Está claro que estamos en un problema grande de empleo en Argentina. El desempleo aumenta ya que tenemos una gran caída de la actividad económica, que no se puede frenar con una fenomenal política expansiva simultánea en las políticas fiscales y monetarias. Esa es la forma elegante de decirlo. En lenguaje de todos los días podría decir que hay menos ventas en el país, y que a pesar que el Estado está recaudando menos, de todas maneras  está gastando más emitiendo dinero.

Es cierto que no hay otras opciones de financiación. Pero sí hay otras opciones de política fiscal. Al mismo tiempo también podría haber otras opciones con respecto al cierre de actividades por la cuarentena. Esas otras opciones ya no se tomaron y las medidas actuales generan (o siendo generoso, no pueden evitar) un crecimiento del desempleo. Lo que es relevante es el efecto que tienen las regulaciones, restricciones e impuestos actuales y cómo mejorar la situación lo más rápido posible. El futuro es lo que importa.

Para mejorar la situación de desempleo actual debemos concentrarnos en generar empleos productivos. Las personas necesitan ingresos, que ojalá no sean subsidios sino que sean genuinos por su aporte a la producción. Deberían estar relacionados con el resultado de su capacidad y esfuerzo y no tanto por el azar de estar en uno u otro sector. La carga impositiva debería estar vinculada con sus ingresos o su consumo, pero no ambos. Deberían tener la libertad de moverse libremente de trabajo sin temor a perder mal-llamados-derechos. Deberían poder tener un seguro que les proteja en caso de desempleo y más importante aún, en caso de accidentes.

Una propuesta simple: permitir que toda persona que ingresa al sistema laboral pueda trabajar -por un tiempo limitado- sin impuestos al trabajo. Al fin y al cabo hoy un subsidio de $10000 es equivalente a lo que se cobra de impuestos a un salario de más de $30.000. El Estado dejaría de percibir esos impuestos, pero también dejaría de entregar el subsidio. Aún cuando no entregara subsidio, el desempleo tiene costos enormes para la sociedad y cero recaudación de impuestos.  El resto de los costos laborales (sindicatos, obra social, etc.) tampoco se reciben si alguien está desempleado. Es una medida sin ningún costo, que mejora cuentas fiscales y favorece insertarse en el mercado. Es obvio que el trabajo tiene muchísimas ventajas para quien se capacita y –también es fundamental- se reducen los costos de contratación.

Hay muchas propuestas – esta y otras más- de cómo acelerar la incorporación de gente a los mercados formales. Me abruma cuando escucho hablar de su “costo para el fisco”, como si lo más importante fuera preservar los ingresos del Estado en lugar de evitar el desempleo.

Exagerando, pudiera decirse que toda persona que cambie de empleo pudiera gozar de las mismas ventajas, por un cierto tiempo y hasta cierto monto. Ahí sí habría un costo para el Estado y los sindicatos pero las empresas pudieran crecer en empleo y las personas tener más posibilidades. Reconozco que esto último tal vez debiera hacerse en el marco de una modernización  integral del sistema laboral.

Tal vez los políticos no lo sientan como una urgencia ahora pero inexorablemente Argentina deberá generar empleo y oportunidades a su población; no podemos privar a la gente, especialmente a los jóvenes, de una oportunidad.