Gary Betzner era una fanático de la aviación, que se ganaba la vida como piloto de fumigación en las extensa llanuras de Arkansas, en el corazón profundo de los Estados Unidos. Padre de familia, con una hijo y una hija, respetado en la comunidad. Un día de 1977 desapareció del mapa sin dejar rastros.

Todos en el pueblo estaban conmovidos por la noticia. Supuestamente, Betzner se había ahogado en un río, pero el cuerpo nunca apareció. Sin embargo, nada era lo que parecía. La tragedia no era tal. Se trataba de una historia completamente diferente.

Betzner había escenificado su muerte para escapar de las autoridades. Tenía un juicio pendiente, tras haber sido arrestado en Miami, cuando estaba comprando cocaína, y decidió que no iría varios años a prisión por lo que consideraba un hecho menor.

Betzner comenzó a experimentar con la cocaína cuando alguien le dijo que podía servir para atenuar los dolores que le provocaban los ataques de gota. En un viaje a Miami, quiso comprar, según dijo, con “fines recreativos”.

El trailer oficial del documental.

Y cuando estaba en pleno trámite llegaron los efectivos de la DEA y de la policía. Le iniciaron una causa y lo dejaron en libertad bajo fianza. Pero se enfrentaba a una segura condena. Ya de regreso en Arkansas lo volvieron a arrestar por posesión de sustancias ilegales. Al ex veterano de la Armada lo esperaba un futuro sombrío.

Fue entonces cuando resolvió hacerle creer a todo el mundo que había muerto. Inclusive a su esposa y a sus hijos. Betzner había tomado cursos de autohipnosis y así convenció a su esposa de que se había tirado al río. En realidad, un amigo lo llevó en camioneta a un sitio muy lejano del pueblo donde vivía. Durante años, su esposa Sally estuvo convencida de que Gary se había ahogado o al menos se lo hizo creer a sus vecinos.

El 18 de septiembre de 1977 fue la fecha de la supuesta muerte de Betzner, cuando saltó desde un puente al río, cerca del pueblo de Hazen. Todos quedaron convencidos del suicidio, mientras Gary se iba muy lejos en busca de una nueva vida.

Betzner viajó hasta Hawái, donde cambió su nombre a Lucas Noel Harmony y se involucró directamente en el tráfico de drogas a gran escala, hasta convertirse en uno de los contrabandistas de cocaína de mayo volumen de la época.

Una cosa lleva a la otra. Y así terminó en los mismos círculos que el narcotraficante Jorge Morales, un colombiano que se vinculó con el cartel de Medellín de Pablo Escobar y finalmente comenzó a contrabandear cocaína a través de su avión entre Colombia y Florida.

Pero la cosa no terminó allí. 

Betzner y Morales declararon por separado, en diversas entrevistas, que estuvieron involucrados en el escándalo de los “contras”, el ejército irregular armado por los Estados Unidos en los años 80 para combatir a la revolución sandinista en Nicaragua. 

Betzner asegura que un agente irregular de la CIA, John Hull, fue quien hizo el contacto. Gary dijo que hizo al menos un par de vuelos en los que llevó armas hasta Costa Rica y que volvió a Florida cargado con cientos de kilos de cocaína.

Es probable que las maniobras de la CIA no fueran compartidas por las otras agencias del gobierno norteamericano. Así fue que uno de los aviones de Gary fue interceptado por la DEA. Finalmente, en noviembre de 1984, Betzner fue arrestado por contrabando de drogas en nombre de la red de narcotraficantes de Escobar. Fue sentenciado a 27 años de prisión, a pesar de asegurar que la CIA le había garantizado inmunidad por su papel en la provisión de armas para los contras.

De todos modos, lo llamaron a declarar al Comité del Senado de 1988, dirigido por John Kerry, donde dio pruebas de contrabando de drogas conocido por el gobierno, admitiendo que había recogido cocaína en sus dos viajes a Costa Rica en julio de 1984 cuando entregó armas. 

Entonces afirmó que Morales "había hecho un trato con la CIA para abastecer [a los contras]. Quería que yo llevara armas y municiones a los contras y trajera algo de contrabando". El senador  Kerry afirmó que el testimonio de Betzner "deja muy claro que los dólares de los narcóticos estuvieron involucrados en el proceso de apoyo a los contras".

Pero de nada le sirvió. Al final, Betzner cumplió su sentencia de prisión completa y fue liberado en 2011. Hoy tiene más de 80 años y parece un inocente abuelito cuando cuenta la historia de su vida, que se puede ver en el documental “El piloto invisible”, que se estrenó hace pocos días y se puede ver por HBO MAX.