"Quiero decirte que en ningún momento pedí tu renuncia". Las palabras de la vicepresidenta resonaron en los oídos de Martín Guzmán mientras las pantallas de los canales de noticias mostraban los febriles movimientos de funcionarios en la Rosada, que acudían al llamado de Alberto Fernández para capear la tormenta suscitada por la renuncia en masa de los ministros kirchneristas.

La actitud sonaba extraña. Desde hace ya varias semanas, el sector camporista del Frente de Todos viene limando a varios funcionarios del oficialismo con quienes no tiene ni un ápice de empatía. En la lista de los apuntados figuraba, por supuesto, Guzmán, el jefe de Gabinete Santiago Cafiero, el ministro de Desarrollo Productivo Matías Kulfas y el secretaria de Prensa de la presidencia Juan Pablo Biondi. 

Alberto los sostuvo siempre. Tras la derrota del domingo pasado y ante el renovado embate contra sus colaboradores, volvió a confirmarlos en sus cargos "al menos hasta después del 14 de noviembre". Y esto enardeció los ánimos del kichnerismo paladar negro, que no esta acostumbrado a que nadie se le plante dentro del espacio en donde ostenta la mayoría del apoyo popular. "Si quiere medir fuerzas, que compita en una interna a ver si nos gana", le dijo a Data Clave uno de los dirigentes más cercanos a Máximo Kirchner.

El presidente pudo haber hecho lo que siempre hicieron la mayoría de los que confrontaron internamente con Cristina: bajar la cabeza y aceptar sus "sugerencias". Pero esta vez optó por mantenerse en su posición, conciente de las consecuencias que podía acarrear, pero convencido de que adoptando medidas concretas desde su administración y poniéndose la campaña al hombro, el escenario desfavorable del domingo pasado podía revertirse. Y así se lo hizo saber a la vicepresidenta el martes por la noche en Olivos.

Eso disgustó a CFK, que instruyó a los suyos para orquestar una maniobra que descolocara a Alberto, sin que la sangre llegara al río. Entonces surgió el plan de las renuncias en cadena. La intención era ponerlo en la disyuntiva de tener que elegir entre sostener la alianza con la mujer más poderosa de la política argentina, o bancar a su tropa. Y el mandatario volvió a elegir a los suyos.

"Por eso empezaron a recular cuando vieron que Alberto no agachaba la cabeza y empezaban a llegar los apoyos del club de los meados por Cristina para que lo sostuvieran ante el duro embate de la vicepresidenta", explicó un funcionario con acceso directo al despacho principal de la Casa Rosada. Gobernadores, intendentes, dirigentes sociales y sindicales, todos integrantes del Frente de Todos que alguna vez recibieron el destrato por parte de CFK, vieron con buenos ojos la resistencia albertista. Aunque el partido todavía no se termina.

La relación con Guzmán

El titular de la cartera económica tiene algunos puntos en común con la vicepresidenta. Ambos son platenses e hinchas de Gimnasia y Esgrima. Por lo demás, no tienen muchas otras afinidades. Sin embargo, la relación entre ambos fue fluctuante. El primer gran cortocircuito tuvo lugar a fines de abril de este año. El ministro de Economía intentó despedir al subsecretario de Energía Federico Basualdo, sobre quien mandó a señalar como un funcionario “incompetente” por el reclamo presidencial de la puesta en marcha de un esquema de segmentación tarifaria que, actualmente, todavía no comenzó.

El economista vinculado al Instituto Patria, se bancó la embestida ministerial y sostuvo su puesto en el gabinete de la Secretaría de Energía, con el respaldo del cristinismo y del gobernador bonaerense Axel Kicillof. El incidente promovió una mini crisis que tuvo repercusiones públicas y llegaron hasta la Rosada, que prefirió seguir los postulados de la doctrina peronista y dejar que los melones se acomoden solos en el carro.

Sin embargo, a fines de agosto, durante su exposición ante la Bicameral de Deuda del Congreso, Guzmán elogió una sugerencia de la vicepresidenta Cristina a la hora de renegociar la deuda con los tenedores privados de bonos. “Algo muy importante fue la reducción de las comisiones, que fue una sugerencia de la vicepresidenta y que por eso cambiamos el tope en el borrador de la ley que estábamos elaborando”, explicó en el Congreso.

El ministro explicó que en 2020 se pagó un 80% menos en colocaciones de deuda que lo que se pago entre 2016 y 2018. "Las comisiones durante 2016 y 2018 fueron de 0,144% y en 2020 nosotros pagamos comisiones de 0,028%", detalló. "Bajar esto fue una sugerencia de la vicepresidenta y funcionó muy bien”, agregó Guzmán. "Eso le hizo ahorrar dólares a la Nación", completó.

La buena relación de Guzmán con Kristalina Giorgieva generó recelo en el kirchnerismo, ya que contrastó con un discurso más combativo de otros sectores del oficialismo hacia el FMI. Técnicos y directivos del organismo oficiaron de aliados del ministro de Economía, ya que respaldaron la postura argentina ante los bonistas privados.

Si el panorama se les complica, los camporistas tienen en mente un plan B para limitarle el poder al titular de Hacienda. "Se puede dividir el ministerio y qué él se quede al frente de las negociaciones con el FMI y los acreedores externos, pero resignando el manejo de la economía y la distribución de los ingresos", afirmó un funcionario que forma parte de La Cámpora.