La crisis vigente está poniendo a prueba la capacidad del oficialismo de lograr resolver una de las etapas más trágicas que transita el país. En Chile, el Presidente de la Nación sostuvo que “si ante los mismos problemas se ensayan siempre las mismas respuestas, también los resultados serán siempre los mismos”. 

Estamos transitando un periodo en donde el sentimiento que aflora en gran parte de la ciudadanía es el miedo. Miedo a ser víctima de un acto de inseguridad, miedo de perder el empleo, miedo a no poder conseguir uno, de tener la capacidad de pagar el alquiler de una vivienda o la cuota del colegio de los hijos. Ese miedo de no poder afrontar los gastos mínimos de la clase media, y de “caer” a un mundo desconocido. Con este sentimiento repleto de temores y pesimismo se encara un nuevo proceso electoral y la pregunta que aflora es saber si la dirigencia realmente está interpretando el sentir de la ciudadanía o si continúa en su propio mundo endogámico tratando de resolver los mismos problemas con las mismas herramientas. 

Ante los enormes desafíos que se avecinan, encontramos a las dos principales coaliciones políticas subsumidas en sus propias dificultades y problemas internos. El oficialismo tiene por delante desafíos que generan incertidumbre: las idas y vueltas vinculadas con la vacuna y la lucha contra la inflación. Con la vacunación se generaron expectativas irreales y se mostraron compromisos que son sumamente difíciles de cumplir. La mala praxis de funcionarios hizo que el Presidente se comprometiera a respetar tiempos imposibles de ser cumplidos. Esperando que no sigan por el camino transitado, logren mejorar la comunicación y la gestión para poder llevar a la práctica acuerdos que permitan la mayor cantidad de vacunas en el menor tiempo posible.

Lo ocurrido en Chile es un buen ejemplo de política realista, que rápidamente va logrando una vacunación récord en América Latina. El otro gran desafío de cara octubre es el precio de la carne, el pan y los alimentos en general. La inflación, como casi siempre en nuestro país, le gana por goleada a los ingresos cada vez más magros de los argentinos. Aquí es donde el gobierno debe convencer y transmitir que hay un futuro mejor y que se logrará mejorar la calidad de vida. Su rol es derrotar el pesimismo que emana una sociedad descreída. 

Tal vez el mayor valor oficialismo radica en la debilidad de la coalición opositora que no logra hilvanar un discurso cercano, previsible y creíble en el conurbano bonaerense. Con la excepción de los distritos en donde JxC gobierna, son claras las dificultades que tiene el espacio para lograr llegar al electorado usando los mismos discursos y las mismas acciones políticas. Sin sobrarle demasiado, con múltiples errores de gestión y sin un rumbo claro, el Frente de Todos sigue liderando las mayoría de los territorios del Gran Buenos Aires, que representan el 25% del padrón nacional. El desafío opositor es lograr un discurso que llegue a esos millones que se sienten marginados de una realidad que los aleja del futuro y no terminan de vislumbrar en ningún espacio alguien que pueda interpretar sus angustias y preocupaciones.

No es una elección más. Es el futuro y la esperanza lo que se elige en Octubre (o en Noviembre). 

Bonus Track: Fuera de las dos grandes coaliciones, el resto de la dirigencia, tanto por derecha como por izquierda, siguen inmersos en sus propios egos y se alejan cada vez más de la posibilidad de generar alianzas o frentes que les permitan ser alternativas verdaderamente competitivas.