Carlos Marx, parafraseando a Federico Engels, escribió que “la historia se repite, una vez como tragedia, otra vez como farsa”. Habrá que ver qué categoría le encontramos al proceso inflacionario argentino que promete un aumento de dos dígitos para agosto.

Los primeros cálculos de las consultoras han estimado que la inflación de agosto estuvo entre un “piso” del 10,5 % y hasta un “techo” del 12,5%. Sería la primer ves que la suba de precios alcanza los “dos dígitos”, algo que no ocurría desde abril del 2002.

En ese momento, el derrumbe del régimen de Convertibilidad multiplicó la paridad de “un peso por un dólar”, a cuatro pesos.

En ese aciago comienzo de otoño del 2002, la inflación alcanzó al 10,2% y precipitó, entre otras razones, la salida del ministerio de Economía de Jorge Remes Lenicov, y su reemplazo por Roberto Lavagna, bajo la presidencia de Eduardo Duhalde.

Pero para encontrar un cifra mayor habrá que remontarse a marzo de 1991, cuando el Índice de Precios al Consumidor alcanzó 11%, y dio paso al régimen de Convertivilidad, lanzado entonces por el ex presidente Carlos Menem, y su ministro de Economía, Domingo Felipe Cavallo.

Los parecidos, presidentes peronistas, cambios de ministros, crisis económica, nublan el entendimiento y borran las diferencias.

En 1991 Argentina venía de dos procesos hiperinflacionarios, uno de Raúl Alfonsín, y otro de Carlos Menem, y de una confiscación de ahorros a través del “Plan Bonex”, que implicó tomar casi todos los dineros que estaban en plazo fijo y entregarle a sus propietarios un bono a 10 años.

El del 2002, había encontrada a Argentina en un fuerte proceso de deflación, con corrida bancaria y cambiaria, y un proceso de renegociación de la deuda.

Nada de esto sucede ahora. El país hace 11 años que no crece, acompañada de un proceso de aumento sistemático de su tasa de inflación pero no una “híper”, con incremento de la pobreza, y con una deuda que no para de crecer. Incluso, los bancos se cubren tomando deuda en pesos que se reajusta por inflación o por la variación del dólar.

Si la inflación “es siempre un fenómeno monetario“, habrá que ver qué es lo que lo produce. Es como decir, que una inundación es el aumento desmesurado del agua. Si, pero tendremos que fijarnos si es por la lluvia, o porque tenemos un caño roto.

En estos tres casos, 1991, 2002 y 2023 el fenómeno que los conecta es el creciente aumento del déficit fiscal, y la escasa capacidad del país no por hacerse de dólares, sino para retenerlo en sus arcas.

Argentina exportar casi los mismos volúmenes de bienes, solo que mejora cuando tiene precios más altos, como ocurrió desde mediados del 2002 al 2009, y en el 2021 y 2022.

Las imágenes son parecidas, pero las situaciones son distintas, como sus soluciones. Ahora, habrá que esperar al miércoles 13 para que el Indec informe si estamos en una tragedia, en una farsa,...o ya pasamos a otro estadío.