“Por supuesto que hoy estamos mucho mejor en actividad y empleo que en salarios e inflación, afirmó a Data Clave una fuente oficial muy pendiente de la coyuntura. El diagnóstico del funcionario es un reflejo de por qué la reactivación que tanto pondera el Gobierno no se siente en los bolsillos o tiene un correlato directo en las condiciones socioeconómicas.

La fuerte recuperación económica del 2021 del 10,3%, que también quedó plasmada en cantidad de ocupados, no alcanzó a revertir la percepción social de una población a la que las crisis de 2018-2019 y la pandemia les erosionó su ingreso. Así lo consignó en un informe la consultora Ecolatina.

“Contra el máximo de noviembre 2017, la pérdida de poder adquisitivo es elevada: un 22,9% en promedio. No sorpresivamente los más afectados son los trabajadores informales con una caída real del 33,7%”, resaltó la consultora LCG en base a los últimos datos del Indec de febrero.

Como ilustración a este proceso, el trabajo de Ecolatina repasó que las estadísticas de la actividad económica y el mercado laboral indican actualmente una tendencia a los niveles previos a las sucesivas crisis. El 2021 finalizó con la tasa de desempleo más baja desde 2016 (7%) y una economía que en febrero pasado quedó solo a 2,7% de los máximos de noviembre de 2017, cuando había llegado a estar 23% por debajo en lo peor de la crisis sanitaria.

Esa dinámica no se vio reflejada en una disminución de tal magnitud en la pobreza, que en 2017 era cercana al 25% y el año pasado finalizó en 37,3%, alcanzando a casi cuatro de cada 10 ciudadanos que hoy no llegan a cubrir sus Canasta Básica Total. Este incremento se dio en todas las regiones del país, pero también en todas las categorías de trabajadores y familias.

De hecho, “contar con un empleo asalariado y registrado ya no garantiza escaparle a la misma, dado que casi el 15% de esta clase de trabajadores está sumido en ella, el doble que en 2017 (7%)”, advirtió el informe. Por su parte, la brecha entre los ingresos de dichos hogares y lo que les falta para superar la línea de pobreza  se mantuvo en torno al 37%.

“Esto implica que el hogar pobre promedio debería ver sus ingresos incrementados en más de un 60% para dejar de ser catalogado como tal. En resumidas palabras, la pobreza no solo aumentó, sino que también se sostiene en elevados niveles de gravedad”, apuntó la consultora.

En tanto, los hogares que no cayeron bajo este umbral también vieron deteriorado su ingreso frente a la inflación, ya que “las familias que logran mantenerse por encima de la línea no solo son menos, sino que el margen también es menor”

Mientras que en 2017 tenían ingresos que en promedio eran 230% mayores a la CBT, actualmente esa diferencia se redujo al 180%. “Esto indica que todos los niveles socioeconómicos se encuentran en una posición desfavorable en la comparación frente a cuatro años atrás”, afirmó Ecolatina.

En definitiva, el trienio 2018-2020 golpeó la economía argentina, con una dinámica de alta inflación e ingresos que quedaron por debajo a la que se sumó una pérdida de puestos de trabajo y un empeoramiento en las condiciones socioeconómicas

“La buena noticia es que hacia adelante se prevé que las tasas de crecimiento del PBI continuarían este año y en 2023, lo que permite continuar afianzando el proceso de recuperación iniciado tras el trienio de crisis. Sin embargo, la persistencia de la inflación elevada constituye el principal riesgo en materia del factor primordial que hoy explica el deterioro de las condiciones socioeconómicas, que es el deprimido nivel de los ingresos reales de los hogares”, concluyó Ecolatina.