Los resultados finales de las elecciones en Brasil volvieron a dejar expuesta una vieja puja entre el norte y el sur del país. Una división que bien podría resumirse entre las zonas más pobres y las más pudientes, también atravesadas por una realidad racial. Es por eso que más allá del resultado que llevará a que el presidente Jair Bolsonaro y el líder del PT, Lula Da Silva, se enfrente el 30 de Octubre en el ballotage, lo que quedó en evidencia fue la foto de un país quebrado por dos posiciones antagónicas como parte de una grieta histórica.

Como era de esperar, Bolsonaro logró llevarse la mayor cantidad de votos de parte del sur y también en las ciudades más importantes y pobladas como San Pablo, Brasilia y Rio De Janeiro. En la primera se impuso por 48% a 41%, mientras que en la segunda la victoria fue por 52% a 37%. En la ciudad de la costa del atlántico la victoria fue por 51% a 41%. Se trata, por lejos, de los tres de los cuatro estados con mayor cantidad de electores del país.

Rápido de reflejos, el oficialismo inició la carga de los datos por estos estados. Es por eso que, al principio, pareció que Bolsonaro podría imponerse y dar el batacazo. Sin embargo, la carga de datos de los estados del nordeste provocó un imponente giro en los resultados. Sobre todo desde Bahía, la tercer ciudad más poblada, con una diferencia en favor de Lula de 70% a 24%. La segunda más grande en favor del expresidente.

Por arriba del paralelo 15 Lula logró una fuerte victoria que solo no tuvo su reflejo en Roraima, el estado en el que, contrario al resto, Bolsonaro logró la mayor distancia con 70 por ciento contra el 23 de Lula.

La diferencia en favor de uno u otro fue tan pronunciada que en ningún estado hubo paridad. Lo más cerca que estuvieron uno de otro fue en Amapá, donde Lula se impuso el 3 por ciento de los votos contra Bolsonaro. En concreto el expresidente ganó en 14 de los 27 estados, lo que hablar de una votación muy reñida más allá de los más de cinco puntos que terminó sacando en su favor el líder del PT.

Giro

La grieta brasileña también podría tener su correlato con lo que sucede en Argentina. La diferencia con la actualidad política local radica en el grado de polarización que existió en los comicios de este domingo. Algo que, en Argentina hoy parece roto por la aparición de los libertarios, exponentes de la nueva derecha a nivel local pero parte del combo que bien podría ir anexado a Juntos como parte de una oposición más amplia.

En esta elección de vital importancia para Argentina, donde el gobierno nacional espera un triunfo en favor de Lula que permita continuar con el giro latinoamericanista que tuvo su inicio con el triunfo de Gabriel Boric en Chile y que se profundizó con la llegada de Gustavo Petro en Colombia. Como parte de ese movimiento, Lula podría terminar de dar el golpe territorial con la consolidación de un cambio de rumbo a nivel regional.