Ximena García tiene 35 años y es una de las promesas políticas en la Unión Cívica Radical (UCR). En 2019, fue diputada nacional electa por la provincia de Santa Fe. Es abogada graduada en la Universidad Nacional del Litoral y fue docente de la cátedra de Derecho Constitucional.

De origen radical por sus padres militantes, se formó en el cuadro universitario de Franja Morada, donde ocupó varios roles hasta poder tener responsabilidad de gestión en el cuerpo legislativo de la República Argentina.

Junto con otros legisladores, apunta a ser la mirada renovadora de una UCR que quiere competir en la interna de Juntos por el Cambio para meter a sus propios candidatos. Sin embargo, asegura ella, en diálogo con Data Clave, que lo fundamental para la coalición opositora es la "unidad". También es una de las legisladoras que viene presentando varias propuestas vinculadas al medio ambiente.

La diputada le concedió una entrevista a este medio y también habló largo y tendido del Consejo de la Magistratura, un tema con el que trabajó de cerca en los aspectos técnicos. "El kirchnerismo, cuando no tiene las mayorías, anula la actividad institucional", lanzó.

Data Clave: Antes de hablar sobre sus orígenes políticos, teniendo en cuenta que es abogada, ¿cómo vivió toda esta semana sobre la discusión política por las bancas en el Consejo de la Magistratura?

Ximena García: El kirchnerismo, para las avivadas, no escatima en creatividad. Por más que lo nieguen, rompieron el bloque de Senado para tener al representante del bloque de la minoría en el Consejo. Sergio Massa aceptó la desginación de Roxana Reyes, pero el Frente de Todos lo impugnó y quieren que también avance su elección en Senadores.

DC: ¿Qué es el Consejo de la Magistratura? ¿Por qué es tan importante para la política?

XG: El Consejo de la Magistratura es un instituto que se incorporó a la Constitución Nacional con la Reforma del 94. Es una idea que se inspiró en el instituto italiano y español y que tenía por objetivo trasparentar el proceso de selección, disciplinamiento y remoción de los jueces. Antes era un proceso totalmente oscuro donde sólo intervenía la política, ya que a los jueces los designaba el Presidente con la aprobación del Senado. El Consejo lo impulsó Raúl Alfonsín, entendiendo que iba a generarse mayor transparencia en la elección. Y ante mayor transparencia y menor intromisión de los partidos políticos, por consecuencia iba a tener mayor independencia y, por ende, mayor inmunidad a las presiones del poder político. El fallo de la Corte Suprema del 2016 tenía, entre sus premisas, generar una “despolitización”, o más bien un “equilibrio” entre la política y los otros representantes. Por eso se instó a que antes de 15 de abril se sancione una nueva ley para que se equilibren los poderes en el Consejo.

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DC: ¿Y por qué el Frente de Todos hizo tantos movimientos de último momento?

XG: El kirchnerismo, cuando no tiene las mayorías, anula la actividad institucional. Es más, a día de hoy todavía no tenemos constituidas las comisiones en el Congreso, lo que es una barbaridad, porque desde marzo funcionamos de manera ordinaria. Por la parálisis, no pudimos tratar este proyecto, y todo porque ellos no podían garantizar que se aprobara su propuesta. Pasado el plazo de la Corte Suprema, hoy se está constituyendo el Consejo de la Magistratura “de facto”, de acuerdo a la ley del 97’ y las modificaciones de 98’,  ya que no tenemos nueva ley. Hoy estamos ante un momento de crisis internacional, porque el kirchnerismo y Cristina Kirchner se movilizan cuando su proceso de impunidad está en juego y sienten que están en amenaza.

DC: Ahora sí, cuénteme sobre sus orígenes políticos y qué la impulsó a militar en el radicalismo…

XG: Yo vengo de una familia radical, mi papá era militante universitario de la Franja Morada y se inició en la Juventud Radical con la vuelta a la democracia. Siempre tuve una motivación y una movilización por las causas injustas. Un país con estos niveles de desigualdad y que tenga una línea de largada tan diferente entre unos y otros me generaba impotencia, ver que de pronto no todos pueden tener oportunidades de desarrollo para tener un proyecto. Siempre sentí que ante semejante escenario, la única opción que tenía para reclamar y criticar era a través de la acción y el compromiso. Encontré que la política es la herramienta para hacer estos cambios. Milité en la secundaria y en muchos lugares, sobre todo en la Universidad Nacional del Litoral. Empecé con proyectos de extensión, que eran de alfabetización, apoyo escolar y voluntariados. Después me sumé a Franja Morada, donde asumí diferentes responsabilidades. Fui casi todo lo que se podía ser en la universidad (se ríe). Me recibí y empecé a trabajar como abogada, también fui presidenta del cuerpo de graduados, que nuclea a los recibidos en la facultad. Y después en 2019 tuve la posibilidad de estar en donde estoy como diputada nacional. Siento una gran responsabilidad que cada día me interpela un poco más a ser mejor y a ser formada y presentar acciones. El país vive una crisis galopante en todos los sentidos: económico, social y cultural.

DC: ¿Qué le generaron los últimos cánticos de Franja Morada, donde tuvieron expresiones violentas contra el kirchnerismo?

XG: No le doy relevancia a eso. Creo que hay que tener mucho cuidado con lo que uno dice, y en especial si uno tiene responsabilidades de gestión o representación. Franja Morada siempre ha tenido un rol muy responsable sobre estos aspectos. Una cosa es el órgano institucional, que son los centros de estudiantes, y otra las agrupaciones políticas. No hay que confundir Estado con partidos políticos, es algo que se tiene que trasladar a todos los ámbitos. Creo que terminaron siendo cánticos marginales, la Franja Morada, desde su fundación orgánica, nunca tuvo una actitud golpista; todo lo contrario, siempre se acompañó a todos los procesos democráticos, incluso desde la época de la Dictadura Militar. En esa época, mientras otros estaban haciendo plata en el Sur del país, como el caso de los Kirchner, Raúl Alfonsín estaba al lado de los presos políticos presentando amparos y habeas corpus, poniendo en riesgo su propia vida. Yo soy parte del interbloque de Juntos por el Cambio, pero soy radical, y ante la posición respecto al FMI, los radicales fuimos los primeros en ejercer el rol institucional para acompañar el proyecto y dejar de lado cualquier especulación política. Como oposición nos estamos comportando con responsabilidad y anteponemos la gobernabilidad por sobre cualquier cosa.

DC: ¿Cómo vivió el radicalismo la gestión de Mauricio Macri? ¿Fue un error acompañar al PRO?

XG: En ese momento era militante, así que lo viví de cerca. Cuando asumió Cambiemos en 2015 nos llenamos de expectativas y entusiasmo para empezar a reescribir otra historia en el país. Se hicieron muchas cosas acertadas, pero en cuatro años es muy difícil torcer el rumbo. Creo que la crisis económica e inflacionaria terminó de quitarnos la oportunidad de seguir gobernando y mostrar que era posible otro futuro. También era otro momento social, existía todavía algún tipo de pensamiento en donde se consideraba que las soluciones podían ser inmediatas. Hoy el contexto es otro y la madurez cívica es otra, y creo que le pasa lo mismo a Juntos por el Cambio. Cambiemos asumió como una alianza débil, nosotros desde el radicalismo tuvimos muchas diferencias con las medidas que tomó Macri, algunas las hicimos públicas y otras no tanto. Siempre es bueno reconocer los errores e identificarlos para no volver a cometerlos, pero siempre mirando para adelante. Es cierto también que el partido radical no estaba bien representado en la mesa de tomas de decisiones. Es por eso que en 2021 quedamos bien ubicados, sobre todo porque el radicalismo tiene mucho para aportar. Aspiramos a llegar con un candidato propio a 2023, pero a lo que apuntamos es a la unidad de Juntos por el Cambio.

DC: ¿Cómo ve al radicalismo en términos políticos?

XG: La UCR está muy bien. Por supuesto que nos falta y necesitamos volver a enamorar a más jóvenes, pero estamos en un proceso de renovación. Hay muchas figuras nuevas, como los casos de Faundo Manes, Martín Tetaz y Carolina Losada. También está Alejandro Cacace, Jimena Latorre, son varios. Es una gran oportunidad para el radicalismo, en momentos de tanto populismo y demagogia, lo importante es no simplificar los mensajes y tomar posición. El radicalismo tiene mayores condiciones para poder hacerlo. Siempre fuimos un partido moderado, equilibrado en sus decisiones y reflexivo. Siempre aplicamos esa cuota de racionalidad y sensatez, a pesar de que no mide electoralmente en un contexto de crisis, pobreza y apatía de la sociedad.

DC: ¿Rescata a algún dirigente del Frente de Todos? ¿Hay expresiones en el oficialismo que permitan sentarse a coincidir o debatir ideas?

XG: Nosotros siempre estamos a disposición para los que tengan vocación de construir. Intentamos por todos los medios que nos consideren y que nos llamen a una mesa de trabajo en el Congreso. Creo que lo dejamos en claro durante el inicio de la pandemia del covid-19, donde Mario Negri se puso a disposición del propio Alberto Fernández. Pero nunca se hizo, siempre primó la especulación político, y para tener un programa de Gobierno fuerte se requiere de mucho consenso político y social. El Frente de Todos no ha demostrado esta actitud, todo lo contrario, se han radicalizado cada vez más. Nosotros queremos resolver los problemas de este país y para eso se requiere consenso en todos los estadíos. Yo hace poco presente el proyecto de ley por Humedales. Lo debatimos dos años y lo terminamos acompañando con un dictamen consensuado, a pesar de que algunas voces no acompañaron. Ese es un ejemplo menor, pero lo que quiero representar es que, cuando discutimos seriamente y tratamos de sacarnos los prejuicios, nosotros tenemos vocación constructiva y propositiva para brindar soluciones.

DC: ¿Qué le genera el fenómeno Javier Milei? Especialmente porque es una figura que está impactando mucho en los jóvenes y barrios vulnerables…

XG: Es lo que vos decías recién, es un fenómeno producto de las circunstancias en las que estamos viviendo. Hay mucho enojo social, mucho distanciamiento y mucha falta de confianza de la ciudadanía para con la política. No hay duda que la crisis que estamos viviendo son por decisiones desacertadas que terminan generando un combo explosivo como el de ahora, con una inflación en escala, el detrimento de nuestra moneda y un proceso con falta de empleo e inclusión. En ese contexto de bronca, malestar, apatía y desesperanza, surge un fenómeno como Milei que representa un discurso muy agresivo, reaccionario y simplificador de la realidad. Y a eso se suma que tiene propuestas demagógicas que son inviables. Es obvio que su discurso termina siendo seductor para muchos jóvenes que están cansados y que no encuentran que les estemos presentando un proyecto con esperanzas. Tenemos que tomar nota del fenómeno Milei y trabajar el triple para un proyecto que sí genere esperanza. No queremos convocar a través de odio, todo lo contrario, queremos un proyecto propositivo y que de esperanza.