Fue sorpresivo. No estaba en la agenda de nadie. El presidente Alberto Fernández brindó entrevistas radiales por la mañana, confirmó que ya estaba pronto para romper el aislamiento y en cuestión de minutos ya había cruzado el Río de la Plata y esperaba en una mesa del Parque Anchorena, en Colonia, para comer un asado que preparaba el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou.

Fue el primer encuentro bilateral entre ambos. Encuentro que había estado postergado por asuntos de la pandemia. Pero que era esperado por las diferencias que separan a ambos mandatarios, en particular respecto al perfil que debe tener el Mercosur. 

Por eso fue clave la intervención del canciller uruguayo Francisco Bustillo, amigo personal de Alberto Fernández. Tras el encuentro, Bustillo destacó que en el largo almuerzo “no quedó ningún tema por conversar, pero sin profundizar en ninguno”. No obstante, insistió en que el Mercosur y la construcción de una hidrovía en el Río Uruguay fueron dos de los asuntos clave del encuentro.

“Hubo una buena respuesta de Fernández respecto a las inquietudes de Lacalle y viceversa. Situación del Mercosur en particular, del acuerdo con la UE, con el encuentro con China y EEUU, no se privaron de hablar de nada", detalló. Se habló también de la posibilidad de avanzar en una hidrovía en el Río Uruguay “para la salida de producción agropecuaria regional”, tomando como ejemplo el inaugurado meses atrás sobre el río Paraná y que une a la Argentina con Paraguay. 

La relación bilateral y regional fueron el eje del almuerzo entre Lacalle Pou y Fernández, insistió Bustillo. Mencionó también la intención de reforzar la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), y adelantó que continuará con estas conversaciones con el canciller argentino, Felipe Solá.

Pero Bustillo insistió en remarcar que el asado “no fue un encuentro de trabajo, sino de reencuentro”.