Hace muy pocos días volví a recordar esta frase de Peter Drucker, la cual es realmente muy acertada. Al analizarla, notamos que está estrechamente relacionada con la función de la auditoría interna, la gestión de riesgos y cómo lograr que sea realmente valorada y efectiva en las organizaciones. 

Cuando hablamos de cultura, básicamente, estamos hablando de un aspecto relacionado con los sentimientos; y si nos referimos a la estrategia, lo relacionamos más bien con la razón. Ahora, ¿cuál de estos conceptos prevalece? Ciertamente, podemos detectarlo perfectamente en las decisiones y en el propio comportamiento de los humanos. Somos seres en los cuales priman las emociones antes que la razón.  De hecho, muchas de nuestras decisiones son tomadas por el pensamiento emocional, el cual desplaza al racional. Si estamos en peligro primero corremos y luego pensamos ¿por qué lo hacemos?. Bueno, lo mismo sucede en las organizaciones. La cultura es el primer sentimiento que tiene una organización y detrás estará la estrategia.

Ahora, si analizamos el control interno, o bien el análisis de riesgos que debe existir en una organización, primero hablamos de una Cultura que los define. Y no es un tema menor, pues estamos reconociendo que en organizaciones donde esta definición es aplicable, existe un sentimiento más allá de lo racional. Este sentimiento hace que piensen en el control interno, la gestión de riesgos o la calidad mucho antes de establecer un plan sobre cómo llevarlo a cabo. Podemos decir, entonces, que estos aspectos están en el propio ADN de estas organizaciones.

Daré un ejemplo bien concreto. Yo siempre cruzo la calle por la senda peatonal, y aunque no pasen autos por la avenida, cruzaré de todas formas la calle por la senda peatonal. Es algo que surge desde mi interior y que no será quebrantado pese a que no exista consecuencia alguna por no realizarlo.

Ahora, trasladémoslo a una empresa y pensemos, a modo de ejemplo, en un esquema de control interno de una empresa alimenticia que debe realizar controles de calidad a sus Materias Primas. En este caso, el cliente exige los productos de forma urgente, por lo que la disyuntiva es no hacer el control de calidad o hacerlo no siguiendo los parámetros establecidos para poder cumplir con el pedido. 

Finalmente, la decisión fue que ninguna Materia Prima salía sin el control de calidad apropiado, aún si el cliente se perdía, pues estaba en el ADN de la empresa que la calidad es uno de los pilares fundamentales. Al final del día, no perdió el cliente, de hecho, fue comprensivo con respecto a esta situación. Como vemos, la dirección, sus empleados y toda su estructura estaban convencidos que esa era la única acción posible, sin dudarlo. ¡Esa es la cultura!

Llevémoslo al ámbito del control interno o bien de la gestión de riesgos, tal como mencionamos en un comienzo. Si detectamos que una empresa tiene este tipo de cultura, hablamos de que toda la organización está convencida que el único camino posible es pura y exclusivamente este. Luego, obviamente, vendrá la estrategia, que será como llevar a la práctica estos lineamientos y de la forma más eficiente posible.

Pero ¿qué sucede como organización cuando queremos establecer un enfoque de control interno o de riesgos? Cuando la organización no acompaña, ¿podremos establecer una estrategia apropiada?, creo que la respuesta la sabemos todos y es que no.  

Como el ejemplo que les comenté, la empresa cruzará la senda peatonal, pero a la menor posibilidad, o cuando no haya coches. La organización, para hacer las cosas más rápido, terminará cruzando por mitad de cuadra, por lo tanto, el esfuerzo por mantener una estrategia de control interno será descomunal. 

Es aquí donde el Gerente de Auditoría o bien el Gerente de Riesgos, quien además de ser un técnico y estratega deberá ser un evangelizador, deberá recurrir al universo de los sentimientos y demostrar que, por ejemplo, el control interno es el mejor camino: convencer a la gerencia y a todos los integrantes de la organización de su importancia. Ya desde ese convencimiento estaremos creando cultura, cultura que nos ayudará a que la estrategia sea más viable.

Por lo tanto, como Gerentes de Auditoría, Control Interno, Riesgos, Calidad, etc. tenemos el deber, como primera acción, de crear cultura, pasión y convencimiento hacia toda la organización de la importancia de lo que hacemos. Una vez realicemos esta tarea, recién ahí podremos empezar a construir las estrategias necesarias para su implementación.