Durante la visita de Martín Guzmán a la cumbre con ministros de Hacienda, directores del Banco Mundial y miembros del G20 durante esta semana que comienza, seguro se dar en los nuevos anuncios que estudia el gobierno para morigerar el impacto de la inflación: el impuesto a la "renta inesperada" y el nuevo IFE.

Lo llamativo es que el Fondo Monetario Internacional (FMI) ahora no parece tan reacio a la posibilidad de que se vuelva a pagar el Ingreso de Emergencia. De hecho, no son pocos los economistas del Fondo que no critican el programa Tarjeta Alimenta, que cuenta con 3.300.000 beneficiarios (94% son mujeres). Incluso, aunque el gasto ejecutado hasta marzo 2022 es 101% superior al de los primeros tres meses de 2021.

Las razones que el FMI apoya estas transferencias directas no es porque haya un nuevo Fondo sino por los informes que le dan sus economistas en la Argentina, donde afirman que la situación social sería explosiva sin esa ayuda. Es por eso que el organismo multilateral mira con lupa las jubilaciones: los servicios sociales representan un 65% del gasto público durante 2022, y dentro de este rubro, la seguridad social es el componente más significativo y alcanza un 45,2% del gasto total ejecutado

Pero lo cierto es que la aceleración de la inflación en marzo y su mayor alza en 20 años determina a los técnicos del Fondo a pensar que fiscalmente el año puede ser más complejo de lo previsto debido al efecto negativo que los precios de la energía en materia de subsidios económicos.

Los números que maneja el FMI son preocupantes: el gasto se incrementó un 101% en la Tarjeta Alimentar, 175% en el Potenciar Trabajo y 183% en los subsidios energéticos. Por lo que  el objetivo de déficit primario de 2,5% del PBI que se firmo en el acuerdo con el Fondo, hoy está cada vez mas  lejos de cumplirse.

En los hechos, esto determinaría que o bien que el Tesoro emita por encima del 1% del PBI previsto en el acuerdo con el FMI, con los respectivos efectos que esta expansión puede generar en materia cambiaria e inflacionaria; o incrementará la colocación de deuda en pesos, llevando al máximo la capacidad de endeudamiento del estado.

Así las cosas, es probable que cuando Guzmán regrese al país, volverán con él los deseos del Fondo de subir tarifas. Y es que en los primeros tres meses de 2022, los subsidios energéticos alcanzaron los $312.379M  y crecieron un 183,3% respecto del mismo período del año pasado, con un 86,5% de los subsidios que se destinaron al sector eléctrico y un 13,5% al sector gasífero. Un número imposible para los técnicos del Fondo pero demasiado comprensible para el gobierno que parece por estas horas preferir discutir los subsidios con el FMI en 2022 y no el sillón de Rivadavia en 2023 con la oposición.