Según los últimos datos de CIARA, en mayo, el sector agropecuario liquidó USD 3.546 millones, totalizando así unos USD 13.301 millones en los primeros cinco meses del año. 

La principal causa de esta masiva liquidación de divisas es la suba de los precios de los precios de los commodities, ya que desde el sector público lo único que se hace es desincentivar las exportaciones. Además, si bien las retenciones están en un nivel altísimo, los productores no avizoran que en el futuro haya una reducción de estas. De esta manera, el incentivo a liquidar es que hoy las retenciones son conocidas y menores o iguales a las del futuro no muy lejano.

Nadie sabe que se le pasará por la cabeza a la Secretaria de Comercio en unos meses, pero la probabilidad de una disminución de retención es prácticamente nula. Como dice el dicho, mejor pájaro en mano que cien volando. Además, los altos precios de los commodities no indican el inicio de un super ciclo de precios altos, sino que lo más probable es que sea una cuestión coyuntural por lo que hay que aprovechar la suba de precios ahora.

La paradoja de esta situación es que el ingreso masivo de dólares es música para los oídos del gobierno. Para cumplir con el objetivo electoral de corto plazo de pisar el tipo de cambio, es crucial que el BCRA incremente sus reservas netas. En lo que va del año, la entidad monetaria adquirió USD 5.623 millones, que se usaron en parte para seguir con pagos de intereses a organismos internacionales y para la intervención en los dólares financieros (CCL y MEP). En este sentido, el BCRA, en coordinación con el Ministerio de Economía, estableció una estrategia antiinflacionaria conocida de sobremanera en nuestro país, más todavía en un año electoral: usar al tipo de cambio como ancla de precios.

Hasta febrero de este año, el tipo de cambio mayorista venía siguiendo el ritmo de la inflación. A partir de marzo, se activó el plan electoral y el dólar subió “solamente” 2,7% mientras que la inflación fue del 4,8%. En abril, el tipo de cambio subió 2% y el IPC un 4,1%, y en mayo el dólar lo hizo en un 1,3% mientras que la suba de precios que estimamos rondaría el 3,5% mensual. A esto se suma el aumento de subsidios a las tarifas de los servicios públicos como ancla inflacionaria. El aumento del 9% en las tarifas eléctricas y del 6% en las del gas son insuficientes para el sector, volviendo a meter a Argentina en un deterioro energético como el que tuvimos hasta el 2015.

Todo esto es posible gracias a las exportaciones del campo. Sin la oferta de dólares, mantener el cepo sería mucho más costoso. La respuesta del BCRA hubiese sido un torniquete a la demanda de dólares, ajustando las importaciones y los pagos de deuda de las empresas privadas, con un costo enorme en términos de actividad. Además, sin lo que recauda por retenciones (en mayo el ingreso por retenciones subió 267,8% interanual, llegando a $91.034 millones), el incremento del gasto público, como la suba de los subsidios a las tarifas, tendría que financiarse con mayor emisión monetaria, impactando en la inflación.

En este último mes, la tensión entre el gobierno y el sector agropecuario se intensificó. El cierre a las exportaciones de carne solo agrega más leña al fuego empeorando la reputación de los productores con sus clientes a los cuales les exportan carne. Si hay algo que valora cualquier cliente es que los productos lleguen en tiempo y forma. Por esta razón, las medidas que prohíben exportar hace que nuestros productores incumplan sus promesas de envíos, perdiendo clientes que son muy difíciles de conseguir, pero muy fácil de perder si no se cumple con lo que uno promete. Acá es donde empieza a pesar el “riesgo argentino”.

Uno de los puntos de coincidencia entre toda la dirigencia política es que de la crisis que sufre nuestro país desde hace décadas se sale exportando. El ministro Kulfas emitió un comunicado al respecto hace unos meses. Claramente cerrando las exportaciones no vamos a exportar más y ni hablar de que a la inflación no va a bajar con medidas de este tipo.

Así, el plan electoral del oficialismo tiene como sustento al sector al que más ataca, no solo discursivamente, sino con medidas concretas que desincentivan las exportaciones que tanto necesitamos. Si lo que necesitamos es aumentar exportaciones, justamente lo que hay que hacer es incentivar a todos aquellos que tengan la posibilidad de vender bienes o servicios a otros países. Pero no mediante subsidios ni privilegios, sino eliminando regulaciones innecesarias y reduciendo el peso excesivo de los impuestos a esos sectores.