El 25 de mayo de 2003, Néstor Kirchner amaneció en el mismo departamento del barrio de Recoleta frente al cual esta semana quisieron asesinar a su compañera de toda la vida. Esa mañana desayunó junto a su esposa y su hija, Florencia. Se probó el traje azul oscuro que utilizó para la jura y siguió por televisión las primeras imágenes de la ceremonia que lo tendría como protagonista central. Néstor era fresco, descontracturado y rompía el protocolo momento a momento. Tal es así que al recibir el bastón de mando en manos de Eduardo Duhalde, lo movió de un lado hacia otro como si la ceremonia fuera un juego. Cristina sonreía, y aplaudía, se trataba de una imagen de esperanza absoluta en medio de la crisis política y económica más grave de la historia del país.

En sus primeros minutos como Presidente, apenas bajó la explanada de la Casa de Gobierno rompió las normas de seguridad y enloqueció a los custodios, al acercarse a las vallas que lo separaban del público que intentaba saludarlo. En uno de esos intentos, se golpeó con la lente de la cámara de un fotógrafo y sufrió una herida en la frente que lo obligó a colocarse un apósito.

Ese misma tarde, el flamante Secretario General de la presidencia entendió que debía doblegar los esfuerzos de la Casa Militar a cargo de la seguridad de su amigo patagónico, tan poco afecto a cualquier protocolo. "Es inmanejable", le decían los militares responsables del dispositivo a Oscar Parrilli.

Recién un año y medio después -tras una sucesión de desperfectos en los aviones que debían transportar al Presidente y el episodio del extraño que saltó la pared de la quinta de Olivos y se paseó por el jardín- el funcionario logró convencerlo de convocar a un joven funcionario de la Unidad de Información Financiera (UIF), que se había desempeñado como viceministro de Seguridad de Juan Pablo Cafiero en la provincia de Buenos Aires.

En el mayor de los secretos, a principio de noviembre de 2004, el sociólogo Marcelo Saín pasó de la cartera de Justicia a la Jefatura de Gabinete con la misión de encargarse de uno de los temas más sensibles para el Gobierno: la seguridad del presidente. La tarea encomendada fue crear un nuevo cuerpo de elite inspirado en el servicio secreto de los Estados Unidos para proteger al primer mandatario en el lugar en que se encuentre.

A fines de diciembre, Sain le llevó el proyecto a Parrilli y en una reunión que mantuvieron en la Rosada, Néstor le dijo: "esto debe tener fuerza de ley para que prevalezca en el tiempo, lo pulimos en febrero, lo aprobamos en el Congreso y te ponés al frente". Dos meses después, estalló el escándalo de Southern Winds que obligó a disolver la Policía Aeronáutica (PAN) dependiente de la Fuerza Aérea y Kirchner le pidió al experto que se abocara a la creación de una nueva fuerza de seguridad. Meses después fue creada la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) cuyo primer director fue Sain y el proyecto de Servicio de Seguridad Presidencial (SSP) quedó en un cajón.

Nunca más se volvió a plantear seriamente la necesidad de reformar los dispositivos que protegen a los mandatarios de la Argentina. Hasta este jueves, cuando un atacante -en apariencia solitario- colocó el caño de una pistola Bersa .32 a menos de quince centímetros de la cabeza de Cristina Kirchner cuando llegaba a su departamento de Recoleta, en medio de una multitud que la aguardaba.

¿Quién debió cuidar a la vicepresidenta? 

El ataque contra CFK puso en evidencia graves fallas de los efectivos de la Policía Federal, que permitieron al agresor quedar en posición de tiro, a pocos centímetros de la vicepresidenta. El atacante nunca debió haber llegado tan cerca de su objetivo. Todo operativo de seguridad de un mandatario o jefe de Estado, consta de anillos o perímetros conformados por los distintos efectivos asignados a la custodia.

En el caso del ataque contra Cristina, esos perímetros no existieron. Solo hubo un cordón de efectivos de civil, que en lugar de vigilar el entorno para buscar alguna eventual amenaza, se dedicaban a mirar a la vicepresidenta, en actitud pasiva y solo para contener a los manifestantes. Ninguno de los custodios tuvo en cuenta la amenaza.

Para el ex titular de la Dirección Nacional de Investigación Criminal (DINICRIM) Patricio Furlong, "es imprescindible armar un servicio secreto que se haga cargo de la seguridad presidencial y que no dependa de ninguna fuerza de seguridad o militar". En diálogo con Data Clave, el experto aseguró que "en primer lugar, estuvo mal evaluado el riesgo, debió haber habido una avanzada que analizara el terreno, antes de dejarla regalada a la vicepresidenta".

El segundo grave error es que "cuando arriban a la escena, el anillo primario de cinco custodios, estaban claramente distraídos y no advirtieron la presencia de una amenaza". La tercer falencia fue tras producirse el atentado. "No reaccionó nadie, no la cubrieron, ni la protegieron, ni armaron el escudo humano consistente en el despliegue de maletines de kevlar y, al menos, dos de los guardaespaldas deben abrazarla para cubrirla", sostuvo.

El cuarto inconveniente queda a la vista cuando "no la extraen del lugar, la víctima permanece seis minutos después del ataque en la misma actitud desprotegida y le permiten que vuelva a su departamento, en vez de llevarla a un lugar seguro, como indica cualquier protocolo". Por último, "no sellan el perímetro (¿y si el atacante no estaba solo?), no se resguarda la escena del crimen, debieron haber revisado todo, no hicieron nada bien".

Otro especialista consultado por este portal -que tuvo a su cargo la seguridad de varios mandatarios extranjeros durante sus visitas a la Argentina- explicó que "los policías no tomaron la medida de establecer un espacio de contención y distancia entre la vicepresidenta y los manifestantes, especialmente tras el antecedente registrado dos días antes cuando un repartidor se acercó al grupo de simpatizantes de la vicepresidenta y amenazó con una llave francesa a los partidarios kirchneristas".

A criterio del ex funcionario, "nunca se puede permitir que la gente toque al objetivo, que deber ser el primero a proteger, el segundo es el chofer del vehículo que lo traslada, porque es quien te debe garantizar la extracción inmediata". El experto resaltó que "en cualquier circunstancia, la amenaza debió haber sido eliminada de manera automática ni bien se detecta su presencia y, en este caso, terminó siendo reducido gracias al accionar de un grupo de militantes".

Desempeño deficiente y riesgoso

Tras la represión a los militantes por parte de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires el fin de semana pasado, y luego de una semana de fuerte controversia entre el gobierno nacional y Horacio Rodríguez Larreta, se acordó que la Policía Federal quedó a cargo de controlar la circulación y concentración de militantes en Recoleta, especialmente en los momentos más críticos: la salida y llegada de Cristina para cumplir sus funciones como presidenta del Senado.

A pesar del aumento de los efectivos de la Policía Federal en el departamento donde vive Cristina, el agresor se acercó a centímetros de su objetivo. Por orden del ministro Aníbal Fernández, la División Custodia Vicepresidencial que depende del jefe de la Policía Federal, sumo veinte efectivos para reforzar la custodia. El responsable de esta unidad es el comisario inspector Diego Carbone, retirado de la Policía Federal, quien supervisaba todos los movimientos de su objetivo.

Carbone mantiene un vínculo muy estrecho con la familia de la vicepresidenta, ya que se ha desempeñado como custodio personal de Cristina desde hace muchos años. La sociedad Kirchner/Carbone se traslada a los tiempos de Néstor en la Casa Rosada. Durante las elecciones del 2019, cuando Cristina volvió al poder junto a Alberto Fernández, la entonces ministra de Seguridad, Sabina Frederic, creó una división especial de la Policía Federal, encabezada por Carbone, que actualmente se desempeña como Jefe del Departamento de Seguridad Vicepresidencial.

El oficial se convirtió en campeón de kickboxing durante el 2021, tras participar de las finales del torneo mundial de artes marciales en Brasil, asistiendo en representación de la World Kickboxing Network Argentina (WKN), una organización ideada por el fallecido Jorge “Acero” Cali. Además, mantiene un vínculo muy cercano con Rafael Di Zeo, uno de los jefes de La 12, con quien ha compartido diversas actividades sociales. Carbone fue visto con militantes kirchneristas después de que el gobierno de la Ciudad dio la orden de retirar las vallas que rodearon por casi medio día el domicilio de su jefa.

Este viernes, los veinte custodios asignados a la seguridad de la vice declararon ante la jueza María Eugenia Capuchetti. También declararon los militantes que lograron detener al agresor inmediatamente y evitaron que se fugara tras gatillar en la cabeza de Cristina. También declararon los militantes que lograron detener al agresor inmediatamente y evitaron que se fugara tras gatillar en la cabeza de Cristina. 

Luego de prestar declaración, Javier habló con la prensa en los tribunales de Comodoro Py y precisó que, al momento del ataque, él y otros compañeros realizaban el cordón humano para que la presidenta del Senado pudiera ingresar a su casa, ubicada en Juncal y Uruguay. “Yo estaba siendo parte del cordón. Cuando le digo a Cristina que la amaba y viene hacia mi, ella me acaricia y veo por la altura de arriba de mi hombro que se asoma un brazo con un arma”, declaró. Al percatarse de la situación, Javier se dio vuelta y agarró al agresor. 

“Lo agarramos entre varias personas. Lo detenemos y le empezamos a decir ‘vos tenías un arma, vos tenías un arma’, y él decía que no. Lo tanteamos un poco y se le cae el arma”, aseguró el testigo al dar su versión de los hechos. “Parte de los organizadores se lo llevan apenas ven que cae el arma. Un hombre pisa el arma y la tiene a resguardo. Otros muchachos de la organización se lo llevan y lo entregan a la policía”, explicó.

¿Nadie se preguntó por qué habiendo un cuerpo de profesionales rodeando a la funcionaria para cuidarla de cualquier peligro, fueron un puñado de jóvenes camporistas los encargados de reducir al atacante y entregárselo a las autoridades?

La falta de coordinación y las denuncias

El titular de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Agustín Rossi, confirmó a Data Clave Radio que no realizaron relevamientos a través de redes sociales sobre los eventuales peligros y amenazas de potenciales agresores como Fernando Andrés Sabag Montiel. "Nunca tuvimos bajo el radar a este hombre que le dicen brasileño, pero llegó a la Argentina cuando tenía cinco años. Es tan 'argento' como nosotros", afirmó el funcionario.

Rossi indicó que no conoce en profundidad cómo funciona el despliegue para custodiar a Kirchner, pero sostuvo que "es apresurado culpar al operativo de seguridad en torno a la vicepresidenta". El agresor tenía una importante actividad en redes sociales y contaba con un antecedente por portación de arma blanca del 17 de marzo de 2021.

En las últimas horas, dos denuncias judiciales fueron presentadas vía electrónica en relación a las fallas en la seguridad del operativo. En la primera, los denunciados son el ministro del Interior, Eduardo "Wado" De Pedro; al de seguridad, Aníbal Fernández, y al Jefe de custodios de CFK, Diego Carbone. La otra presentación fue efectuada por el abogado Daniel Igolnikov y no identifica a funcionario alguno sino que pide que se investigue el trasfondo de lo sucedido y "la responsabilidad de la escolta de la vicepresidenta durante el frustrado magnicidio sucedido ayer".

La denuncia, ingresada a través del sistema informático Lex 100 –con el que se maneja el la Justicia Federal- sostiene que los denunciados incurrieron en los siguientes delitos: Violación a los deberes de funcionario público y omisión al deber de seguridad. El próximo lunes se sortearán los juzgados donde recaerán ambas presentaciones.