No lo voy a negar. Escribo esta columna con algo más de tranquilidad luego de la victoria de Argentina frente México. El inesperado golpe contra Arabia llenó de malas sensaciones a todos: el DT, el equipo (que venía invicto en 36 partidos consecutivos), los hinchas que viajaron a Qatar y todo el resto de los argentinos alrededor del mundo. 

De la euforia a la decepción en cuestión de 90 minutos. Ahora el alivio, pero aún con el final abierto ante el decisivo choque de nuestra selección contra Polonia este miércoles. 

Todo lo anterior se resume en un solo conceptos: emociones. Y justamente de eso se trata esta columna, orientada al manejo de las inversiones. 

¿Cómo podemos relacionar lo anterior con los mercados? Intentaremos hacerlo a partir de los datos. 

Por el momento, el mes de noviembre ha sido uno auspicioso para los índices de Wall Street, impulsado por el menor registro de inflación al previsto en Estados Unidos que permitió desatar especulaciones en torno a un posible techo de la política de tasas de interés alcistas que está llevando adelante la Reserva Federal. 

Como sabemos, la gran velocidad de ajuste de tasas y el comienzo de retiro de liquidez por parte de la autoridad monetaria central ha desatado una ola de venta de activos financieros a lo largo del mundo. Si esta tendencia de ajuste de la política monetaria comienza a relajarse, serían buenas noticias para los portafolios de los inversores. 

Bajo este contexto, se desató a un "euforia" inversora en las últimas semanas que llevó a los mercados a una situación de "codicia", según el Índice Miedo-Codicia que elabora CNN Money. 

Desde ya que una suba atrae a la otra, los inversores que están afuera del mercado con liquidez se impacientan, tienen miedo a perderse la "oportunidad de sus vidas" e impulsan nuevas compras de activos que retroalimentan la codicia. 

Es en estos momentos, cuando quienes compraron en momentos de miedo empiezan a devolver dichas posiciones con ganancias interesantes, previendo un posible cambio de rumbo del mercado nuevamente. ¿Cuándo se dio esa oportunidad de ingreso a valores atractivos? Hace apenas 45 días atrás. 

Esos son los extremos de los mercados hoy en día. En momentos de alta volatilidad, incertidumbre y fuertes emociones dominantes en el comportamiento de los inversores, los mercados suelen tener estas reacciones difíciles de explicar desde los fundamentos o la racionalidad. 

Acá podrían sobrevivir los oportunistas de siempre, que intentan hacer market timing y sacar provecho de estos extremos con facilidad. Créanme, que en mis más de 20 años de experiencia en los mercados, tener ese timing afilado resulta más que una tarea difícil (todavía yo no lo he conseguido). 

LA "RECETA" PARA NO SER PRESO DE LAS EMOCIONES 

Si pensamos en una estrategia de largo plazo, es muy difícil hacerlo bien, eligiendo acciones por nuestra cuenta, en momentos en que los mercados se muestran tan volátiles y sensibles. Incluso, si no tenemos mucha experiencia en el ámbito de las inversiones, podemos cometer errores graves. 

En esta línea, si tuvimos éxito con el market timing y pecamos de sobre confianza, tendremos un sesgo grande a subestimar los riesgos y, más temprano que tarde, el mercado terminará dándonos una lección que nos hará perder mucho dinero. 

En el otro extremo, si nuestras últimas inversiones no han redituado como lo esperábamos y hay mucho ruido negativo en las noticias, entonces seremos presos del miedo y la inacción también nos costará mucho dinero. 

¿Cómo podemos romper la inercia? 

Creo que un buen método es la teoría del 80-20. En estos tiempos desafiantes, el 80% de nuestra cartera debería estar indexada a los índices, de manera tal de no estar tan sobre-expuesto a la sensibilidad de los mercados. A todos nos gusta encontrar empresas que tienen un gran valor a precios de remate, pero puede ser una tarea muy cuesta arriba si todavía no tenemos la experiencia ni el conocimiento necesario para lograrlo. 

Así, una administración pasiva del portafolio, con activos que estén indexados al S&P 500 o al Dow Jones, podría darnos más protección ante movimientos extremos, bajando nuestro nivel de ansiedad y despejando el camino para tomar decisiones más racionales para el 20% restante del dinero. 

Si en esta última porción del portafolio, que designamos a la tenencia de acciones seleccionadas discrecionalmente, no logramos los retornos esperados, entonces el daño colateral en el total de nuestros ahorros será mucho menor, permitiendo que las emociones negativas no terminen de bloquearnos totalmente en nuestro rol de inversor. 

Así, nos llevamos tres conceptos claves que podemos aplicar tanto a nivel futbolístico como en el ámbito de las inversiones: 

1- La sobre confianza o el exceso de pesimismo pueden ser armas letales que conspiran con nuestros objetivos de largo plazo; 

2- Siempre una parte de nuestra estrategia de estar protegida para calmar las emociones. Es decir, debemos jugar "a lo más seguro" dadas las circunstancias. 

3- Debemos ser capaces de evitar ser preso de las emociones que nos lleven a tomar decisiones de las cuales podemos llegar a arrepentirnos.