A partir de la próxima semana, Sergio Massa, toma las riendas del ministerio de Economía en medio de una crisis que no es sólo económica sino también política. Las expectativas de un mercado que espera más señales de ajuste y “ortodoxia” resultaron positivas, con un alza de los bonos y baja del dólar en sus distintas versiones. El desafío del nuevo ministro será administrar las demandas del FMI y las de sectores, algunos dentro del propio Frente de Todos, que piden medidas expansivas.

La noticia del tigrense coincidió este viernes con una baja en el dólar blue por debajo de los $300 y de los financieros también perforando ese piso, luego de la fuerte disparada que se había generado a partir de junio y que se había profundizado tras la renuncia de Martín Guzmán. Los bonos levantaron y el riesgo país quedó por debajo de los 2.400 puntos después de haber rozado los 3.000, en el marco de un mercado internacional que también mostró guarismos positivos tras los anuncios de la FED.

Sin embargo, la situación está lejos de haber dejado de ser crítica y Massa deberá cumplir con las expectativas de un mercado que espera mayor disciplina fiscal en lo que queda del año. En criollo, un ajuste. Fuentes del mercado y de empresarios ligados al G6 coincidieron ante la consulta de Data Clave en que el hasta el próximo lunes presidente de la Cámara de Diputados “cuenta con la espalda política para hacerlo”.

En este marco, el FMI también espera que Argentina cumpla con el programa firmado en marzo. La ahora ex ministra Silivina Batakis había viajado a Washington esta semana para ratificar las metas pactadas con el organismo, a la vez que prometió tener el respaldo de los tres accionistas mayoritarios de la coalición para hacerlo. Pocas horas pasaron desde su llegada para luego ser desplazada al cargo de directora del Banco Nación. “Desprolijidad e ingratitud”, definió el ex funcionario Fondo, Hector Torres.

En la última revisión del programa, el staff técnico del organismo pidió una “mayor disciplina fiscal” a partir del segundo semestre y explicitó que debería aplicarse un recorte de 7,8% real para cumplir con la meta de déficit fiscal del 2,5% del PBI durante este año. La titular del Fondo, Kristalina Georgieva, ya había adelantado que se necesitan “acciones dolorosas”.

Las proyecciones de las consultoras rondan el 3,5% del PBI, ya que en el primer semestre los gastos se expandieron 75% interanual. Una pregunta que quedará en el tintero es por qué se lo calificó a Guzmán de “ajustador” por parte del kirchnerismo con ese nivel de expansión del gasto y en el equipo de Batakis se lo acusaba de haber “gastado de más”.

Habrá que esperar para ver si Massa avanza en el sentido del ajuste, teniendo en cuenta los pedidos que realizan los movimientos sociales sobre un Salario Básico Universal u otras que pueden implicar desviarse de los objetivos. Algunos incluso pertenecen a su propio espacio político y demostraron en los últimos días su capacidad de movilización. De hecho, mientras se definía el jueves en Casa Rosada el nuevo Gabinete había una masiva convocatoria en Plaza de Mayo. Hoy habrá otra en las puertas del Congreso.

Las medidas a aplicar, reconoció el nuevo ministro de Economía, se conocerán el miércoles después de que estén completos todos los casilleros que incluirán los secretarios de Agricultura y Desarrollo Productivo. Este último punto se trabajará durante el fin de semana. Vale recordar que como de titular de Diputados tuvo un rol clave en la aprobación en el Congreso del acuerdo con el FMI ante el rechazo del kirchnerismo.

El otro frente tiene que ver con la emisión monetaria para asistir al Tesoro. En julio, bajo el mando de Batakis, se consiguió más que refinanciar todos los vencimientos, con una fuerte suba de tasas mediante. Pero nada está dicho: hay vencimientos pendientes por $1 billón y el mercado de deuda local es la base del programa financiero del Gobierno. Una mala señal al mercado podría jaquear este frente. 

También se encuentra la necesidad de acumulación de reservas. Esto no tiene que ver solamente para cumplir con el objetivo de US$ 5.800 millones del FMI sino también para la estabilidad cambiaria. Menor cantidad de reservas en el Banco Central es directamente proporcional a mayores expectativas de devaluación y salto de los dólares alternativos. 

Si bien existen diferentes estimaciones, ninguna consultora mira los niveles de reservas netas por encima de los US$ 2.000 millones, lejos de la meta del FMI de acumular US$ 4.400 millones para finales de agosto. La apuesta oficial fue dar incentivos al campo para acelerar la liquidación, por el que reconocen en el BCRA esperan sumar US$ 2.500 millones o más. No son pocas las voces dentro del Gobierno que afirmaban que la medida “se queda corta” para seducir al sector, la misma que había sido negada firmemente durante una semana y finalmente se terminó aplicando. El endurecimiento del cepo de acceso a dólares para importación, que golpea la de insumos para producir, va a tener impacto en la actividad económica. 

Respecto a este último punto, el Gobierno espera con la llegada de Massa al Gabinete una mayor coordinación y peso político para la toma de decisiones. A diferencia de sus predecesores del FdT manejará toda la botonera de la economía, factor determinante en la renuncia de Guzmán quien había deseado esa posibilidad para quien lo sucediera en el cargo. Otra ventaja a favor del tigrense es que tiene línea directa con Alberto Fernández y Cristina Kirchner. 

El desafío inmediato es la inflación, por su efecto sobre el poder de compra, la actividad y el humor social. Ninguna estimación de consultoras está por debajo del 80% para 2022, que sería la más alta en tres décadas, en un mundo convulsionado por la suba de precios. Una de las apuestas del Gobierno es que Massa sea un "ancla en las expectativias".