Fotos y videos acapararon la atención pública esta semana. A 20 días de las PASO llama la atención que se hable más de este tema que de otros. Quizás por lo simbólico y escandaloso de la situación, pero parece que tanto oficialismo como oposición quedaron enganchados en el tema de la reunión de Olivos.

En un país con más de 40% de pobreza, 50% de inflación, 90% de brecha cambiaria, desempleo en dos dígitos, esa zona de confort para hablar del video y no de la economía solo puede existir por la incomodidad que le genera a ambos espacios poner el foco en el tema económico. Hubo algún cruce entre Mauricio Macri y Alberto Fernández, del que también participó María Eugenia Vidal acerca de quién endeudó más al país. Una discusión casi infantil que poco les interesa a esas personas en situación de pobreza.

El gabinete económico se entusiasma con que la cosa navegue a este ritmo durante los próximos 3 meses. Una vara baja pero que permite poner a la economía en segundo plano gracias a la frivolidad de los intentos autoinflingidos para hacer caer la imagen presidencial.

Reapertura de paritarias junto con planes de venta en cuotas y atraso del tipo de cambio apuntan a una mini reactivación en el período septiembre-noviembre. Nada que pueda sostenerse en el tiempo. Un intento de ´borrar´ de la memoria de lo que fue la pandemia con un discurso de “ya pasamos el Covid” (que, de todas maneras, depende de la dinámica que imponga la expansión de la variante Delta) y un relanzamiento de la gestión antes de las PASO (hoy se convocó a la primera reunión de ministros en el año) buscan darle aire a la gestión del oficialismo. Es allí donde el Gobierno apuesta despertar un poco de entusiasmo. Quizás lo logre. El tema es que queda muy poco optimismo por vender y mucha angustia que compensar.

Quedará por ver el impacto electoral que terminen teniendo las imágenes y videos conocidos. Pero lo cierto es que pocos son los buenos resultados que el Gobierno puede mostrar en estos dos años de gestión. En todo caso, creemos que el voto ‘castigo’ que recibirá el oficialismo será más por los indicadores socioeconómicos que por las imágenes.

A medida que pasa el tiempo y se acerque 2022 se presentará la discusión del presupuesto y la presión social será más alta. Una economía que tiene que hacer una convergencia fiscal a partir de niveles de desigualdad y pobreza tan elevados puede enfrentarse a una alta conflictividad social. Las primeras señales se vieron esta semana con una masiva marcha de movimientos sociales no alineados al Gobierno.