Una reconstrucción cinematográfica de lo que sucedió ese 8 de diciembre de 2017 fue quizás uno de los puntos más bajos que tuvo el expediente contra el policía Luis Chocobar, convertido en figura, doctrina y héroe nacional por dispararle por la espalda a Juan Pablo Kukoc, un joven que había asaltado y apuñalado a un turista minutos antes.

El debate se realizó ante un Tribunal de Menores pues el otro joven que asaltó al turista estadounidense era, en ese momento, menor de 18 años. El fuero de Menores se ocupa de aquellas causas que involucran a adolescentes de 16 y 17 años y tiene sus propias reglas especiales: una de ellas es que los debates son reservados, a diferencia de los juicios orales y públicos que se realizan en el resto de los expedientes penales. 

Lejos de considerar esta circunstancia como un obstáculo, la defensa del policía armó su propio juicio. Las declaraciones en los medios, los tweets, la información en off: todo fue enroscándose prolijamente. Cualquiera que escuchara unos segundos apenas de la declaración del abogado de Chocobar, Fernando Soto, termina convencido de su inocencia. Soto no estuvo solo: el operativo que convirtió al policía en un ícono de la seguridad lo inició Patricia Bullrich durante su gestión en el Ministerio de Seguridad. 

Lo que el policía contó sobre cómo fueron los hechos varió a lo largo de la causa. “Contradicciones” dijeron directamente los jueces en los fundamentos de la condena a dos años de prisión que se conocieron esta semana. Chocobar dijo que vio la agresión que sufrió Frank Joseph Wolek, que gritó “¡alto, policía!” y que eso fue lo que hizo que los dos ladrones escaparan. Tras esa escena, el efectivo persiguió a Kukoc unas dos cuadras. Antes, había llamado al 911 y había alertado de la situación. Al llegar a la calle Irala hizo algunos disparos “intimidatorios”.

Después, cuando estaba más cerca, sintió que el adolescente quería atacarlo, así que eso lo llevó a disparar nuevamente, cuando ya estaba otra vez en plena persecución. Kukoc recibió dos balazos: uno que le impactó de rebote en la región lumbar y otro, de la última tanda que realizó el policía, en su pierna izquierda, lo que le produjo una fractura multifragmentaria del fémur que lo derrumbó en el suelo. Chocobar ni siquiera se acercó al joven en ese momento. Segundos después, otros policías se hicieron cargo de la situación.

El relato defensista, sin embargo, tuvo falencias. La primera fue que Chocobar nunca vio a Wolek. No lo auxilió ni fue él quién frenó el ataque que sufrió por parte de los atacantes. Estaba en ese momento a casi 100 metros de la situación. La otra pauta que tomaron los jueces para afirmar esto es que los adolescentes corrieron hacia el lugar en que estaba Chocobar. ¿Por qué huirían hacia donde estaba el policía? 

“El accionar de Chocobar en las próximas secuencias no estuvo directamente influenciado o motivado por la visión del agonizante Wolek, a quien no se acercó a auxiliar ni interrogó sobre los detalles de lo ocurrido”, remarcó el juez Fernando Pisano. “Su elogiable respuesta al tomar conocimiento de la existencia de un herido por ilícito cuando se dirigía a tomar servicio en otra jurisdicción fue la de iniciar voluntariamente la persecución de los sospechosos dando aviso al 911”, reconoció el magistrado. Llamada si, heroísmo no.

Aquí entraron en escena tres testigos claves: tres hombres que persiguieron en moto y a pie a Kukoc y al otro joven. A Kukoc lo alcanzaron sobre la calle Irala. Lo golpearon y recuperaron la cámara robada a Wolek. Chocobar llegó a la escena cuando la golpiza ya había terminado y todos estaban dispersándose. 

No hubo entonces “disparos intimidatorios” ni tampoco un Kukoc intentando “dar pinchazos como queriendo apuñalar” como relató el policía. Los tres jóvenes que recuperaron la cámara hasta dijeron que el adolescente no se resistió demasiado a la golpiza. Por la posición de los casquillos encontrados, Chocobar realizó tres disparos cuando los jóvenes ya estaban yéndose y él estaba nuevamente en persecución.

Los otros cuatro disparos se dieron cuando Kukoc ya estaba a una distancia considerable, más cerca de la calle Suárez. “No se advierte durante este trance que Kukoc pudiera haber representado amenaza actual o inminencia de peligro para el policía Chocobar o terceros, toda vez que éste se hallaba apostado con su pistola en la mano a conveniente distancia de quien huía dándole la espalda y con amplio campo visual de la situación. Es más, de haber existido riesgo para la seguridad de terceros lo aportó Chocobar al disparar en plena vía pública a un blanco móvil muy distanciado de su posición”, marcó el juez al respecto de ese último tramo. En los videos que hay en la causa se ve a varias personas que podrían haber sido víctimas involuntarias de los disparos. 

“Me resulta del todo contradictorio que en ese claro contexto de franca fuga a la carrera, Chocobar pudiera haber interpretado que Kukoc iba a atacarlo presentándole la espalda”, marcó el juez. Disparar por la espalda ante una fuga solo puede ser considerado como un último recurso, al contrario de lo que intentó construir no solo la defensa sino un sector político y de seguridad. 

La condena a Chocobar no es una victoria, sino una serie de derrotas concatenadas. Junto al policía fue condenado también el otro joven, que si bien escapó esa mañana fue hallado después por los que siguieron el caso. No hubo impunidad para él como aseguraron en más de una ocasión aquellos que defendieron el accionar del policía como si las únicas opciones fueran la muerte o la fuga para siempre.

Los jueces fueron al punto: lo que influyó en la muerte de Kukoc fue la “deficiente preparación profesional e imprudencia” con las que actuó Chocobar durante toda la secuencia crítica. La discusión siempre vuelve al mismo punto: ¿qué preparación es la que reciben las personas que se instruyen dentro de las distintas fuerzas de seguridad? Las políticas públicas sobre la temática son utilizadas siempre como parte de un debate de sordos donde nadie propone algo que no sea aumentar las penas o argumentar por qué hacer eso no tiene sentido. 

¿Fue la situación de Chocobar el fallo ejemplificador que se buscaba desde ciertos sectores? Al salir de Comodoro Py, el abogado Soto (que trabajó junto a Luis Cevasco, ex fiscal de la Ciudad de Buenos Aires) dijo que los jueces quisieron quedar bien “con Dios y con el diablo” y que por eso no absolvieron al policía. 

Tres meses después, los magistrados le respondieron y le aseguraron que tenían la “suficiente valentía para adoptar, fundar y sostener la decisión” que tomaron. “Con plena independencia de la intencionada orquestación de juicios mediáticos paralelos que merced a un inadecuado uso del derecho a comunicar, buscan convencer a la opinión pública ocultando o sesgando extremos fácticos acreditados con total certeza en la causa y fuera de toda duda interpretativa”, cerraron.