De toda historia siempre hay diferentes versiones, sobre todo si los protagonistas quedan lastimados por la forma en la que se resuelve el conflicto. Y la renuncia de Martín Guzmán es uno de esos relatos que tiene tantos guiones como actores hay en la novela.

"Fue muy duro todo, sabíamos que eran días difíciles, pero la peor parte ya está pasando", le dijo a Data Clave un funcionario que siguió de cerca la novela que comenzó el jueves pasado cuando el ministro de Economía y el presidente se reunieron para hablar acerca de los cambios en área energética.

La fuente -alguien muy cercano al primer mandatario- detalla lo que vio con sus propios ojos (y escuchó con sus oídos). "Hasta ahora solo se conoció la versión que hizo correr Guzmán por todos lados, pero la verdad es bien distinta", comenzó el informante. "Martín le pidió a Alberto la cabeza de Darío Martínez -el secretario de Energía- porque entendía que su presencia le impedía llevar a cabo la reestructuración tarifaria que tenía en mente. El presidente fue muy claro al respecto: le dijo que no podía desplazar a un funcionario que respondía de la vicepresidenta porque eso significaba, lisa y llanamente, declararle la guerra a Cristina y eso es justamente lo que quería evitar", agregó el autor de la versión.

Acto seguido, el titular del palacio de Hacienda no se dio por vencido y le dijo a Alberto Fernández que tenía un plan para su reemplazo que iba a generar consenso en la coalición. "Le dijo que ese lugar había que ofrecérselo a Aníbal (Fernández, actual ministro de Seguridad), a lo que Alberto le contestó directamente que le parecía una idea difícil de implementar, porque a nadie le resulta interesante dejar el manejo de una cartera para pasar a ocupar una secretaría, y mucho menos si eso representa reabrir un conflicto con Cristina", agregó.

Alberto, no obstante, no le cerró la puerta a la iniciativa de su colaborador más defendido que el arco del Corinthians en el partido contra Boca y le propuso que lo hablara con el propio Aníbal. "Le propuso que le preguntara a él si lo aceptaba y en función de eso evaluábamos la situación", dijo el "topo".

A partir de allí no hubo más comunicaciones entre el presidente y su ministro. "Es mentira que Guzmán lo llamó, le mandó mensajes y que Alberto no respondió. El primer whatsapp que llega al teléfono del presidente entró un minuto después de que Martín mandó su renuncia por twitter", completó la fuente. Claramente la interpretación de la Rosada fue que se trató de una actitud "artera y desleal". "Estas cosas no se hacen en política y menos con alguien que te bancó tanto, incluso a riesgo de la propia unidad del Frente de Todos, como lo hizo el presidente con él", concluyó.

El golpe menos esperado y la reunión que cambió todo: las 72 horas más complejas de Alberto Fernández

Cambio de clima

La historia continúa con un domingo convulsionado, en el que todo fue incertidumbre. Las dudas sobre quién ocuparía la cartera de Hacienda, los rumores acerca de una posible reestructuración del gabinete, el plan de Sergio Massa para quedarse con todo y fortalecer el rol del Frente Renovador dentro del gobierno. Luego sobrevino el "operativo clamor" para que Alberto hablara con Cristina, lo que finalmente ocurrió en la noche, tras lo cual surgió el nombre de Silvina Batakis para ocupar el sillón principal del quinto piso del edificio de Hipólito Irigoyen. Y posteriormente la cena del lunes en Olivos, con un hermetismo propio de quienes se juramentan no dar a conocer ningún detalle de lo ocurrido.

"Estuve ordenando la casa después del temporal, pero ya estamos reacomodados y dispuestos a seguir adelante con menos turbulencias", le dijo el Presidente a otro de sus colaboradores que tiene acceso franqueado tanto a la Casa de Gobierno como a la residencia de Vicente López. "La charla con Cristina fue muy positiva, nos dijimos todo lo que nos teníamos que decir y acordamos seguir adelante a pesar de nuestras diferencias, que están a la vista", se limitó a describir el primer mandatario.

Este jueves, una versión que adelantó en la redes sociales la siempre bien informada periodista Rosario Ayerdi, daba cuenta de una nueva cumbre, con escenario en la misma quinta presidencial, de la que habrían participado los tres integrantes de este "triángulo político" sobre el que se cimenta la coalición oficialista.

Si bien nadie dio por confirmado el encuentro oficialmente -e incluso la portavoz presidencial Gabriela Cerruti lo negó durante su tradicional conferencia de prensa de los jueves- varias fuentes confirmaron que Fernández, Massa y CFK estuvieron reunidos para encontrar una hoja de ruta por donde seguir para enfrentar la crisis económica y aplacar las diferencias internas que debilitan al gobierno. 

El objetivo de la cumbre fue acordar la necesidad de poner un ojo muy atento al rumbo económico, "bancar" a la flamante ministra y acordar un discurso único frente a la opinión pública. El acuerdo entre el Presidente, la Vicepresidenta y el titular de la Cámara de Diputados sirvió para apartar diferencias personales que se agravaron en las últimas semanas y oxigenó al espacio atravesado por las chicanas públicas y en privado de varios de sus máximos referentes.

La tregua política quedó sellada y su efectividad podrá verificarse este mismo viernes, cuando Cristina haga su primera aparición pública desde el sábado pasado, en la inauguración de un cine-teatro ubicado en la  localidad santacruceña de Calafate y el presidente haga lo propio este 9 de julio en la conmemoración del Día de la Independencia, desde la ciudadela de San Miguel de Tucumán. El tono de ambos discursos definirá si los encuentros sirvieron para algo.