Categórico. El número así lo expresa. El presidente electo, Javier Milei, se impuso en más del 80 por ciento de los distritos de la provincia de Buenos Aires y de esa manera pintó de violeta el mapa provincial. Un duro golpe para lo que, en definitiva, será la nueva fortaleza del peronismo. La base de operaciones para construir la oposición nacional.

Pese a que los números graficaron una victoria. La ventaja fue mínima. Sergio Massa logró apenas 150 mil votos más que Javier Milei. Una diferencia de 1.5 por ciento donde el peronismo buscaba, y necesitaba, alcanzar un 20 por ciento para darle el empujón necesario a su representante nacional.

Fue tan fuerte la ola en favor de La Libertad Avanza que pese a sumar el 49.26 por ciento de los votos, Milei ganó en 108 de los 135 distritos bonaerenses. Un apoyo contundente o, mejor dicho, un rechazo explícito a la propuesta nacional de Unión por la Patria.

En los hechos, LLA sumó varios distritos en los que se impuso por más del 65 por ciento de los votos. Algunos por encima del 70, sobre todo en la sexta sección electoral, la única donde el peronismo no había podido imponerse en los últimos comicios de octubre pasado.

En concreto, Massa solo logró ganar en la mayoría de los municipios del Conurbano, en otros de la región metropolitana y en solo dos del interior bonaerense: Baradero y General Guido. Se trató, sin duda, de un resultado inesperado. Algo que, a la vez, dejó expuesto a los intendentes quienes, de seguro, comenzarán a dar las explicaciones del caso en los próximos días.

Para citar como ejemplo, Milei logró imponerse en municipios de clara estirpe peronista como Escobar y realizó una gran elección en otros como Morón o Ezeiza (49 por ciento). Y se llevó grandes sumas de otros partidos con un alto padrón como San Isidro (64 por ciento), Bahía Blanca (63 por ciento) o Vicente López (62).

Pero lo cierto es que quedó claro que la militancia no es la misma cuando lo que se pone en juego es la continuidad en el poder de los propios caciques.