Hace poco más de un año conocíamos los postulados de la economía que propuso Alberto Fernández. Como advertimos en aquel momento (ver Informe Mensual de LCG Nº 127 de septiembre 2019) en “Sábanas cortas y promesas de grandes frazadas. Los pilares de Fernández bajo la lupa los nombramos como un mar de inconsistencias. A un año, parece que la identidad de ese frente, que aún no gobernaba, se evaporó por completo. Y esto es, en alguna medida, independiente de la pandemia.

Plutarco nos contaba la historia de Teseo, quien al regreso en barco de Atenas iba reemplazando piezas del mismo hasta el punto en que el barco en el cual viajaba originalmente había sido modificado por completo. Muchos filósofos se preguntan aún si seguía siendo el barco de Teseo. Esta paradoja nunca quedó resuelta.

Los pilares con los que empezó a navegar la Presidencia Fernández eran: 1) superávit fiscal 2) Dólar competitivo 3) Baja inflación 4) Acumulación de RRII 5) Desendeudamiento 6) Plata en el bolsillo de la gente.

Cada una de esas piezas parece haber sido reemplazada. El déficit incluso sacando el gasto y baja de recaudación provocado por la pandemia creció y vamos a una lenta convergencia al parecer apenas al equilibrio. El dólar si fuera competitivo no conviviría con una brecha del 90% y un déficit de la cuenta corriente cambiaria (¿acaso no es esa una definición de competitivo?). La inflación está recrudeciendo a niveles anualizados por encima del 50%. Se pierden reservas en forma constante: en lo que va del mes ya van más de USD 1.100 M a pesar de las restricciones (en el año se fueron USD 6.100 M). El país tiene USD 10.000 M más de deuda y la economía no caería 12% con una recuperación de apenas 5% para el 2021 si se pondría plata en el bolsillo de la gente en forma ordenada (sin generar desequilibrios fiscales y externos).

Los pilares de A. Fernández parecen haberse reemplazado por completo. ¿Queda algo de ese plan? ¿Hay un problema identitario o simplemente fuimos engañados? Preferimos pensar que fueron las dificultades de gobernar una coyuntura difícil, no sólo por la pandemia.

T. Hobbes se preguntó acerca del relato de Teseo qué sucedería si alguien hubiese acumulado las viejas maderas y hubiese construido un nuevo barco. ¿Tendríamos dos barcos de Teseo? Aquí los pilares no se tiraron al mar, sino que siguen como reclamos latentes. A poco más de un mes de empezar un nuevo año cabe preguntarse en qué barco querrá navegar A. Fernández sus próximos años. Aún existen las dos balsas, la de las promesas y sobre la que navegamos el 2020.

La duda está, sacar el IFE es ir en contra de poner plata en el bolsillo, subir tarifas implica abandonar la desinflación pero necesaria para no empeorar el frente fiscal, el tema cambiario no parece resolverse y se piensa aún que estamos en un tipo de cambio competitivo pero al mismo tiempo el Ministro insiste en mantener el superávit comercial de bienes. La coyuntura no pudo haber embarrado más la cuestión, recuperar la discusión será difícil y la agenda la impondrán los hechos.

¿Cómo se transitará el periplo de los próximos años, en los principios enumerados hace un año por A. Fernández o en el que transitamos el 2020?. La nueva normalidad parece haber dejado atrás el discurso moderado de aquel momento cuando triunfó el oficialismo en las PASO. Aún creemos que hay margen para retomar al menos algunos puntos de esos pilares que no eran más que consensos básicos, muy difíciles de cumplir.

El Ministro dio señales pero no convencen al mercado, el Presidente deberá determinar la dirección en un país presidencialista como el nuestro. Sería penoso que tengamos que recurrir a un veedor como el FMI para ratificar un rumbo de una política económica orientada a recuperar la sustentabilidad de las cuentas públicas y como garante de un plan anti inflacionario.