Cincuenta y cinco días le quedan al Frente de Todos para demostrarle al conjunto de la sociedad argentina que entendió el mensaje de las urnas y está dispuesto a enmendar los errores cometidos y corregir el rumbo de las políticas que, evidentemente, no fueron percibidas por la ciudadanía como se esperaba

En medio de ese desafío de reinterpretación de los humores sociales, las diferencias entre el presidente y su vice pusieron al gobierno al borde de un peligroso abismo. Las cuarenta y ocho horas que vivió la Argentina desde las renuncias en masa de los funcionarios kirchneristas, hasta que finalmente el primer mandatario anunció la reestructuración de su gabinete, fueron frenéticas y no exentas de dramatismo.

"La unidad no estuvo en riesgo, aunque los modos en los que se planteó el debate dieron esa imagen", le dijo a Data Clave una fuente muy cercana al despacho principal de la Casa Rosada, que confirmó los próximos pasos del primer mandatario: "viaja a La Rioja para sellar el acuerdo con los gobernadores y después se mete de lleno en la campaña".

El precepto es claro: "romper sería trabajar para Macri y Alberto no va a hacer eso porque tiene en claro cuáles son las contradicciones fundamentales", agregó el funcionario consultado, que sobrevivió a la purga.

Reencauzar el gobierno

La primera interpretación que se hizo de los cambios instrumentados fue lineal: ganó Cristina y le intervino el gabinete al presidente, que queda debilitado ante el resultado de la pulseada. Sin embargo, una mirada más detenida de la jugada permite apreciar otros matices de la definición que adoptó en la noche del viernes Fernández.

El desafío del Frente de Todos es reencauzar la gestión y revertir el resultado electoral

"Alberto aceptó los errores cometidos y se dispuso a modificar el rumbo para reencauzar la gestión y dar vuelta el resultado de las PASO. Pero Cristina también se dio cuenta que con renuncias mediáticas y cartas no lo va a arriar y aceptó las propuestas de nombres que hizo el presidente, sin objetar ninguno", sostuvo otro dirigente albertista."Todos los nombrados son muy cercanos a Alberto, con mucha trayectoria, que también padecieron las actitudes duras del kirchnerismo y que le van a dar volumen político a la gestión", añadió.

"Anibal (Fernández) es amigo de siempre, que estuvo enfrentado en su momento a La Campora; (Juan) Manzur es uno de los gobernadores con quien mejor se lleva el presidente, fijate que en 2019 se puso de su lado cuando Cristina bancaba a su rival interno (José) Alperovich; (Julian) Domínguez fue parte de la campaña de 2017 que impulsó la candidatura de Florencio (Randazzo) y cuyo jefe fue Alberto; a Daniel (Filmus), lo impulsamos en la Ciudad como candidato, cuando muchos lo resistían; y finalmente a Santiago (Cafiero) no lo voltearon y quedó en un lugar central, como es la Cancillería; y ni a Matías (Kulfas), ni a (Martín) Guzmán, los tocaron. Así que me parece que no nos fue tan mal", detalló este histórico del albertismo.

Para el Presidente, la crisis interna ya quedó superada y ahora solo resta "sellar la unidad con los gobernadores y trabajar full time para dar vuelta el resultado de las Primarias". De hecho, además de enviar en su reemplazo a Felipe Solá para participar de la Cumbre de la CELAC (el canciller que quedó varado en México como Viktor Navorski en "La Terminal" y a su regreso lo espera un destino incierto), Fernández tampoco asistirá a la Asamblea General de la ONU en Nueva York (donde estará presente a través de un mensaje ya grabado), con el objetivo de concentrase en la campaña.

Es evidente que la locura de esta semana no es la mejor terapéutica para una Argentina que necesita funcionarios abocados a resolver los graves problemas que padece la ciudadanía y no a dirimir el tamaño de sus capacidades políticas a través de cartas y mensajes en las redes sociales. La locura nunca fue buena consejera a la hora de tomar las decisiones correctas. A pesar de los volantazos que sean necesarios, el país necesita de un piloto sereno y con temple, que pueda conducir el rumbo de la Nación hacia aguas menos agitadas. Ojalá que esta crisis haya servido como aprendizaje para no repetir los errores en el futuro.