Unos enormes ojos claros, el cabello rubio: el angelical rostro de Madeleine McCann invadió los noticieros de todo el mundo hace 15 años, cuando se conoció la historia de su desaparición en un complejo vacacional de Portugal, donde estaba con su familia.

La historia conmovió a todos por el misterio de no saber que había pasado con la nena de 3 años, que estaba durmiendo en su departamento mientras sus padres cenaban en un restaurant del resort, junto con un grupo de amigos, a menos de cien metros de allí.

El 3 de mayo de 2007 quedó clavado en el calendario mental de los padres de Maddie -Kate y Gerry- que en los sucesivos vaivenes de la pesquisa, llegaron a ser considerados sospechosos del crimen de la criatura.

Esa noche, la mamá y el papá de Madelaine cenaban en un bar de tapas ubicado dentro del resort Ocean Club de la ciudad turística Praia da Luz, en el sur de Portugal, mientras ella dormía junto a sus dos hermanos mellizos más pequeños. La familia proveniente del Reino Unido, pasaba allí sus vacaciones.

Cuando Kate pasó por la habitación para ver como estaban los tres niños, se produjo la sorpresa y el horror. La nena no estaba. Avisan a las autoridades del complejo y a la policía: se inicia una búsqueda que se prolonga hasta el amanecer sin resultados.

En los días siguientes se ordena a la policía fronteriza y en los aeropuertos que se extremen los recaudos y la atención. La hipótesis era que la nena podría haber sido secuestrada por un depredador con fines sexuales.

Cientos de voluntarios se suman a los rastrillajes, mientras la policía británica se suma a la de Portugal para colaborar con la investigación, que no tiene puntos sólidos para avanzar. Además, se cometen errores. Por ejemplo, no se resguarda debidamente el lugar donde dormía la nena para poder obtener evidencias.

Con el correr de las semanas, los padres de Maddie vuelven a ser interrogados por los detectives en una categoría penal difusa, que los convierte en sospechosos de la desaparición de su propia hija, aunque sin muchas pruebas.

Cuando se cumple un año del caso no se sabe nada de la niña y la policía portuguesa presenta su informe final, sin resultados por lo que cierran la investigación y levantan el cargo de sospechosos sobre los McCann.

Durante los años siguientes, la policía británica sigue con la pesquisa y luego la de Portugal decide reabrir el caso ante la aparición de cuatro nuevos sospechosos, que luego son descartados.

En junio de 2020, los investigadores revelan que un preso alemán de 43 años, identificado por medios alemanes como Christian B., es un sospechoso del caso. Los investigadores alemanes lo clasifican como una investigación de asesinato. Los McCann dicen: "Todo lo que siempre hemos querido es encontrarla, descubrir la verdad y llevar a los responsables ante la justicia".

"Nunca renunciaremos a la esperanza de encontrar a Madeleine con vida, pero sea cual sea el resultado, deben saber que necesitamos encontrar la paz", explican.

La sospecha se convierte en información oficial cuando el fiscal alemán Hans Christian Wolters se presenta ante los medios de comunicación para señalar a Christian Brueckner como principal sospechoso del secuestro y asesinato de Maddie.

Los antecedentes no ayudan al principal sospechoso. Brueckner cumple una condena de seis años de prisión por haber violado a una turista norteamericana de 72 años en Praia da Luz dos años antes de la desaparición de Maddie.

Además, el alemán realizaba diversos trabajos en los departamentos del complejo por lo que el personal lo conocía, por lo que podía circular por allí sin levantar sospechas. Y hay testimonios que lo involucran.

“Sé lo de Maddie, estaba cerca del hotel en ese momento. Yo vivía cerca. No voy a decir nada más. No soy un tipo estúpido, soy un hombre de negocios”, le dijo el alemán a una exnovia, varios años después.

El fiscal alemán que acusó formalmente a Brueckner está convencido de las evidencias que hay en su contra y además tiene en cuenta los antecedentes del preso. "El primero de ellos es la violación de la irlandesa Hazel Behan en Praia da Rocha en el Algarve en 2004. El segundo delito está relacionado con la agresión sexual de una niña de 10 años en Portugal en 2007 y el tercero involucra el abuso de cuatro niños en un festival en São Bartolomeu de Messines en 2017", según recuerda el diario español La Razón

En abril de este año la fiscalía de Portugal informa que ha declarado a un persona como sospechoso oficial en el caso, aunque no brinda su identidad. De todas formas, se confirma que las autoridades alemanas habían actuado en respuesta a su solicitud. Brueckner es hoy el único sospechoso del crimen.