Cuando los dólares financieros y el blue parecían no tener techo hace poco menos de un mes, y amagaba en el caso del paralelo con cruzar la barrera de los $200, las expectativas de devaluación del mercado aventuraban un inminente salto en el tipo de cambio oficial.

Sin embargo, la brecha cambiaria, que había llegado al 150%, se desinfló a menos del 90% (en el mercado paralelo), durante las últimas semanas, por varias razones: los tipos de cambio alternativos habían llegado a niveles que estaban lejos de sostenerse en fundamentals (no hay vencimientos de deuda en el corto plazo tras el canje de la deuda, por ahora hay superávit comercial, y se mantiene un súper cepo para la compra de divisas); los organismos oficiales intervinieron en el mercado del dólar financiero a través de la venta de bonos; el Tesoro llevó  cabo con éxito licitaciones de bonos dólar-linked (título en pesos que ajusta por el dólar mayorista) y del canje de letras por bonos en dólares, para dar salida a los grandes fondos.

El ministro de Economía, Martin Guzmán, también hizo su aporte: deslizó que el déficit fiscal objetivo para el año próximo sería menor al del Presupuesto 2021 (de 4,5% buscaría llevarlo al 3,8%), reduciendo las necesidades de financiamiento y por ende el riesgo a tener que recurrir a la emisión de pesos. Además, la semana pasada confirmó que no habrá un “IFE 4”, lo que reduce las proyecciones del gasto previsto para el último mes del año.

En el medio, apareció un muy mal dato de inflación de octubre: 3,8%, el nivel más alto de 2020 y muy por encima de la estimación del mercado. El Banco Central respondió a la aceleración de los precios con un incremento de las tasas (la de plazos fijos para minoristas la llevó del 34 al 37%). Pero además hubo rebotes en el dólar blue (saltó $23 entre miércoles y viernes de la semana pasada), y en los dólares a futuro, justo en la semana en que una misión del FMI desembarcó en el país para renegociar el crédito récord (de unos u$s45.000 millones) otorgado en la administración macrista.

Con todos estos datos sobre la mesa, Data clave consultó a tres economistas del mercado para lograr dilucidar cómo se encuentran actualmente las expectativas de devaluación del peso de cara a los próximos meses: ¿hay algunos signos que pueden atenuar una aceleración en el tipo de cambio, y simplemente se ha ganado tiempo para el inevitable salto del dólar en el mercado mayorista?

Guido Lorenzo, director de la Consultora LCG

Diciembre es un mes complicado, se sabe que se tendrá que emitir alrededor de $400 mil millones para financiar al Tesoro en un contexto de caída de la demanda de circulante.  Creo que habrá que estar atentos a la segunda quincena de ese mes y lo que suceda en el primer bimestre de 2021. Principalmente porque diciembre estacionalmente aumenta la demanda de pesos por lo que podría enmascarar el exceso de oferta de pesos, pero luego puede aparecer inestabilidad.

La brecha está cerca del 100%, hace 60 días estaba en 35%, no hay nada para festejar con la reducción que se produjo en las últimas semanas.

Hay expectativas de depreciación más altas que hace 2 meses, pero se logró sortear la inestabilidad de la segunda y tercera semana de octubre

Creo que las señales están, falta concretarlas ahora. Ello conlleva el riesgo de no poder cumplir y perder la credibilidad que no le sobra al equipo económico.

Quizás un compromiso más fuerte con una convergencia fiscal más acelerada podría caer bien, pero no creo que sea plausible. Luego del primer bimestre, está la cosecha gruesa así que supongo que será una etapa más tranquila relativamente.

Lorena Giorgio, economista principal de Econviews

El problema de fondo aún está lejos de resolverse, y eso hace que las presiones de devaluación sigan latentes. El desbalance monetario sigue en niveles históricos y la cantidad de dinero se ubica un 20% por encima de su promedio de los últimos 15 años. Al mismo tiempo, y a pesar del guiño del mercado en las últimas licitaciones, esperamos que el Central aun tenga que emitir al menos unos $300 mil millones antes de fin de año para financiar al Tesoro.   

El dato de inflación de octubre, muy arriba de lo esperado en un escenario de cepo cambiario, tarifas congeladas, algunas actividades aún afectadas por la cuarentena, y programas de precios máximos y cuidados, retroalimentó las ya elevadas expectativas de devaluación.

La suba de tasas que anunció el Central el mismo día que se publicó el dato de inflación, si bien va en la dirección correcta, volvió a ser en cuentagotas y seguramente se vuelva a quedar corta y no sirva para anclar expectativas. Las tasas reales ex-ante siguen siendo negativas considerando las expectativas del mercado. 

Hacen falta señales fiscales y monetarias concretas, y un pronto acuerdo con el Fondo que brinde certidumbre y ofrezca algo de financiamiento fresco para engrosar reservas. Recién ahí podríamos pensar en presiones que comiencen a ceder.

En nuestro escenario base, contemplamos una aceleración del ritmo de depreciación mensual, desde un promedio de 2,7% en los últimos 6 meses hasta 5% y 5,8% en noviembre y diciembre, respectivamente. De esta manera, 2020 cerraría con un tipo de cambio en torno a $87. Vemos muchas chances de un salto discreto del tipo de cambio oficial en el primer trimestre de 2021, aunque hay que monitorear de cerca las señales que envíe el Gobierno en cuanto a la reconstrucción de la confianza y los avances en las negociaciones con el FMI.

Juan Ignacio Paolicchi, economista de la consultora Empiria

Con una brecha del 85% las presiones de una devaluación o suba en el tipo de cambio siguen latentes porque el Gobierno no le puede escapar a un problema de niveles sin corregir el tipo de cambio oficial.

El tipo de cambio real está en niveles consistentes con un superávit de cuenta corriente, pero como consecuencia de la brecha no puede captar esos dólares excedentes, por lo que en algún momento va a tener que corregir el tipo de cambio oficial.

El punto es cuándo y eso es una incógnita. Lo importante es ver si la devaluación es ordenada o desordenada. Si es ordenada es un escenario menos caótico y doloroso para la macroeconomía, porque lo hacés con un plan. Si es desordenada porque te quedaste sin reservas, es riesgoso en términos de caída del nivel de actividad y principalmente de inflación.