Los últimos 10 años se ensayaron políticas antiinflacionarias, algunas más heterodoxas y otras más ortodoxas. Todas ellas, evidentemente, no dieron resultado. Las más ortodoxas, en particular, descuidaron de tal manera los problemas estructurales del sector externo que terminaron disparando la inflación y elevando así su velocidad crucero, su componente inerciañ. Lo que promediaba un 25% en 2011-2015 pasó a correr al 40-45% desde 2019. La inflación en Argentina parece un mate al que nadie encuentra el agujero para embocar la bombilla.

Un congelamiento, como el que aplicó la Secretaría de Comercio a través de la Resolución 1050/21, ya se ha practicado en otras instancias pero nunca formó parte de otro conjunto de medidas que abarque en simultáneo a otros elementos estructurales que explican la dinámica inflacionaria. Todavía queda pendiente un programa heterodoxo en el cual el congelamiento de precios sea parte de un esquema general en el que se ataque también las otras variables macro y microeconómicas que tienen implícita una determinada tasa de inflación como las paritarias, la tasa de interés y los alquileres comerciales.

El caso de los créditos y los alquileres es ilustrativo para entender por qué no se puede bajar la inflación solamente a través de acuerdos sectoriales. En ambos casos, la inflación del pasado está incorporada como un supuesto a futuro en el aumento de precios. Por ejemplo, para poder pagar un crédito que se tomó para financiar el pago de sueldos o insumos, una empresa tiene que aumentar los precios en promedio un 50% para estar a tono con la tasa de interés que debe pagar. Si una peluquería alquila un local, aún sin insumos importados, debe incrementar el precio de los cortes un 50% en el próximo año para poder hacer frente al principal costo que es el alquiler. De esta manera, la inflación pasada se proyecta hacia adelante en las tasas de interés y los aumentos de las cuotas de alquiler, sin que existan shocks devaluatorios o pujas distributivas de relevancia que la generen.

Desde nuestra visión, esta es la principal razón que está por detrás de la inflación reciente. La puja distributiva para ser un factor inflacionario debería presionar hacia arriba los costos y hace 3 años que eso no sucede, con salarios que pierden sistemáticamente frente a los precios. Los dólares paralelos, como se vio en la historia reciente, tienen una incidencia marginal en los precios de la economía. Tampoco el ancla cambiaria y de tarifas parece tener un impacto relevante para reducir la inflación en los últimos meses. Por eso, una alternativa que ataque la inflación debe contemplar los componente inerciales para no desperdiciar el esfuerzo que realice en materia cambiaria, tarifaria o de controles de precios.

Fuente: CESO en base a INDEC, IPS-CESO y Provincias
Fuente: CESO en base a INDEC, IPS-CESO y Provincias

Una medida como el congelamiento de 1432 productos se justifica por la brusca remarcación de los precios que hubo en la primera mitad de octubre. El IPS-CESO registró un aumento semanal de los precios que alcanzaron el 1,4% entre el 11/10 y el 18/10, en el medio del recambio de gestión. La semana siguiente, en la que se aplicó el congelamiento con precios retroactivos, la variación fue de -0,1%. Para frenar estas maniobras sí tiene sentido un congelamiento aislado. El objetivo de frenar la apretada de precios pareciera estar lográndose en los primeros días posteriores a la aplicación.

Sin embargo, todavía quedan algunos aspectos de sintonía fina de la medida para mejorar su aplicación. Por ejemplo, que el punto de intervención sea únicamente el precio de venta final en el último eslabón de la cadena hace que el peso de la normativa recaiga sobre muchos pequeños autoservicios y almacenes que no son los grandes pulpos que mueven el mercado. Si el precio que consiguen en el mayorista es superior al que deben tener publicado el producto, los pequeños comercios tienen dos alternativas: no tener disponibles esos productos para no arriesgarse o directamente incumplir la medida.

Por eso, es esperable que en el transcurso de los días se incorpore algún mecanismo que asegure el precio de esos productos en los puntos intermedios de la cadena. Es un primer paso lógico que se corresponde con una situación coyuntural excepcional, pero todavía falta darle forma a un programa que corte la inercia en el mediano y largo plazo. Lograr algo de esas características en medio de un escenario electoral puede ser demasiado pretencioso, por eso hay que prestar atención a qué forma toman estas medidas en  los próximos meses, en particular a principios del año que viene.