La sociedad argentina de vez en cuando recuerda que estamos en un contexto de pandemia del coronavirus. Generalmente ocurre cuando el Gobierno amaga con restringir actividades, con el fin de que baje una curva de casos que sigue en crecimiento.

A eso se le suma que el personal de Salud afrontó uno de los años más complejos de su historia, sobre todo en el sector intensivista. Denuncian que hay estrés médico y que están en peores condiciones para enfrentar una segunda ola que será "peor que la primera".

En ese sentido, Data Clave dialogó en exclusiva con Arnaldo Dubin, presidente de la Sociedad Argentina Terapia Intensiva (SATI), para que explique el panorama de su sector. Ve con preocupación el futuro y manifestó que "pensar solamente en la vacuna es una política de derrota". También habló del último (y nuevo) polémico caso de un paciente al que se le suministró dióxido de cloro, y que posteriormente falleció.

La entrevista completa:

Data Clave: ¿Cómo está la situación del personal médico para este nuevo año con la pandemia?

Arnaldo Dubín: Creo que hay una ecuación que tiene un resultado que es potencialmente explosivo, y que es una catástrofe sanitaria que aún peor que los 45 mil fallecidos que tenemos. Hay distintos términos, pero el hincapié está en la cuestión epidemiológica. En CABA hace cinco semanas atrás teníamos una disminución marcada en la curva de contagios. Luego comenzó un aumento exponencial y los valores se quintuplicaron.

DC: ¿Hay preocupación por la posibilidad de que vuelvan a llenarse? ¿Falta reforzar el sistema de Salud todavía?

AD: El pico de la primera ola se logró contener por la medida acertada de la cuarentena, que salvo con la vacunación, es la única forma de bajar la curva. Además sirvió para fortalecer un sistema sanitario que estaba prácticamente olvidado, sobre todo en la Provincia de Buenos Aires. Esto fue importante también para las terapias intensivas, pero con este crecimiento abrupto el sistema se va a estresar mucho, y hay un riesgo de que suframos como en California, donde los sistemas están colapsados y no hay ni oxígeno en las ambulancias. En el AMBA la verdad que la situación pegó en el palo, a pesar de los esfuerzos que se hicieron.

DC: ¿Ven peor este año respecto del que viene, teniendo en cuenta que hay mucha circulación y pocos cuidados?

AD: Vemos que hay un relajamiento muy marcado en la sociedad y una falta de conciencia por la situación. A eso le sumo que la política de comunicación gubernamental es mala, y que la campaña publicitaria es pobre. Las medidas sanitarias actuales también mostraron que no tienen ningún resultado efectivo. Lamentablemente estamos en peores condiciones para enfrentar la pandemia que las que tuvimos en la primera ola.

DC: ¿En lo personal cómo lo vivió en el sector de terapia intensiva?

AD: El personal de Salud y los intensivistas estamos agotados. Durante la peor parte nuestro trabajo fue demoledor, terminamos exhaustos física y anímicamente. Muchos compañeros se contagiaron y otros murieron. Muchos no quieren hacer más terapia intensiva y otros tampoco pudimos tomarnos vacaciones. El sistema está mal, estamos muy cansados y tenemos condiciones de trabajo que son malas, junto con remuneraciones que son pobres. Y esto pasa en el sector público y privado, hay una conflictividad laboral que crece momento a momento. Se vio con mayor ímpetu en la Ciudad de Buenos Aires, pero es en muchos lugares. Llevamos el peor trabajo, estamos en la primera línea de trabajo y encima tenemos vulnerabilidad jurídica. Es imposible poder hacer terapia intensiva en estas condiciones, solamente te saca adelante la vocación.

DC: ¿Qué esperan de las autoridades públicas para frenar la pandemia?

AD: Lo que se espera es una reacción y tomar las medidas que haya que tomar. Si estuvimos cerca de colapsar en agosto o septiembre, ¿por qué no lo vamos a hacer en un contexto de relajamiento y de circulación deliberada? Nosotros estábamos previendo una segunda ola a partir de otoño, ahora estamos con un rebrote y con un número de casos similar al pico de la primera. Hay una circulación viral enorme, y de cara al otoño nos coloca en una situación muy peligrosa. La solución estructural, que es con la vacuna, se complica, porque hasta ahora llegaron pocas y no sabemos de qué forma van a seguir llegando. Pensar solamente en la vacuna es una política de derrota, tenemos que recurrir al aislamiento para calmar la situación.

DC: ¿Por qué la gente no respeta las medidas de distanciamiento?

AD: Hay muchas explicaciones sociológicas y psicológicas del caso, sin mencionar que hay una crisis económica muy profunda. Por otro lado los gobiernos no toman medidas fuertes, sumado a que hay una oposición poco responsable que busca que no se den estas medidas. Se usa la crisis sanitaria para generar problemas, desde la cuarentena hasta las vacunas.

DC: ¿Qué opina del paciente al que se le suministró dióxido de cloro y posteriormente falleció? Tengo entendido que SATI fue uno de los denunciantes junto con otras asociaciones...

AD: Fue una situación bizarra porque lo hizo un supuesto médico especialista en neurocirugía. La sociedad de esa especialización dijo que no pertenece a ese lugar, y que además no estaría facultado para tomar esta determinación. Tampoco tiene la matrícula actualizada y tiene múltiples irregularidades. Lo que hizo fue dar una indicación aberrante de dióxido de cloro por intravenosa e ibuprofeno nebulizado, que tampoco tiene demostración de eficacia y que tiene potencialidad tóxica. Esto carece de eficacia y también puede matar. Pero bueno, tenemos pensadoras profundas como (Donald) Trump o Viviana Canosa que han alentado el uso de este tipo de medicaciones. El conocimiento médico es definitivo y esta sustancia es tóxica. Lo que hizo el juez es determinar que esa sustancia se dé. El Sanatorio Otamendi y  otros sectores presentaron una apelación en la Cámara Federal, pero finalmente se suministró. No sé si su fallecimiento es por esta medicación, pero lo que es claro es que más de 50 sociedades científicas repudiaron esta actitud del juez, que ya tiene dos denuncias en la Justicia. Es temerario que un juez tenga este poder de decisión sin consultar a peritos o al cuerpo médico judicial. Esperemos que no sea una mancha más al tigre de la Justicia y que sea adecuadamente penado.