La fuerte recuperación que mostró la economía en la salida de la pandemia enfrenta desafíos para convertirse en una recuperación sostenida, el principal anhelo que mantiene hoy el Gobierno nacional. Al nuevo contexto internacional que desató la guerra en Ucrania se le suma el impacto de la inflación local, muy relacionados entre sí, y la poca disponibilidad de dólares que tiene la economía. Tal como señaló el Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (Ceso) la reactivación se da “con poca nafta en el tanque”.

La actividad recuperó 10,3% el año pasado, un guarismo mucho mejor al que se esperaba oficialmente pero también en las previsiones privadas. De allí que el desempleo quedó en los niveles más bajos desde 2016 (7%), la inversión se incrementó casi 33%, con la recuperación de 1,2 millones de puestos de trabajo que en gran parte se habían perdido durante la pandemia. Esos números entusiasman al Gobierno y a los funcionarios del área económica

Cómo señaló Ceso, “la novedad es que este escenario de insuficientes ingresos para la mayor parte de la población se da con una economía que tiene niveles de actividad relativamente altos, que se reflejan en la creación de puestos de trabajo, en el desempleo y en las importaciones”. Paradójicamente, “estamos utilizando reservas como en el período 2013-2017 para importaciones pero con salarios reales muy inferiores y un nivel de reservas al borde de la línea de flotación”, mencionaron.

El problema de la disponibilidad de dólares ya es una limitante para la producción de la industria, tanto en pymes como en grandes plantas. Esta semana hubo reclamos desde el sector autopartista y otros rubros asociados a las actividades manufactureras. Las nuevas regulaciones limitan el acceso a dólares para pagar importaciones de insumos, en su mayoría intermedios, que complican programar los esquemas de trabajo. 

“Cuando escasean los dólares es cuando se limita la posibilidad de crecer. Esto es lo que tenemos que entender muy bien a la hora de administrar la política económica”, dijo el ministro de Economía, Martín Guzmán, antes los magnates locales reunidos en el Llao Llao.

Por su parte, en el Banco Central dijeron a Data Clave que “se está trabajando con cada empresa para determinar las necesidades, dentro de la línea establecida”. Desde el Ministerio de Desarrollo Productivo afirmaron que la falta de dólares “no será un problema para el crecimiento de este año”, pero que la mayor demanda de divisas es por producto del crecimiento y los mayores costos internacionales. 

La producción industrial, en particular, creció 15,8% en 2021, pero en el primer trimestre del año acumuló una baja debido al impacto de la tercera ola, paradas de planta, dificultad para importar y de abastecimiento internacional por cuellos de botella. “Todavía no podemos hablar de que se frenó en la recuperación, pero sí sabemos que habrá meses mejores que otros”, afirman desde el Gobierno.

Por otro lado, la inflación golpeó fuerte el poder adquisitivo en estos primeros cuatro meses. Con los datos más optimistas, que estiman un acumulado del 21,5% entre enero y abril sería el acumulado más alto desde 1991. Si la inflación anual corriera al 60%, algo que no descarta el Gabinete Económico, también sería el mayor nivel desde la hiperinflación, marca que hasta ahora ostenta la gestión de Mauricio Macri en 2019 (53,8%).

En ese marco, el consumo privado mermó 1,5% sin estacionalidad desde enero, según las proyecciones de la consultora Eco Go. El consumo, vale resaltar, representa aproximadamente el 60% del PIB por lo que es una variable significativa para ver cómo evolucionará la economía. La respuesta del Gobierno fue un bono de $18.000 como paliativo para los sectores más desprotegidos y la rápida apertura de paritarias con pautas que se acercan cada vez más al 60%.

Los ingresos no perdieron con la gestión de Alberto Fernández, aunque no han podido recuperarse del golpe de la crisis macroeconómica de 2018-2019. Los salarios acumulan una pérdida de 20,2% de su poder adquisitivo desde 2016. En tanto, los empleos no registrados son quienes sufrieron las peores consecuencias (-31,9%), seguido públicos (-20,5%) y privados registrados (-15,3%). 

En el caso de los privados registrados la caída promedio fue de 2,3% pero de los informales escaló al 7,1%, según repasó el centro Cifra de la CTA. Un análisis de la consultora PxQ destacó que los salarios acumulan una pérdida de 20,2% de su poder adquisitivo desde 2016. Los empleos no registrados son quienes sufrieron las peores consecuencias (-31,9%), seguido públicos (-20,5%) y privados registrados (-15,3%). 

Desde Fundación Capital, proyectaron para 2022 una baja de 0,8% en el poder de compra del sector privado registrado, de 1,8% para el sector público y una merma de 5,6% para los no registrados. Según resaltaron, los bonos anunciados para este segmento acotan la caída del poder adquisitivo, pero "no logran revertir lo complejo de la situación social".

“Cada vez que Argentina tuvo un período en el cual hubo un crecimiento económico que no se distribuyó de forma razonable, no se pudo sostener en el tiempo”, afirmó Guzmán ante los empresarios para justificar el cobro de un impuesto a la “renta inesperada”.

Para Ceso, la discusión sobre la distribución del crecimiento que se plantea incluso hacia adentro del Frente de Todos no es el punto de partida de un modelo de crecimiento sustentable ni el inicio de un ciclo virtuoso. “En todo caso, la disputa por el nivel de ingresos se da como antesala de un nuevo freno al crecimiento por falta de dólares pronto a concretarse. El resultado de la actual puja distributiva será más el punto de partida desde el cual cada uno tendrá que afrontar un eventual nuevo freno al crecimiento de nuestra economía”, apuntaron.