Si hay un movimiento verticalista en la Argentina -y hasta en el mundo- es el peronismo. "Primero la Patria, después el Movimiento y luego los Hombres", reza la verdad número 8 de la doctrina del Partido Justicialista. A la luz de las feroces internas de los últimos años y la actual turbulencia del gobierno, el orden de los factores podría alterar el producto. Claro, en cada fracción hay argumentos para justificar egos y proyectos más personalistas. En cualquier caso, el escenario de la fuerza política más grande del país es complejo.

Y esas divisiones en el ámbito nacional tienen incidencia directa en lo que ocurre en las provincias. Sobre todo en aquellas donde el poder les es esquivo desde hace años (o siempre). Un ejemplo claro de esto es la situación del peronismo en Neuquén, donde en el marco de una elección provincial hiperfragmentada, el PJ no logró llegar unido a unos comicios que se presentan como una oportunidad histórica para un recambio de color político.

El Movimiento Popular Neuquino llega debilitado a la elección del 16 de abril tras la decisión del diputado nacional Rolando Figueroa de esquivar la interna partidaria y competir derecho en las generales. Se trata de un referente de peso en el histórico partido y amenaza con disputar voto a voto la elección. Esta fractura es clave para entender todo lo que pasó después con el resto de las fuerzas opositoras.

Pero desde la capital neuquina rompieron lanza y se fueron con ‘Rolo’. El referente del Movimiento Evita y titular del justicialismo local, Marcelo Zúñiga, tomó la decisión de apoyar a Figueroa. Hasta se habla de que podría ser candidato a intendente en una gran contienda que ya incluye a Juan Peláez, dirigente radical que hasta hace unos días era el presidente de la UCR provincial y dio un paso al costado para jugar en la elección.

“Este es un reconocimiento a los liderazgos naturales que fortalecen nuestra propuesta, y que va a permitir fortalecer la representación territorial de estos sectores del peronismo”, explicaron los dirigentes en un comunicado. La justificación esconde otra pata: viejas diferencias de liderazgo entre Zúñiga y el presidente del PJ provincial y exsecretario de Energía de la Nación, Darío Martínez. A la postre, no sería el único peronista en abrirse y seguir a Figueroa.

Zúñiga desobedeció el mandato del PJ provincial y se sumó al armado de Rolando Figueroa.
Zúñiga desobedeció el mandato del PJ provincial y se sumó al armado de Rolando Figueroa.

Como era de esperar, la movida unilateral del dirigente capitalino no cayó bien en la conducción del partido. “Lamento y repudio la decisión adoptada por un minoritario grupo de dirigentes del partido justicialista, de abandonar el partido y concurrir a disputar la interna del Movimiento Popular Neuquino apoyando la candidatura de Rolando Figueroa”, apuntó la Vicepresidenta primera del Partido Justicialista y Presidenta del Consejo Local del PJ Cutral Co, María Elena Paladino

“Este grupo, identificado bajo el nombre del Movimiento Evita, le hace muy poco honor a nuestra líder espiritual, ya que interpreta al revés uno de sus máximos legados: Evita renunció a los honores pero no renunció la lucha; y estos compañeros están renunciando a la lucha pero no a los honores, son el ‘movimiento anti evita’”, denunció Paladino.

En la misma sintonía, la dirigente apuntó: “Es cierto que el partido justicialista atraviesa a un momento difícil, ello es la consecuencia a la que nos llevaron estos años de conducción en los que Marcelo Zúñiga destruyó al partido, lo vació de contenido, de propuestas, lo separó de la realidad de nuestro pueblo y lo convirtió en una cáscara vacía”.

La convivencia entre Zúñiga y Martínez siempre fue más estratégica que por sintonía fina.
La convivencia entre Zúñiga y Martínez siempre fue más estratégica que por sintonía fina.

Pero hasta hay malestar puertas adentro del Evita. “La pregunta es: ¿cómo es posible compartir una colectora con los mismos personajes que se ocuparon de destruir el FdT en la ciudad de Neuquén?”, plantea a Data Clave un dirigente peronista con varias batallas en el lomo y ocasional aliado de Zúñiga. Aunque también dispara para todos lados: “Mientras Darío Martínez, disfrutaba en Qatar de los partidos de la selección, Soledad Martínez, Ramón Rioseco y Oscar Parrilli avanzan en Neuquén capital en la conformación de un frente que pone al radical Juan Peláez como candidato a intendente. Sin consulta previa a Marcelo, quien era el presidente del PJ capitalino”

Y arremete: “En honor a la verdad, Parrilli y Martínez nunca digirieron al Movimiento Evita dentro del PJ. Mas con Darío que con Oscar, Zúñiga siempre tuvo una relación de convivencia política y democrática correcta. Aun así, no eran del mismo palo y cada uno lo tenía más que claro”. Lo cierto es que a la hora de definir alianzas de manera orgánica, la conducción del PJ de la ciudad de Neuquén en el Congreso provincial expuso su posición y solo logro 14 votos a favor. Se impuso la voluntad mayoritaria, propuesta por Martínez y Parrilli.

"Una lectura más que desatinada la del Movimiento Evita que bajo la excusa de ‘cambiarle la vida a los neuquinos’ se involucra en una interna ajena que le abrió más penas que gloria. Y, lo junta con personajes incompatibles: macrismo, progres, MAPO (línea sobichista) y MPN", señala otro pejotista que conoce el paño. Y sentencia: “Una jugada de la que no se vuelve y que deja heridas en militantes y no militantes porque vieron en Zúñiga a aquel morocho simpático y entrador como el que venía a cambiar las antiguas caras de un peronismo que pide a gritos un recambio generacional”.