El ministro de Economía, Sergio Massa, conversa con sus interlocutores sobre su hoja de ruta bipartita de cara al último trimestre y al 2023. No sin desafíos, la primera etapa de ese plan busca una “estabilización” de la economía para evitar una devaluación después de la crisis política y cambiaria que vivió el Gobierno antes de la llegada del tigrense al Gabinete nacional. La segunda, prevista para el año que viene, es navegar sin sobresaltos hasta las elecciones con la ambición de bajar drásticamente los niveles de inflación.

Esta semana, durante una reunión con la cúpula de la Unión Industrial Argentina, Massa repitió lo que suele explicar a sus funcionarios sobre la hoja de ruta del corto plazo y cómo llevará adelante dicho objetivo. Acelerar el ajuste fiscal, dar certidumbre sobre el rumbo y sobre todo acumular reservas son los puntos salientes de la gestión que lleva el equipo económico. La “buena onda” del FMI, como describen a la relación con el organismo en algunos despachos oficiales, aportaría mayor calma al mercado.

La performance de septiembre fue muy positiva para el titular del Palacio de Hacienda, por lo que se consiguió “patear para adelante” las expectativas de devaluación, como definió a Data Clave un histórico operador de la City porteña . 

De la gira en Estados Unidos salió el apoyo del Departamento de Estado, la confirmación de inversiones ya previstas, la aprobación de la segunda revisión del Fondo y un desembolso comprometido para las reservas del BID por US$ 500 millones para este mes a los que se sumarían otros US$ 700 antes de que termine 2022. Habrá que esperar si el desplazamiento de Claver Carone del organismo juega en contra de ese compromiso. La liquidación del “dólar” soja, superando ya los US$ 6.000 millones, fue motivo de celebración oficial.

La pregunta que suelen hacerse en el mercado es, teniendo en cuenta que se alcanzaron los objetivos de cortísimo plazo, “¿Qué van a hacer a partir de octubre?”. El interrogante es si, en un contexto de pocas reservas, alcanzarán los dólares para cubrir la demanda importadora de los sectores productivos para mantener ciertos niveles de crecimiento y al mismo tiempo para el consumo con tarjeta de crédito en el exterior de cara al Mundial de Qatar 2022 y la temporada de verano.

La misma incógnita es la que analiza por estas horas Massa y que fue tratada en la cumbre que tuvo con los industriales, encabezados por el titular de UIA Daniel Funes de Rioja. En la casa fabril aseguran que no pusieron sobre la mesa el pedido por un “dólar Qatar” y prefieren hablar de “priorizar”. En Economía aseguran que son las cámaras empresarias las que presionan por poner un tipo de cambio más alto o más restringido para los consumos en el exterior. 

Estos gastos incluyen plataformas digitales consumidas por la clase media y la medida que se tomará, cualquiera sea, va a ser antipática con esos sectores. Hasta ahora, ninguna de las cartas sobre la mesa convence al ministro de Economía. Lo seguro es que los empresarios van a seguir “pataleando” porque no van a tener un alivio en el cepo importador, al menos este año.

En el Gobierno saben que los buenos niveles de empleo, producción y actividad económica en los que terminó el primer semestre ya comenzaron a revertirse en el segundo. Los indicadores sociales van a volver a deteriorarse al calor de la aceleración inflacionaria y una economía menos dinámica.

Este miércoles, Massa presentará el proyecto de Presupuesto 20223 ante la Cámara de Diputados. En el documento se encuentran las principales proyecciones del equipo económico para el año que viene: poco crecimiento en un año electoral y una baja desde el 95% al 60% para la inflación, que vendrá de la mano de la “disciplina fiscal y monetaria” según el equipo económico. Pero todavía falta un trimestre para terminar el 2022 y en Argentina eso es casi una eternidad.