La cadena del presidente Alberto Fernández alertando sobre la escasez de vacunas no es casualidad. Son cada vez más los países que no pueden acceder a las dosis solicitadas por la alta demanda a nivel global. Las vacunas contra el coroanvirus comienzan a ser catalogadas como “un bien escaso en el mundo”.

Con excepción de Pfizer, el gobierno se movió con velocidad para poder lograr acuerdos con las empresas farmacéuticas. Y quizás fue el país pionero en lograr un acuerdo con Rusia por las Sputnik V, hoy considerada como una de las vacunas más eficiente y con mejores resultados.

En paralelo, los países centrales realizaron compras de dosis por cantidades que superan su población y utilizan su poder de presión para hacerse con vacunas. Un ejemplo de esto fue el cierre de exportaciones que llevó a cabo la Unión Europea para bloquear un embarque de Astra Zeneca que tenía como destino a Australia.

Incluso con el poder de negociación de la UE (27 países bajo un mismo gobierno), la escasez de vacunas está alterando de manera significativa los planes de vacunación.

Fuentes oficiales le describieron a Data Clave el delicado panorama global que hay por las vacunas, y más con los resultados eficientes que mostraron. Es por eso que también se busca la producción interna, con el fin de no depender del mercado internacional. Incluso muchas naciones proyectan poder comercializar el “tesoro sanitario”.

Alemania reconoció esta semana que la tercera ola en Europa es inevitable debido a la escasez de vacunas. Incluso la propia Ángela Merkel no descarta extender las medidas confinatorias para achatar la curva de contagios.

Países como España están analizando replicar la dinámica del Reino Unido de vacunas a más personas con una sola dosis que a menos con dos. Otras naciones, como Dinamarca, Hungría o Polonia están saltando la negociación europea para realizar gestiones con China y Rusia, con el fin de adquirir sus vacunas. Esto debido a la escasez y lentitud en la distribución de dosis.

El sistema COVAX que se planteaba como una alternativa justa, solidaria y expeditiva para distribuir vacunas entre países de renta media y baja, no ha logrado cumplir con las expectativas que tenían muchas naciones que invirtieron en él.

Ese sistema colapsó en Paraguay, generando una delicada crisis interna, política e institucional. Uruguay, uno de los modelos de gestión a inicios de la pandemia, hoy tuvo que suspender clases presenciales y mantiene gran cantidad de casos positivos.

El caso más problemático en el continente es el de Brasil, con los peores indicadores sanitarios y con falta de respuesta para controlar a la ciudadanía. Incluso con un presidente como Jair Bolsonaro que desalienta los cuidados.

Lula Da Silva, quien se perfila como el candidato opositor presidenciable, le pidió a Joe Biden, mandatario de Estados Unidos, que convoque al G20 por las vacunas contra el covid-19, y que done vacunas a los países que no pueden pagarlas, como Brasil.

A principios de febrero, según la OMS, se habían administrado unos 200 millones de vacunas contra covid-19: el 75% de las mismas se dieron en 10 países ricos.

A la escasez se suma la inequidad. Y en este contexto, Argentina distribuyó 3.843.565 de vacunas y aplicó 2.939.364 hasta el 18 de marzo, cuando llegaron 330.000 dosis de Sputnik V, tal como adelantó Data Clave.