Este 26 de mayo se cumplen diez años del asesinato del entonces líder de “Los Monos”, Claudio “el Pájaro” Cantero. 

Todo cambió a partir de entonces en la geografía física y existencial rosarina, la ex ciudad obrera. Hasta el año 2012 había 182 homicidios; en 2013, a partir de aquel fusilamiento que según la justicia nadie cometió porque no hubo condenados, se generaron 264 asesinatos, es decir 82 más. 

Desde aquella madrugada la sangre derramada nunca dejó menos de doscientas personas arrancadas antes de tiempo. En 2022, fueron nada menos que 288. 

De las cuatro bandas narcopoliciales denunciadas a principios de 2013, la ciudad presenta a mediados de 2023 no menos de cuarenta y las armas parecen haberse democratizado como una mancha de aceite.

Diez años después asoman impunidades por arriba a través del fenomenal proceso de lavado de dinero y por abajo: nuevas pandillas brutales, también narcopoliciales, cobardes hasta el punto de amenazar chicas y chicos que van a la escuela e idiotas útiles al servicio de los que acumulan el dinero manchada con esa sangre derramada de pibas y pibes de los barrios en los bancos, mutuales, mesas de dinero, cuevas, financieras y contabilidades triples de clubes de fútbol y empresas varias. 

El asesinato del “Pájaro” cortó en dos la historia regional. Por abajo y por arriba. De la mano del narcotráfico y su economía informal, la sociedad avanza hacia el miedo y el fascismo. Hay que enfrentar a las mafias de guante blanco y las de manos manchadas con sangre.