Cada vez que llega diciembre, los medios se llenan de informes en los que se compara los precios que se pagaban durante el verano anterior, respecto al próximo, y con la inercia inflacionaria, no es casual que se hable de aumentos superiores al 100% para las vacaciones de 2023.

Un reciente informe de la consultora Focus Market dio cuenta dentro de los artículos necesarios para la canasta de verano 2023, algunos han sufrido aumentos muy fuertes de hasta el 180 % interanual, “como los protectores solares, cremas hidratantes insecticidas”. A su vez, “en el caso de trajes de baño y calzados para la playa, los incrementos promedio son del 130 %”, dijo Damián Di Pace, director del organismo.

¿Y por qué no debería ser así? Este año Argentina cerrará con una inflación cercana al 100%, no extraño que los productos se alineen con el alza de precios promedio.

Y lo mismo pasa con los alojamientos. Los “hoteles tres estrellas” (alguna vez en Argentina se tendrá que analizar el sistema de calificación de los hospedajes) para dos personas adultas y dos menores va desde los $ 888.396 en Mar del Plata, pasando a $ 950.748 en Bariloche, y llegando a $ 997.288 en Puerto Iguazú, los 15 días, es decir, a razón de unos $ 60.000 promedio, por día, y de comer ni hablemos.

¿Uruguay está más caro que Argentina? Si, totalmente. La relación del peso uruguayo con el dólar hace imposible cualquier comparación, incluso con selectos lugares de veranear como Pinamar, Cariló, Calafate o Ushuaia.

Ahora, si se lo compara con las playas de Brasil, de Rio de Janeiro hacia el sur ¿es tan grande la diferencia?

Por desgracia, la respuesta es que no. El hospedaje cuesta más o menos lo mismo, aunque en lugares como Torres, Laguna, Ferrugem, Praia do Rosa, Florianópolis, o Camboriú, la oferta es tan variada que se consiguen precios incluso más accesibles que en los balnearios “top” de Argentina.

Y además, el precio de la comida en Brasil, en los supermercados, es incluso menor al que se puede pagar en la Patagonia, Pinamar o Cariló. Una cena para dos personas en Brasil, sin vino, porque es importado, ronda los $9.000, más cara que en Buenos Aires, si, pero no mucho más que en los principales “destinos turísticos locales”.

Es el factor pasaje aéreo” lo que desalienta el turismo, pero como siempre, hay “una vuelta”. Uno se puede tomar un avión pagando en cuotas hasta Puerto Iguazú, cruzar en remís al lado brasileño, -algo bastante usual- y desde allí tomar otro avión a cualquier destino de ese país y se puede ahorrar hasta un 25% del pasaje.

Más allá de eso, los precios con Brasil son tan caros o baratos como los destinos exclusivos de Argentina pero con una diferencia: no aumentan “en el verano”.

Y para cerrar, un ejemplo: en Calafate dejó de circular cuando llegó el Covid el colectivo que unía el centro de la villa turística con el Parque Los Glaciares. En febrero, si uno no alquilaba una excursión, tenía que alquilar un auto o tomar un taxi que cobra $ 10.000 para llevarte, esperarte en el destino hasta tres horas y volverte a traer.

Esas excursiones de precios internacionales se podían hacer gracias al “Ahora 12” y el “Pre viaje” que devolvía la mitad del dinero que uno gastaba en hoteles y aviones, por lo cual uno pagaba solo la mitad y el resto lo terminaba abonando la gente que no se puede ir de vacaciones.