La pandemia por la Covid-19 paralizó la economía de todos los países del mundo y se vivieron bajas históricas, donde las mujeres, disidencias e infancias fueron las más perjudicadas porque la brecha estructural histórica se profundizó. 

Según un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la pandemia retrocedió una década la participación de las mujeres en el mercado laboral en América Latina y el Caribe. Hasta julio del 2020 se perdieron en la región más de 31 millones de empleos, la mayoría de ellos de mujeres. Del total, las más afectadas fueron las menores de 25 años con menos estudios. Además de la pérdida de empleo, las mujeres se encontraron con un aumento de las tareas del cuidado y muchas solo consiguen sustento a través de la economía informal.

Con la llegada de las vacunas se permitió avances progresivos y la preocupación de los países es recuperar la economía. Las estadísticas muestran leves mejorías en la economía local y el gran desafío del gobierno o, mejor dicho, de pequeños grupos de trabajo que buscan incorporar la perspectiva de género en las políticas públicas, es hacer crecer el sector productivo sin dejar afuera a los sectores más vulnerables.

Con funcionarias mujeres a la cabeza, se implementó en La Rioja el programa Constructoras de La Rioja, con el objetivo de formar en técnicas de construcción, reparación de viviendas y tareas de mantenimiento, como albañilería, instalaciones eléctricas y sanitarias, con la certificación de la UTN, para mujeres e identidades trans.

La medida llamó la atención del gobierno del Chaco y gracias a la intervención de la Dirección de Economía, Igualdad y Género del Ministerio de Economía, a cargo de Mercedes D’Alessandro, las chaqueñas pudieron crear un programa similar, ajustado a sus necesidades y a la zona. 

Desde la provincia detallaron que articularon con universidades, sindicatos, cámaras empresariales y de la construcción para conseguir financiamiento y soporte para llevar adelante un programa que capacitará a mujeres e identidades trans en maquinaria en la obra pública vial, la construcción en seco, electricidad y carpintería. 

Estas medidas son particularmente importantes porque, según datos del INDEC, los varones representan el 96,9% del empleo en la construcción, mientras que las mujeres representan apenas el 3,7%. "El sector es estratégico para dinamizar la economía y las políticas de inclusión aceleran la recuperación", explicaron desde el ministerio de Economía.

En diferentes entrevistas, D'Alessandro explicó que “la pandemia alteró la vida cotidiana de toda la sociedad, el ritmo de la producción, el ritmo económico. Argentina perdió 9.9 puntos del PBI. Para ilustrar el nivel de cierre de la economía argentina en el período más crítico podemos pensar que la industria automotriz vendió cero automóviles”.

“El impacto económico incrementó las brechas estructurales de desigualdad que ya venían consolidándose a lo largo de la historia. Mientras la economía se apagaba, aumentaba la carga de las tareas de cuidado de las mujeres en los hogares, de las maestras que trabajaron de manera remota para sostener la escuela, de las enfermeras que no tuvieron descanso”, agregó la funcionaria.

En ese panorama, "la tasa de actividad de las mujeres fue tan grande que las dejó en su peor momento desde 2002, y la brecha de género en el acceso al empleo entre las mujeres y varones menores de 30, prácticamente se triplicó”. 

Teniendo en cuenta el contexto, la articulación de este tipo de políticas resultan trascendentales para no contribuir a un sistema que históricamente apuntó a mantener la brecha entre hombres y mujeres. La inserción laboral de mujeres y disidencias en sectores claves de la economía muestra que ya no se puede gobernar con el viejo paradigma. Como históricamente lo hicieron, las mujeres tejen redes y ahora, también, gobernando.