“Ellos ganaron perdiendo, nosotros perdimos ganando”. Con esa frase Victoria Tolosa Paz intentó explicar parte de lo que fue el resultado electoral bonaerense. Y aunque parezca confuso y difícil de desentrañar, no deja de haber algo de verdad si se analizan en mayor detalle alguno de puntos por lo que, en este caso, el Frente de Todos consiguió una victoria electoral de fuste para el gobierno de Axel Kicillof.

La clave pasa por espejar las elecciones. Y en esa comparativa, el oficialismo consiguió un triunfo electoral que dos días después del cierre de los comicios, todavía es muy duro de digerir por la oposición, pero sobre todo para el radicalismo. Para entender la bronca, lo mejor es comprender el contexto.

El Senado bonaerense puso en juego para estas elecciones 23 bancas (la mitad del cuerpo), de las cuales 16 pertenecen (al menos hasta el 10 de diciembre) a Juntos. El Frente de Todos, por su parte, defendió 7. Tras los resultados del domingo, la oposición ganó 13 de esas butacas mientras que el oficialismo se quedó con 10. Y aquello que puede parecer a simple de vista una victoria, se convirtió en una derrota. 

Es que, en lo concreto, el Frente de Todos le arrebató tres senadores a Juntos y con ese golpe logró alcanzar la paridad. Sucede que en la previa el gobernador solo contaba con 20 de las 46 bancas totales, lo que lo obligaba a negociar cada iniciativa, sin la gobernabilidad necesaria.

Ahora, la Cámara alta pasó a tener 23 representantes por lado. En un equilibrio que solo podrá ser quebrado por la presidenta del Senado y vicegobernadora, Verónica Magario. Lo que se traduce en un triunfo marcado para Kicillof.

Claro, como era de esperar, esto provocó cruces internos en Juntos. “Se conformaron con el resultado de las PASO y no salieron a militar”, le dijo a Data Clave un dirigente radical de la séptima sección. Desde la UCR le apuntan directamente al PRO. Y los motivos están  la vista.

Los tres senadores se perdieron de las primarias a esta parte. Uno en la primera sección, otro en la cuarta y el último en séptima. La única región que logró mantener la distancia fue la quinta.

El enojo radical de la séptima tiene razones más concretas. Es que el senador electo, Eduardo “Bali” Bucca, logró entrar por el 0.7 por ciento los votos. Lo que lo convirtió, sin querer queriendo, en uno de los adalides del triunfo en la Legislatura. Incluso en la derrota, claro.

“(Ezequiel) Galli boludeó y no motorizó nada. Dejamos pasar la oportunidad de mantener la distancia por un capricho”, agregó la misma fuente. La referencia directa es contra el intendente de Olavarría. Y agregó: “Le dieron la batuta desde el Conurbano y así nos fue. Pensamos que el problema lo íbamos a tener en Azul y al final lo tuvimos en Olavarría”

Desde el radicalismo, y también desde el PRO, había dudas ya desde antes de las PASO por el accionar del jefe comunal de Azul, Hernán Bertellys. Desde ambos sectores aseguraban que no iba a trabajar de manera orgánica con Juntos y que jugaría por la personal teniendo en cuenta su raíz peronista. Sin embargo, tanto la boleta nacional como la provincial obtuvieron más del 50 por ciento en el distrito cervantino.

Pero Galli no fue el único señalado. Desde la cuarta también apuntaron los cañones contra el jefe comunal de Junín, Pablo Petrecca. “Al PRO no le interesó movilizar porque el quinto candidato era de la UCR”, le aseguró a este medio un radical de la región identificada con el campo. De las PASO a noviembre, Juntos perdió un senador. Y añadió: “Era difícil meter porque para eso hubiéramos necesitado una tercera fuerza como lo fue el massismo en 2017. Sin embargo, hubo un mal manejo de toda la campaña a nivel provincial. Conociendo como trabaja el PRO, esta elección fue mal encarada. No hubo intención de ir por más. No hubo una bajada de línea clara y tampoco hubo presencia de dirigentes en los distritos del interior”.

La queja puntual fue hacia los referentes del PRO en el Conurbano y para con Horacio Rodríguez Larreta. “Visitaron todos los distritos del Conurbano y ni siquiera alcanzó para sostener la primera sección. Estuvo mal pensada”.

Tras el pase de facturas, lo que queda ahora es saber cómo se resolverá la presidencia del bloque en el Senado. Algo que, ya de antemano, expone un conflicto a resolver.