“Los datos anticipados de marzo reflejan una mayor caída por parte de la industria”, que el 6,8% interanual de febrero, advirtió el último informe de la Unión Industrial Argentina (UIA) difundido la semana pasada.

Y fue más allá: La entidad fabril pidió “la urgente necesidad de implementar políticas que permitan sostener la demanda, considerar el impacto en la industria nacional de la apertura comercial sin antes bajar impuestos, los recientes aumentos de tarifas y la pérdida de empleo”.

Los dichos de la UIA se suman a otros indicadores de producción, y pronunciamientos de economistas, sobre la caída de la actividad económica presente, y de mediano plazo.

Por ejemplo, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) estimó que, en el mejor de los casos “el área a sembrar con trigo en la campaña 2024/25 será de 5,9 millones de hectáreas, similar a la de la cosecha anterior”.

“El marco económico establece algunos obstáculos a la hora de definir el planteo productivo” en el caso del trigo. “Los costos elevados de los insumos dados los precios del cereal comprimen los márgenes proyectados afectando la competitividad del cultivo”, destacó la BCBA.

En medio de este panorama, tanto Claudio Caprarulo, Martín Redrado y Hernán Lacunza salieron a apoyar la baja del déficit fiscal, pero advirtieron sobre la necesidad de un plan de crecimiento.

El Gobierno de Javier Milei “sacó al paciente de terapia intensiva y lo puso, al menos, en terapia intermedia”, dijo Lacunza en declaraciones a Radio con Vos. 

Sin embargo, amplió: “Lo que más me preocupa es que el gobierno confunda que lo que lo trajo hasta acá lo va a llevar hasta allá. Por ejemplo, esa desaceleración inflacionaria de los primeros cuatro meses está muy asociada al ancla cambiaria del dólar al 2% mensual. Eso obviamente tira la los precios para abajo o los desacelera y puede ser eficaz al principio, pero deja de ser eficaz cuando llegas a estos niveles cambiarios y tenés un incipiente atraso”.

Dentro de ese esquema “no veo que venga una recuperación en forma de ´V´’. Esto es más bien una cuestión de demanda y de deterioro de ingresos, porque se corrió el velo y éramos más pobres de lo que pensábamos, entonces la actividad no se va a recomponer tan rápido y tan automáticamente”, dijo el director de la consultora Empiria.

Por su parte Redrado destacó que “el equilibrio presupuestario es un medio pero no puede ser un fin”, y en esta misma línea, explicó que “Argentina necesita por delante tener un programa productivo, federal, que le de a las provincias la capacidad de hacer su propio esquema de desarrollo, y basado en la innovación”.

Además, advirtió que “queda por ver la sustentabilidad de poder mantener el equilibrio en las cuentas públicas. La licuación o el atraso que se ha hecho de las jubilaciones y salarios no es sustentable hacia adelante”.

En declaraciones a Radio Mitre, Redrado apuntó a que para que el superávit fiscal sea sustentable, “lo que necesitás es ampliar la base de tributación, que más argentinos salgan de la informalidad y puedan contribuir a través de sus impuestos a poder bajar la relación con el gasto público”.

Más agudo resultó el director de la consultora Analytica, Claudio Caprarulo, para quien "todavía no llegamos al piso recesivo y vamos a seguir viendo que esta crisis se sigue profundizando".

"La fuerte caída que tuvieron los salarios hizo que compremos menos cosas de las que comprábamos antes. Todas las restricciones de consumo hacen que las empresas empiecen a producir menos", agregó Caprarulo en declaraciones a CNN-Radio.

Advirtió que "el superávit fiscal se explica porque el Gobierno aplica un programa de motosierra, bajando el gasto en varias partidas presupuestarias, y de licuadora porque no se actualizaron, por ejemplo, las jubilaciones".

“Ahora el gobierno va a empezar a notar que las decisiones que tomó impactan en ingresos futuros y menos recaudación. Parte de la discusión de las medidas es sobre su sostenibilidad", agregó Caprarulo.