La economía funcionando en modo electoral a menos de 40 días de los comicios y aún no aparece la tan temida escalada del dólar ni el desborde monetario. Si uno piensa que son las PASO las elecciones que importan, el oficialismo está en una mejor posición de la que esperaba a principios de año. La vacunación avanza, aún se puede vender cierto entusiasmo en ese ámbito al tiempo que se relajan restricciones y se recuperan libertades que ya nos parecen que nos eran ajenas. 

La oposición está desorganizada, sin un mensaje claro. Los votantes del medio, si existen, no se inclinan a un lado u otro al momento de votar debido a las visitas presidenciales, tampoco al cuestionable alineamiento internacional de Argentina. Buena parte de la sociedad busca algún mensaje que la esperance más que la espante, está cansada. El oficialismo lleva una ventaja, al menos no tiene que ‘vender’ nada, es lo que hay. Lo que hay no convence pero lo que está enfrente no seduce. Todo se encamina a que no haya sorpresas en los resultados. 

Sin sorpresa en los resultados entonces no hay necesidad de esperar. Parece inminente la llegada de un acuerdo con el FMI. Viajó un equipo técnico del Ministerio de Economía y del BCRA a reuniones con el organismo en medio de unos meses donde se empieza a articular el proyecto de ley del presupuesto 2022, que deberá estar alineado a la convergencia fiscal y el programa financiero que se acuerde con el FMI. 

El pago de intereses al FMI de principios de mes dejó claro que la intención es acordar y la ratificación vino por parte de la misma vicepresidenta cuando anunció que ‘lamentablemente no se van a usar los DEG para reactivar la economía”, dejando en offside al senador Oscar Parrilli y buena parte de senadores y diputados del Frente de Todos. 

C. Fernández se muestra respetuosa de los contratos con organismos, no por gusto, sino por temor. El dólar es la principal amenaza para cualquier elección y se debe evitar cualquier sorpresa en ese frente. Con eso calmo, la campaña para el oficialismo está en velocidad crucero. 

No es un kirchnerismo de centro ni ninguna novedad, es la misma C. Fernández de siempre. Lo novedoso está en qué diferencia a este espacio de la oferta del 2019, paradójicamente cuando la vicepresidenta tiende al centro el Presidente queda a la izquierda. Es un enroque raro, pero es hoy A. Fernández el que habla de cambiar al capitalismo y la ex presidente la que dice que paga al FMI. Enroque largo o de dama, donde el rey se refugia en la izquierda del tablero.

Dónde está M. Guzmán en esa lógica es un misterio. Claramente se mostraba condescendiente con el FMI para no tirar por la borda el acuerdo con los acreedores privados. En el medio, a regañadientes, aceptó un papel más alineado con las proclamas de los senadores y diputados del Frente de Todos, ahora puede seguir realizando el trabajo de ajuste más cómodo, sin tantas fricciones. ¿Hará el trabajo de la prudencia fiscal o pondrá la economía en modo electoral? Quizás advirtió de los riesgos cambiarios que implica ‘poner plata en el bolsillo de la gente’ sin que se produzca nada a cambio.

La disputa ahora parece correrse de Buenos Aires a Santa Fe, uno de los pocos lugares donde el oficialismo generó competencia. Quizás innecesaria, pero relevante para ver las preferencias del votante ‘peronista’ de cara al 2023. Algo que la oposición debe estar mirando con atención para ver a quién tiene que seducir en 2 años. Un distrito que sufrirá estos años posiblemente la sequía que se avecina en materia climática y que el gobierno debe estar mirando con preocupación.