Los desequilibrios macroeconómicos vienen hace varios años y nunca lograron corregirse. Sin embargo, luego de las medidas adoptadas el 15 de septiembre en la dirección de profundizar el cepo cambiario, parecieran haber profundizado la crisis de confianza y las medidas posteriores no la han solucionado. Difícilmente lo logren las nuevas medidas anunciadas por Guzmán que, si bien en el corto plazo pueden dar un respiro, no son una solución en el mediano y largo plazo.

Una manera de monitorear “la confianza” es ir siguiendo la relación entre la base monetaria o el M2 privado (incluye billetes y monedas, cheques cancelatorios, cuenta corriente y caja de ahorro) con respecto al dólar contado con liquidación. Observando el gráfico, podemos apreciar una clara correlación entre la evolución del M2 privado y el dólar paralelo legal. Hay dos fechas claves a resaltar.

La primera es el 11 de junio, cuando trasciende la noticia de que el ministro Guzmán mejoraría la oferta a los bonistas privados. A partir de entonces se gana algo de confianza que se ve reflejado en una caída del dólar contado con liquidación. Sin embargo, al poco tiempo volvió a retomar su camino alcista. La segunda fecha, más importante aún, es el 15 de septiembre cuando el BCRA decide tomar medidas para profundizar el cepo. A partir de entonces, la confianza se termina de quebrar y la reacción de los dólares paralelos deja de tener “lógica económica”. Es que hasta el 15 de septiembre la correlación era clara y la conclusión era certera: el excedente de pesos es utilizado para la compra de dólares porque el peso pierde valor. A partir del 15 de septiembre, el componente político también comenzó a pesar fuerte y la escalada de los dólares paralelos continuó ocurriendo, a pesar de que la cantidad de pesos no acompañaban la suba.

(Fuente: Datos propios en base a BCRA)

Si la crisis es de confianza, urge más que nunca recuperarla y para eso, el gobierno deberá ingresar en aguas que no le agradan: elaborar plan económico con reformas estructurales. La oportunidad para hacerlo existe ya que hay negociaciones vigentes con el FMI. No obstante, hasta el momento, no pareciera ser una opción para el gobierno actual, especialmente para el ala kirchnerista dura.

En este marco, y en línea con la crisis de confianza, el indicador de Confianza en el Gobierno elaborado por la UTDT comienza a acercarse a niveles críticos. En octubre, este indicador se ubicó en el nivel de 1,99. Un nivel por debajo de 2 comienza a ser terreno de crisis. De continuar en este rumbo, la probabilidad de que la crisis económica se agrave aumenta considerablemente en el corto plazo.

Lo peor de todo es que las crisis cambiarias son historias repetidas en Argentina. Estuvo el episodio de 1975-76, también hubo brechas altas a mediados de los ochenta. Por otro lado, en 2013 y 2015 las brechas retornaron y hubo fuerte merma de reservas internacionales y devaluaciones.

Más allá de las particularidades de cada caso, básicamente las crisis cambiaras se caracterizan por tener ciertas particularidades. En primer lugar, brechas cambiarias crecientes que dificultan la estabilidad macroeconómica. Por otro lado, en caso de que haya disponibles reservas internacionales netas, éstas empiezan a mermar. Finalmente, tarde o temprano y como siempre ha ocurrido en Argentina, llega la corrección del tipo de cambio nominal oficial. Es decir, la historia nos muestra que el dólar oficial sube y no que los paralelos bajan, más allá de que podrían reducirse circunstancialmente.

Teniendo en cuenta esto, la situación actual de Argentina es delicada. Recordemos, la brecha cambiaria que debe preocupar si es alta, se encuentra en máximos (más allá de bajas circunstanciales) y el nivel de reservas internacionales que debe preocupar si es bajo se encuentra en mínimos. Se equivoca el gobierno si cree que la solución pasa por adoptar “parches económicos”. El problema es mucho más profundo y de raíz. La crisis de confianza también es política.