Primero fue la Bolsa de Cereales de Buenos Aires la que hace 15 días proyectó una caída del 3% en la superficie a sembrar de trigo, a 6,5 millones de hectáreas para la campaña que comienza en estos días.

Ahora es su par de Rosario (BCR) la que estimó que la campaña 2022/23, tendrá un área de siembra de 6,35 millones de hectáreas 550.000 menos que en la temporada anterior, por lo que, en el mejor de los casos, la cosecha podría caer 14% hasta las 19 millones de toneladas, unas 3,1 millones menos que en el ciclo precedente.

Todo esto a pesar de que el precio de trigo, si se toma en cuenta los precios de referencia del mercado de Chicago de marzo de 2021 frente a marzo de este año, el cereal subió 62,8% al pasar de US$ 227,08 a US$ 369,65.

Esta posible caída en la producción pone en duda los US$ 4.600 millones en exportaciones de trigo de este año, solo en el primer trimestre, cuando se despacha el grueso de la cosecha.

Desde la BCR apuntaron a que “la primera estimación de intención de siembra de trigo refleja que el productor no quiere dejar de hacer trigo pero que hay limitaciones: la primera es climática y le siguen los problemas de los altos costos y, por consiguiente, la menor fertilización que se plantea hacer".

Es que las lluvias de abril no fueron suficiente para mejorar la falta de humedad en la tierra de las áreas más alejadas de la zona núcleo.

Además, así como aumentaron los precios de los granos, también se incrementaron los de los fertilizantes, que se hacen a base de gas, uno de los “comodities” que  subieron de valor a partir de la invasión de Rusia a Ucrania.

Según fuentes del mercado consultadas por Data Clave, los precios de la urea y del fosfato diamónico aumentaron alrededor de un 145% y 90%, respectivamente contra 2020.

Esto motivó que Juntos por el Cambio pidiera una baja de los derechos de importación ante la suba de precios de los fertilizantes, entre otros insumos.