La política monetaria desde que se aplica hasta que tiene impacto en la economía real tarda aproximadamente entre 3 y 6 meses. Esto es lo que los economistas denominan “lag” que en español sería un desfasaje entre que la medida económica tomada y cuando esta comienza a tener efecto y es percibida por la sociedad.

Muchos sostenían a principios del año pasado que a pesar de haberse incrementado fuertemente la emisión monetaria, habían “derrotado” a la inflación puesto que esta, respondía a otro tipo de factores o múltiples factores de los cuales la emisión monetaria era sólo uno. Otros, más ortodoxos, sostienen que la inflación es un fenómeno monetario en todo momento y lugar, y esos otros factores, que pueden afectar la demanda de dinero sólo tienen un impacto temporal. El “lag” puede variar, pero a la larga o a la corta, el incremento desmedido de la cantidad de dinero, sostienen, generará inflación.   

Si analizamos los datos publicados hoy por el Indec, podemos ver claramente que durante el primer semestre de 2020 la inflación en Argentina, se mantuvo a raya (para nuestros estándares) e inclusive podría decirse que se desaceleró. Pasando del 2% y 3% respectivamente en Febrero y Marzo al 1.5% en Abril y Mayo. Esto, a pesar de que el incremento de la cantidad de dinero (base monetaria) más las LELICs (bonos emitidos por el Banco Central que a su vencimiento pueden potencialmente transformarse en dinero sin no son renovados), durante el primer semestre creció al 137% en términos anualizados. Sin tener en cuenta el antedicho “lag”, podríamos caer en el error de afirmar que el aumento en la cantidad de dinero no genera inflación. Ahora bien, el cierre total por la pandemia en Marzo 2020, llevó a una fuerte freno en la economía, y la caída de la demanda frenó, al menos temporalmente, el aumento de precios. Dicho de otra forma, extendió el “lag”.

Fuente: Indec

Si miramos detenidamente cómo ha sido la evolución de los acontecimientos, podemos ver que la caída en la inflación del primer semestre de 2020 más tiene que ver con la reducción de la emisión monetaria de fines de 2019, más el cierre económico de la pandemia que prolongó el “lag” con el cual estas políticas impactan en la economía. En el último cuatrimestre de 2019 el Banco Central se había propuesto tener una emisión cero y lo cumplió con creces, inclusive la base más el stock de LELICs se habían reducido en 8%.

Enero 2021 marca ahora el segundo mes consecutivo de 4% de inflación. Y algunos están preocupados porque se cae el castillo de naipes del modelo que emite sin inflación mientras los otros dicen que era esperable. Queda claro, que la aceleración de la inflación que vive hoy Argentina responde al aumento de la base monetaria y el stock de LELICs durante el período de cerramiento por la pandemia. Las consecuencias comienzan a sentirse ahora ya que se está recuperando la demanda, aunque nada tiene que ver con la actual tasa de crecimiento de los pesos. Sino con la que ocurrió durante la pandemia a una increíble velocidad del 100% anualizado. Es interesante ver que el Central desde septiembre del 2020 ha cambiado la dinámica de crecimiento de la base más el stock de LELIQs bajándolo al 7.71% anualizado. Sostenerlo en el tiempo será una difícil tarea en un Estado que gasta por sobre sus posibilidades, pero además es un defaulteador serial.

Dicho esto, salvo un cambio drástico de políticas, que no parece avizorarse en el futuro cercano, Argentina seguirá teniendo inflación elevada. Probablemente del 50% en 2021, ya que aún debemos “absorber” vía precios el aumento feroz de la base monetaria del 2020. Y ello llevará un tiempo o mejor dicho “un lag”. Pero, por lo pronto, es interesante ver que por ahora ante los primeros signos de recuperación económica el Central, prudente, ha tomado nota y cambió la tasa de incremento de la cantidad de pesos. Esto da la esperanza de que, un lag más allá, quizás podamos dejar atrás la pandemia y volver a un programa de crecimiento y desinflación.