En medio de una recuperación de la economía, que se vio interrumpida al conocerse los datos correspondientes al mes de febrero, se decretó un nuevo aislamiento hasta el 30 de abril. Primeramente, fue la construcción la que mostró una caída del orden del 3,9%, respecto de enero (desestacionalizado). Después, fue el índice de producción industrial que cayó 1,6% en el mismo período, debido a la parada de plantas. Asimismo, las mediciones interanuales continúan arrojando resultados positivos (22,7% para la construcción y 1,6% en la industria). También, en los últimos días, vimos que se reformó la ley del Impuesto a las Ganancias, estableciendo una deducción especial (un monto que se descuenta del ingreso antes de calcular el impuesto) para provocar que no paguen quienes tengan un salario bruto mensual de hasta $150.000 (neto de $124.500).

Por una parte, en términos monetarios, vimos una desaceleración de la evolución del tipo de cambio, que alcanza una tasa anualizada menor al 20%. Otra cuestión relevante, fue que la entidad monetaria volvió a girar dinero al Tesoro Nacional (adelantos transitorios) por $65.000 millones al cierre de marzo, que se adicionan a los $70.000 millones otorgados previamente. Aunque logró comprar U$S520 millones en el mercado.

Por otra parte, en términos internacionales, en los Estados Unidos, los seguros de desempleo se incrementaron nuevamente y el índice de precios al productor implicó una suba con respecto a lo esperado por el mercado. Esto último, ha reflejado que los efectos del paquete fiscal comenzaron a tener impacto en los precios agregados de la economía. Algo buscado por la Reserva Federal. Como contrapartida, y en línea con el sector externo, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires recortó nuevamente la estimación de producción de soja en un millón de toneladas, de 44 millones a 43 millones, a causa de los bajos rindes reportados en zonas productoras afectadas por las sequías de los últimos meses.

Más allá de lo expuesto, y en el contexto de la pandemia, hay dos cuestiones que son las más visibles: el desempleo y la inflación. Según los números del Sistema Integrado Previsional Argentino (Ministerio de Trabajo), en enero aumentó en 27.352 puestos de trabajo asalariados privados registrados. Es decir que se recuperó un 0,5%, respecto al mes previo. Por su parte, el trabajo formal registrado total cayó en 0,2% (26.700 puestos de trabajo menos). Tomando el empleo formal total (que incluye también cuentapropistas), entre marzo y mayo, la pérdida de puestos de trabajo llegó a los 356.400 puestos de trabajo formales. El número de puestos de trabajo formales totales se redujo de 12.106.200 a 11.749.800 entre febrero y mayo, respectivamente. Lo que es equivalente a una caída de 2,9%. No obstante, en diciembre de 2020, se habían recuperado 8.700 puestos de asalariados (privados) y en noviembre fueron 19.500 los puestos recuperados. Entre julio de 2020 y enero de 2021, se recuperaron en total unos 81.225 puestos del sector privado. Es decir, 31% del total de empleo asalariado privado en blanco destruido durante abril y junio del 2020. Mientras que entre junio y diciembre hubo una recuperación de 183.300 puestos de trabajo, es decir que se recuperaron el 51,4% de los empleos, principalmente monotributistas, que se habían dado de baja durante la cuarentena dura.  

En materia inflacionaria, el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del BCRA, estima una inflación de 46% para el 2021, que se ubica 17 puntos por encima de las proyecciones del Presupuesto 2021 (29%). Las consultoras, por su parte, redujeron en 4 puntos las proyecciones de inflación respecto a enero pasado (50% anual). El ajuste de las proyecciones obedece a que el BCRA fue ajustando el ritmo de devaluación del peso y el Gobierno ya está impulsando una prórroga en el congelamiento tarifario.

¿Qué podremos esperar en relación al mercado laboral y a la inflación? En lo laboral, el mes de enero de 2021, tuvo 26.700 empleos formales menos que en diciembre. Lo que evidencia que, pese a la reapertura de la actividad,  la recuperación del mercado comienza a encontrar sus límites. Y no es tan fácil recuperar el empleo y volver al nivel pre-pandemia. Entre febrero de 2020 y enero pasado, los monotributistas independientes cayeron 0,3% (4.800 contribuyentes menos). Obviamente, la recuperación de altas ante el SIPA de empleos cuenta propistas fue mucho más veloz que los trabajos asalariados formales. Como siempre, es complejo saber qué proporción de estos puestos de trabajo se perdieron definitivamente o pasaron a la informalidad. A diferencia de las bajas de los asalariados privados, cuyas bajas ante el SIPA corresponderían principalmente a despidos o cierre de empresas.

Ahora, en materia de precios, es muy probable que el BCRA siga “pisando” aún más la cotización del dólar para seguir anclándolos. El ritmo del crawling peg arrancó arriba de 4% mensual y en los primeros 9 días de abril bajó a un ritmo de 1,5% mensual. Aun así, no tuvo efecto esperado sobre la tasa de inflación. Dentro de la dinámica inflacionaria, otro aspecto a considerar será el ajuste en tarifas de servicios públicos y ver si se puede “estirar” el congelamiento hasta fin de año. En el caso que mantengan el ritmo de depreciación del peso como en los primeros días de abril, en octubre el dólar se ubicaría en $101. Y es esperable que post-elecciones el tipo de cambio tenga una corrección con un salto discreto. Al día de hoy, las expectativas inflacionarias del mercado siguen muy desacopladas y el mes de marzo cerro con una inflación del 4,8%, dejando una inflación acumulada del 13%.

En el contexto del nuevo escenario de segunda ola de Covid, con restricciones a la movilidad, resulta imperioso estabilizar la macro cuanto antes (eliminar el Gasto Covid y esterilizar el excedente monetario) como así también plantear una reforma laboral que permita recuperar el empleo privado perdido e ir saneando un muy castigado sistema previsional.