En la actualidad, son comunes columnas o noticias sobre SpaceX, OneWeb, Blue Origins o Planetary Resources. Ellos son la cara visible de nuevos y profundos desafíos para la humanidad. Desde el año 2019 comenzamos a asistir al lanzamiento de las primeras mega constelaciones satelitales.

La Unión Internacional de Telecomunicaciones estimó que cerca de 100.000 de estos pequeños satélites serán puestos en órbitas bajas (que se encuentran en un área que se extiende hasta unos 2.000 km de altura desde la tierra) durante los próximos años.
Lloyd Wood define a las mega constelaciones como una serie de satélites afines en cuanto a tipo y función, diseñados para estar en órbitas similares y complementarias para un propósito compartido bajo un mismo control.

Son utilizadas para telefonía, internet, navegación, GPS, entre otras funciones que forman parte de la vida cotidiana de una sociedad. Esta definición técnica nos da una idea de lo que son, pero ¿nos da una idea de los efectos colaterales que pueden causar? 

Cuando SpaceX puso en órbita sus 60 satélites Starlink, se observó el impacto que estas constelaciones pueden tener en la visibilidad del cielo nocturno como consecuencia de la emisión de luz artificial durante la noche. Si bien no se percibe por el ojo humano, tiene una incidencia en las observaciones astronómicas debido a la luminosidad emitida y reflejada por los satélites. Rafael Moro Aguilar, jurista español, nos relata que la Unión Astronómica Internacional declaró que “todavía no conocemos el impacto que tienen miles de estos satélites visibles por todo el cielo nocturno (...) estas constelaciones de satélites pueden ser una amenaza al cielo oscuro y libre de interferencias radioeléctrica”.

Para considerar los efectos que puede producir la contaminación lumínica, en el año 2007 se realizó la Conferencia Internacional en Defensa de la Calidad de Cielo Nocturno y el Derecho a Observar las Estrellas en La Palma, Islas Canarias de España, y se contó con la participación de la UNESCO, la Organización Mundial de Turismo, la Unión Internacional de Astronáutica, y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, entre otros organismos internacionales.

En este marco, se adoptó la Declaración sobre la Defensa del Cielo Nocturno y el Derecho a la Luz de las Estrellas. El primer principio y objetivo declara: “1. El derecho a un cielo nocturno no contaminado que permita disfrutar de la contemplación del firmamento, debe considerarse como un derecho inalienable de la humanidad, equiparable al resto de los derechos ambientales, sociales y culturales, atendiendo a su incidencia en el desarrollo de todos los pueblos y a su repercusión en la conservación de la diversidad biológica”.

En la actualidad el tema se encuentra en la agenda de la Comisión para Usos Pacíficos del Espacio Ultraterrestre, que depende de Asamblea General de la ONU. Debido a la importancia que estas constelaciones de satélites tienen para la sociedad, estimo que la regulación jurídica debe hacerse teniendo en cuenta los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, ya que permiten proteger el ambiente y asegurar la prosperidad de la sociedad. 

Progreso y desarrollo pueden ir unidos a grandes perjuicios (un ejemplo de esto fue la energía nuclear). Los misterios que nos plantearon a través de los siglos las grandes revoluciones se develaron solo con el paso del tiempo. Se debe insistir en que el desarrollo y la evolución vayan acompañados de la protección del bienestar general para toda la humanidad, atendiendo a sus necesidades como habitantes de un planeta más sano, y que podamos pensar que el día seguirá siendo día y la noche seguirá siendo noche.