Cientos de jóvenes reunidos durante una pandemia frente a un edificio judicial. ¿Es acaso una manifestación? No, es una despedida, una especie de funeral público. Ayer, a los 87 años, murió la juez de la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos Ruth Bader Ginsburg, una referente y una luchadora por los derechos de las mujeres y de las minorías. Su fallecimiento no solo generó tristeza y desolación sino que le abrió la puerta a que Donald Trump, a menos de dos meses de las elecciones, pueda nombrar a otro juez y generar una mayoría abiertamente conservadora dentro del sistema.

RGB llegó a la Corte en 1993, nombrada por Bill Clinton, y en un principio generó algunas controversias entre feministas y liberales, quienes desconfiaban de su diálogo con los sectores más conservadores. Era la segunda mujer en llegar a ese lugar luego de una vida de batallar en tribunales. Se recibió en la Universidad de Cornell en 1954. Fue una de las nueve mujeres que se graduó en la Escuela de Derecho de Harvard, en una “class” de más de 500 personas.

A pesar de sus logros académicos, tuvo muchísimas dificultades para conseguir un trabajo. En 1972, representó a Susa Struck, una enfermera de la Fuerza Área que fue forzada a elegir entre hacerse un aborto o perder su trabajo. “The law could not tell Struck how to be a woman, nor could it tell her how to feel or what to do about her pregnancy”, dijo en ese momento, lo que significa que la ley no podía decirle cómo ser una mujer ni tampoco cómo debería sentirse o qué hacer con su embarazo.

En esa misma década, participó como fundadora de ACLU, el Proyecto de Mujeres de la Unión para las Libertades Civiles en América. Una de las estrategias que utilizaba en sus casos por la igualdad de derechos de las mujeres consistía en traer los fallos contra la segregación racial. Así lograba mostrar que existían antecedentes donde se establecía que todas las personas deben tener los mismos derechos.

Cuando llegó en 1993 a la Corte, intervino en el famoso caso “Estados Unidos vs Virginia”, donde el Tribunal anuló la normativa donde solo se aceptaban hombres en el Instituto Militar de Virginia. Para RGB, ninguna ley debía negarle a las mujeres “la plena ciudadanía, la misma oportunidad de aspirar, lograr, participar y contribuir a la sociedad en función de sus talentos y capacidades individuales”.

Ruth pasó poco más de tres años como la única mujer en una Corte plagada de hombres hasta que en 2009 llegó Sonia Sotomayor, lo que la misma jueza describió como un período bastante complicado. Mientras más conservador se volvió el Tribunal, más progresista se volvió ella. En 2015, tuvo intervención en dos sentencias cruciales: defendió una parte de la ley de Cuidado de Salud Asequible de 2010 (el famoso Obamacare) y conformó la mayoría que legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo en los 50 estados.

Ginsburg fue un ícono. En Washington, las remeras y los murales con su cara y frases no son para nada extraños. Los guantes de encaje, los “jabots” que utilizaba fueron celebrados por su estilo. La película “On the Basis of Sex”, protagonizada por Felicity Jones, hace foco en su vida pre-Corte: sus estudios, las dificultades de conseguir trabajo y su lucha para combatir la discriminación por género. En 2018 también surgió “RGB”, una documental biográfico sobre toda su trayectoria tanto como profesora de derecho como su nombramiento en los 80 dentro del sistema judicial federal propiciado por el presidente Jimmy Carter y su llegada finalmente a la Corte. 

Justamente en la presentación del documental y entrevistada por la periodista Amy Goodman habló sobre la importancia de las marchas de mujeres. “Cuanto más mujeres haya afuera haciendo cosas, las mujeres jóvenes van a sentir y tendrán el coraje de seguir adelante. Me resulta inspirador la cantidad de mujeres que estarán en carrera para el Congreso, para las gobernaciones y para posiciones legislativas”, marcó.

“Mi deseo más ferviente es no ser reemplazada hasta que un nuevo presidente haya asumido” escribió Ruth en su testamento, dictado a su nieta hace algunas semanas. La muerte de “Notorious RBG” le brinda a Trump la posibilidad de proponer un juez en su reemplazo, un cargo que por supuesto es vitalicio.

Con algunas similitudes con Argentina, el proceso de nombramiento debe ser aprobado por el Senado, que actualmente está liderado por una mayoría republicana. Sería el tercer magistrado nombrado por Trump, quién ya logró poner a los conservadores Neil Gorsuch y Brett Kavanaugh. Que la Corte pase a tener seis jueces instalados por republicanos podría significar un retroceso en cuanto a derechos. Si bien los jueces suelen ser apartidarios, lo cierto es que suelen responder a los gobiernos que los nombran. 

Uno de los fallos apuntados por los conservadores es el histórico “Roe versus Wade” de 1973 donde la Corte despenalizó el aborto. Trump tampoco tiene asegurado conseguir que el Senado apruebe un candidato: en 2016, a Barack Obama le impidieron un nombramiento por la cercanía a las elecciones. El debate por un nuevo miembro ya se metió, por supuesto, dentro de la campaña electoral estadounidense.