El Instituto de Pensamientos y Políticas Públicas (IPyPP) presentó un informe actualizado sobre la situación laboral en el país que muestra que los niveles de desempleo y sub-empleo son superiores para las mujeres, 26%, versus el 19,1% para los varones. Lo mismo sucede con los jóvenes de 18 a 24 años de edad, para quienes solo la desocupación alcanza al 25,8%, siendo aún mayor en el caso de las mujeres jóvenes (32,1%).

El documento forma parte del Boletín Estadístico Sociolaboral correspondiente al primer trimestre de este año, elaborado por Claudio Lozano, Agustina Haimovich y Javier Rameri, con la coordinación de Ana Rameri. Los datos relevados muestran que "la matriz productiva argentina presenta serias dificultades para generar suficientes empleos de calidad, ya sea en términos de ingresos, estabilidad y/o acceso a un conjunto de derechos sociales. Situación que se ha agravado en los últimos años, lo cual se expresa en los crecientes niveles de informalidad y autoempleo de subsistencia".

Una cuarta parte de las/os trabajadores son cuentapropistas, de los cuales casi el 77% corresponde a ocupaciones de baja calificación (versus el 69% del promedio), ya sea operativa o no calificada. Por su parte, dentro del 71,8% de la población asalariada, un tercio son informales, indicador que asciende a casi los dos tercios (65,7%) para la población juvenil.

"El carácter precario de estos empleos presenta como uno de sus aspectos centrales los escasos ingresos que obtienen las/os trabajadores. Comenzando el 2021, los ingresos en promedio rondaron los $38.162 mensuales. Tanto las/os cuentapropistas como el segmento asalariado informal se encuentran significativamente por debajo de ese monto", explica el informe del IPyPP.

Por otra parte, el análisis sectorial indica que, al primer trimestre 2021, hay cuatro ramas de actividad que concentran la mitad de las ocupaciones: Comercio (18,1%), Industria manufacturera (12%), Servicios financieros, inmobiliarios y empresariales (11,4%) y Administración Pública y Defensa (9,4%). 

La distribución sectorial puede analizarse también al interior de la población desempleada, en función de la última ocupación en la que trabajaron. Dentro de los desocupados y desocupadas, la mayor parte proviene del comercio (19,3%), el servicio doméstico (15,5%) y la construcción (14,6%), ramas que están sobre-representadas respecto a la estructura ocupacional actual.

En efecto, la rama que presenta un menor nivel de ingresos medios es el trabajo en casas particulares ($11.933, un 69% por debajo del promedio general). Le siguen la rama de hoteles y restaurantes ($26.677) y construcción ($28.011), con ingresos medios en torno a un 30% y un 27% por debajo de la media, respectivamente.

Los bajos ingresos perjudican con mayor intensidad a las mujeres: mientras el 27,4% de los varones gana menos del salario mínimo, este porcentaje asciende al 45,1% en el caso de la población femenina. En parte, ello responde a que son también las mujeres las más afectadas por la desigual distribución de las tareas domésticas y de cuidado.

Finalmente, el informe muestra que más de un tercio de los personas (36,6%) debieron utilizar sus ahorros familiares afectando su patrimonio. Los hogares también recurren a endeudarse, trasladando sus erogaciones a futuro: casi una quinta parte pidió préstamos a familiares o amigos, uno de cada diez utilizó créditos de bancos o financieras, mientras que las compras en cuotas con tarjeta fueron utilizadas por más de la mitad de la población.

Para Lozano “si bien los programas sociales vigentes constituyen un instrumento fundamental para complementar ingresos en los sectores más postergados, lejos están de asegurar que ningún hogar pase hambre o, menos aún, que superen la situación de pobreza. El principal estímulo para la reactivación es la recuperación de los ingresos populares"

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