Los bonos están regalados. Eso es lo que afirman los operadores en el mercado que recuerdan que los dos papeles insignia del Gobierno para mantener a calma el dolar -el AL30 y el Global 2030- cotizan a menos de 21 y 24 dólares respectivamente, es decir casi 3 dólares menos que cuando los Fondos Buitres se hicieron de los papeles argentinos a precios de ganga a principios del siglo XXI, cuando la Argentina declaro el default. 

Si bien la explicación oficial en el salto de las cotizaciones es que el mercado sobre reaccionó luego de que el Banco Central restringiera este lunes el acceso a divisas para bienes suntuarios como automóviles de lujo y aviones y cortó la financiación local de importaciones con licencias no automáticas, en los hechos los grandes inversores creen que la Argentina no pagara la abultada deuda en pesos en el mediano plazo y le piden mas tasa.

Tampoco ayudaron las palabras del titular del BCRA, Miguel Ángel Pesce, quien afirmo que para evitar una “devaluación brusca” se usa el bloqueo de importaciones para comprar reservas.  "El mercado que fija precios de dólar con títulos públicos es pequeño, opera US$60 millones diarios. El mercado oficial, US$ 1.000 millones diarios. El dólar ilegal, se estima, opera algunos millones de dólares por día. Cualquier movimiento especulativo mueve esas referencias. No necesariamente tiene que ver con las medidas que tomamos ayer" afirmó Pesce

Pero lo cierto es que las alertas del desarme de cartera en pesos bancos extranjeros se dio en el marco de un día agitado, en donde Bloomberg publico una nota donde señalaba que "dos años después de que Argentina saliera de su último incumplimiento, una crisis de deuda se está gestando una vez más". La agencia de información financiera también señaló que "los funcionarios se están quedando sin opciones de financiamiento y que una reestructuración de los bonos locales se está volviendo casi inevitable".

El reporte añadió que "parte del problema radica en el hecho de que el valor de gran parte de los bonos están vinculados a la inflación, siendo el único instrumento que los inversores afectados por la crisis han encontrado atractivo. Así, la explosión de la inflación, en lugar de proporcionar una gran dosis de alivio de la deuda, como ha sucedido con los Gobiernos de todo el mundo este año, en realidad está presionando aún más las arcas fiscales. Los precios al consumidor se han disparado a una tasa anual de más del 60% este año, la más alta de este siglo y una de mayores en todo el mundo". Un diagnóstico lapidario.