímulo del Fondo Nacional de las Artes, que el gobierno de Javier Milei ahora pretende eliminar.

El organismo, que en la actualidad depende del Ministerio de Cultura, fue creado el 3 de febrero de 1958 mediante el decreto ley 1224/58 firmado por el dictador Pedro Eugenio Aramaburu, quien encabezó el gobierno tras el derrocamiento de Juan Domingo Perón.

Y pese a su origen durante un gobierno ilegitimo, las sucesivas administraciones lo mantuvieron en funcionamiento porque se trataba de una buena idea que luego inclusive fue imitada por otros países y organismos internacionales.

“Desde su inició fue una institución precursora y un ejemplo a seguir en el mundo. Recién en 1965 se crea un organismo similar, el National Endowment of the Arts en Estados Unidos, que fue seguido por el Fondo Internacional para la Promoción de la Cultura de la Unesco, en 1974, y la Fundación Nacional de Arte de Brasil (FUNARTE), en 1976, entre otros”, recuerda una nota en la web del organismo

El primero artista en recibir un préstamo fue el escultor Libero Badii, que en 1958 pudo viajar a Europa para estudiar. Lo mismo sucedió con Marta Minujin, que a los 16 años, en 1961, recibió una beca para perfeccionarse en Paris. En 1959, la escritora Alejandra Pizarnik recibió un préstamo para cursar en La Sorbona y, en 1963, la talentosa Sara Facio adquirió su primera cámara fotográfica con un préstamo del Fondo.

La decisión del Gobierno de Milei de cerrar el Fondo generó un repudio generalizado. Hasta el diario La Nación, que no deja de aplaudir al libertario, se lamentó en una nota sobre el eventua cierre y recuerda que Victoria Ocampo fue una sus directoras.

¿Qué hubiese sido yo en mis comienzos sin esos préstamos que me permitieron llegar a París, recorrer los grandes museos y aprender mirando? Es tremendo que lo cierren. Es serruchar la cultura. Y este país tiene que vivir de la cultura. Que no lo cierren”, se lamentó Minujin, este jueves en una publicación en Instagram.

"Simbólicamente me parece una cosa bastante grave porque es un organismo histórico, autárquico, que dio a conocer y ayudó a muchísima gente importantísima de la cultura argentina. Cuando una tradición es buena, romperla es grave. El poco tiempo que estuve ahí se trabajó con muchísima eficiencia, por muy poco dinero y con muy buena voluntad", dijo a su vez la escritora Mariana Enriquez.

"Me parece un cierre simbólico que tampoco llego a entender bien. Me parece mal, pero se sabe que a mí me parecen mal bastante cosas desde antes. Sin embargo, hay algo de sorpresa generalizada en el campo de la cultura y a mí no me no me sorprende en lo más mínimo. Me parece que está dentro de los lineamientos que venía anunciando el presidente. Sería una lástima que no se revierta la decisión", agregó.

 "El gasto público no es ningún argumento porque el FNA genera presupuesto propio, a través de un mecanismo virtuoso como es el Dominio Público Pagante, que existe también en Brasil y es reconocido a nivel mundial. Y tiene una estructura pequeña, de poco más de cien empleados", explicó la escritora Florencia Abbate.