Si se piensa la política desde la Ciudad Autónoma de Buenos Aires o incluso el AMBA, resulta difícil de pensar en una fuerza local o provincial, ya que el escenario está atravesado por la coyuntura nacional. Sin embargo, cruzando la General Paz e incluso por fuera de PBA, los espacios regionales son más habituales. El arraigo como premisa fundamental.

Y no por azar, una región prolífera para los provincialismos es la Patagonia. El Movimiento Popular Neuquino fue la bandera insignia allá por los años 60’. El partido fundado por los Sapag plantó la semilla que luego sería inspiración de otras fuerzas provinciales, algunas con más éxito que otras. Una fue Chubut Somos Todos, motorizada por el histórico dirigente y tres veces gobernador Mario Das Neves. Pero tras su muerte en 2017, el armado se cayó como un castillo de naipes. 

Distinta parece ser la suerte de Juntos Somos Río Negro, el espacio que fundó el entonces gobernador Alberto Weretilneck allá por 2015. Hasta hoy, JSRN ganó todas las elecciones ejecutivas y hasta se impuso en las últimas legislativas, que suelen ser esquivas para los provincialismos. Y si bien el actual senador nacional es el líder indiscutido del espacio y futuro mandatario provincial, su foco está en construir a largo plazo.

Por este motivo, a pesar de que todas las encuestas le dan una victoria amplia en los comicios del 16 de abril, la preocupación de Weretilneck es garantizar la continuidad. Hay otros nombres propios en el oficialismo provincial, es cierto, pero ninguno con el capital político del fundador. Por eso, para no arriesgar, el creador de JSRN teje alianzas a uno y otro lado de la grieta.

Divide y reinarás, ese parece ser el mantra del partido provincial. Primero fueron por los radicales, para debilitar a un Juntos por el Cambio en alza. Ya sin la UCR, el PRO tendrá menos chances, no ya de ganar, sino de sumar en la Legislatura, que era el objetivo central. Pero la jugada del exgobernador tuvo 2 objetivos, hasta tres quizás, apuntados a la vereda de enfrente.

El primero de los dardos es al interior del peronismo. El vínculo cercano entre Weretilneck y su par del Senado Martín Doñate propició lo que terminó de sellarse este miércoles en Luis Beltrán: un acuerdo electoral con un sector del PJ. La implosión en el Frente de Todos tiene un destinatario claro y común: el ministro de Justicia de la Nación, Martín Soria.

El funcionario nacional es archienemigo del exmandatario rionegrino y fue su principal competidor mientras era gobernador. Pero también tiene una disputa por la conducción del peronismo con Doñate. Y como dice el refrán, los enemigos de mis enemigos son mis amigos. A la postre, los frentes abiertos del titular de la cartera de Justicia le dejaron un saldo muy negativo: el PJ prendido fuego y un fuerte revés político, que lo deja contra las cuerdas en términos electorales.

Así, las autoridades del frente Nos Une Río Negro se reunieron este miércoles en Valle Medio con sus pares de Juntos Somos Río Negro para confirmar el acompañamiento y compromiso de confluir en la convocatoria al “gran acuerdo rionegrino que permita diseñar el futuro de la provincia”.

“Buscamos acuerdos grandes y perdurables para la Provincia. Los problemas se solucionan en conjunto. Hablamos de grandes acuerdos que duren años y modelen una visión de Río Negro”, destacaron.

Además de los intendentes y autoridades partidarias como Sergio Hernández (Lamarque), Claudia Montanaro (Cervantes), Hector Leineker (General Conesa), Renzo Tamburrini (Sierra Grande), Alberto Pacenti (Chichinales), Luis Ivancich (General Godoy), Liliana Avarado (Cinco Saltos) también participaron el diputado nacional Pedro Dantas y las máximas autoridades del partido Juntos Somos Rio Negro como el intendente de Viedma, Pedro Pesatti, y los presidentes de los bloques legislativos, Facundo López (JSRN), Daniel Belloso (Unidad Ciudadana) y Nicolás Rochas (Frente Renovador), entre otros.

El plan de Weretilneck es claro y tiene similitudes con lo que fue -y es- el modus operandi del partido inspiracional de su gesta provincial, el MPN: dividir a la oposición para perpetuarse en el poder. A tan solo 7 años del surgimiento de Juntos Somos Río Negro como fuerza, ese principio se sigue a rajatabla y, al menos por los próximos años, parece tener un camino allanado para gobernar con mayoría absoluta.