"La Argentina no está desenganchada del mundo; está enganchada del mundo, le vende a muchos mercados tradicionales como el Mercosur, América Latina, Estados Unidos, Europa y también le vende a mercados que suponemos nosotros más lejos, como los asiáticos y Medio Oriente” dijo la nueva secretaria de Relaciones Económicas Internacionales, Cecilia Todesca Bocco, en el marco de la presentación del Plan de Exportaciones para el Desarrollo 2022.

Secundada por los ministros de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto, Santiago Cafiero, de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y de Agricultura, Ganadería y Pesca, Julián Domínguez, Todesca Bocco agregó algo que pasó desapercibido para la política, pero no para los economistas que estaban el lugar: que los servicios y, en particular, el turismo, son el eje relevante del plan. En criollo esto se lee así: hay que frenar la salida de dólares a través de los argentinos que viajan al exterior. 

Todesca no fue inocente al hablar de turismo. Y es que en rigor, es la economista más respetada del gabinete de Alberto Fernández, y sabe que los flujos de dólares del exterior se llevan puesto cualquier superávit cambiario. Los datos le dan la razón, ya que las operaciones con tarjetas de crédito en dólares tuvieron una subida intermensual del 45,8%, un incremento interanual del 32,1% y un alza del 28,4% durante el tercer trimestre del año.

Las razones son simples: muchos de los que viajan son parte de los dos millones de argentinos que tiene su renta atada a dólares o acciones en las empresas o sectores que más ganarán en 2020. El fin de la pandemia y la apertura de las fronteras facilita la salida del país de los sectores más acomodados de la Argentina y presionan sobre la enfermedad crónica del país, la restricción externa, que no es más que la falta de dólares. 

Pero la salida de dólares no se debe nada más a las 300.000 familias que más billetes verdes poseen en el país, sino también a la brecha cambiaria y las distorsiones que el propio gobierno ha llevado con el "cepo". De hecho, Todesca mira con alerta el saldo de la cuenta “Viajes y otros pagos con tarjeta”, ya que los alcances del cepo hoy, estarían estimulando la salida de argentinos al exterior (como ocurrió en el anterior gobierno de Cristina Kirchner) y desalentando el ingreso de extranjeros del resto del mundo (teoría que sólo parece quebrarse con los turistas brasileños).

Los hechos así lo muestran: de acuerdo a un informe de la Fundación Mediterránea, el ingreso de divisas por la cuenta Viajes, Turismo y Tarjetas, que había sido en promedio anual de US$3.200 millones en 2010/11, se recortó a menos de US$ 1.100  millones entre 2013 y 2015. A su vez, la salida de divisas por esta misma cuenta, que había ocurrido a un ritmo anual de US$2.600 millones en 2010/11, escaló a un promedio anual de US$7.300 millones entre 2013 y 2015.

La preocupación de los economistas de Ecolatina es tal que incluso aconsejan "explorar una reforma en el régimen del “dólar tarjeta”, tanto para los plásticos de residentes locales como para los de extranjeros que adquieren bienes y servicios en el país. Si esas operaciones se liquidarán a través del CCL, no se advierten riesgos de desequilibrios en la cuenta viajes, más bien la posibilidad de cierto superávit, a diferencia de los años de vigencia del “cepo original”, que desalentaron el flujo de visitantes extranjeros al país."

Lo cierto es que nadie cree que para este verano 2021/2022 las características del contexto internacional sean muy favorables para el sector externo y el ingreso de dólares. Primero, porque los precios de los bienes que exporta la Argentina están bajando con prisa (el índice del precio de materias primas que elabora el BCRA salto 60% -medido en dólares- entre el comienzo de la pandemia y mediados de este año, pero el poroto de soja cayó 14% entre mayo y septiembre, el aceite de soja se redujo 11% en el mismo período y los pellets, cuyo máximo valor había sido alcanzado en enero, ya se ubican 17% por debajo) y segundo, porque las restricciones (la cuarentena) hicieron que el turismo, que tiene una cuenta históricamente deficitaria del balance de pagos, cerrará en positivo. Algo que el fin de la pandemia y los dólares guardados de los sojeros amenazan con quebrar.  

En la consultora Ecolatina también ponen la mirada en los dólares que salen por Ezeiza. "Una cuenta que sí insumirá un mayor monto de divisas en lo que viene será el comercio de servicios- afirman  los economista- ya que el principal componente de esta partida es el turismo internacional. Luego de casi un año y medio en que este rubro permaneció prácticamente cerrado, la eliminación de restricciones a los vuelos (tanto para salir como para ingresar al país) permite que podamos proyectar una recuperación de los viajes emisivos y receptivos".  

Esta apertura fomenta algunas de las actividades más golpeadas por la crisis (de hecho, son los rubros que se busca favorecer con programas como ‘pre-viaje’ a nivel nacional, ‘super viaje’ en CABA y ‘Regreso’ en la Provincia de Buenos Aires). A pesar de ello, aunque el efecto sectorial de esta recuperación sea positivo, el saldo en divisas seguramente será deficitario: el resultado del intercambio turístico fue sistemáticamente negativo desde 2006, cuando comenzó a relevarse con la metodología vigente.

Además, "la incipiente recuperación está tomando con mayor velocidad por el lado de los turistas que viajan al exterior en comparación con aquellos que ingresan (en los primeros ocho meses del año, recibimos alrededor de 75 mil viajeros del extranjero mientras que salieron del país 332 mil residentes)". Una idea que en la cabeza del gobierno parece decir "Paren a los turistas".     

El dólar Cristina, el dólar FMI y el dólar Alberto

Los economistas que rodean al presidente debaten en privado cuál debería ser el valor de la divisa verde que sirva como ancla cambiaria a la inflación, por estas horas el problema económico y político más grande que tiene la administración de los Fernandez.

¿Será el precio del dólar oficial cercano a los u$s 114,95 que hoy ofrece la zona franca de Santa Cruz, inaugurada la semana pasada por Cristina Fernandez? ¿O acaso estará más cerca de los 145 pesos en que quieren unificar todo las cotizaciones los técnicos del FMI (y acaso el mismo Guzmán)? ¿Es posible que el dólar llegue a los $172,84 que es lo que vale el dólar tarjeta, turista y ahorro y recortar la brecha entre el blue definitivamente, como le soplan algunos al presidente?

Nadie lo sabe. Pero lo que sí se conoce es que en 2022 no habrá tantos dólares como en 2021. Básicamente, porque los dos sectores que marcarán el ritmo de las divisas no serán tan dinámicos en 2022 como este año. La Argentina del 2022 no recibirá grandes flujos de capitales y las restricciones al giro de divisas desalentaron la inversión productiva, golpeando al dólar oficial.

Tampoco llegarán capitales especulativos: las regulaciones sobre los mercados financieros y el riesgo país alejan a los mercados. El futuro del dólar para 2022 estará marcado por el precio de los commodities y los servicios en el pagos de deuda. Lo peor es que en el Banco Central lo saben y por eso compran reservas. En la mesa de operadores del Banco Central esperan precios de los commodities agrícolas más bajos y flujos turísticos emisivos más grandes. Sequía de dólares a la vista. Un escenario de escasez en donde siempre, la ventaja, la tiene el que fija el precio. Sea Alberto, Cristina, el FMI o el mercado. Una discusión que siempre tiene un solo ganador.