Hace poco menos de un año que venimos alertando que nos encontramos en un nuevo régimen inflacionario cuyas dimensiones todavía son desconocidas. La inercia actual se ve afectada por componentes estructurales que hacen del problema uno muy difícil de encarar, con buena parte del gasto y la deuda pública en pesos indexada a dicha medición.

El dato que evidencia de mejor manera esto es la evolución de la inflación núcleo, el cual lleva 17 meses seguidos superando el 3%, algo que no ocurre desde la última hiperinflación y marca que el piso cada vez es más alto. El programa acordado con el FMI no solo que no aborda los problemas estructurales que la afectan, sino que está diagramado implícitamente para aprovechar la inflación como variable de ajuste. Con ingresos fiscales ligados a la inflación actual y gastos relacionados con la inflación pasada, el programa actual depende en buena medida de que la inflación siempre sea creciente.

La historia manda: alta inflación derriba competitividad electoral

La historia manda: muy difícil ser electoralmente competitivo con tanta inflación

Las tensiones que evidenció públicamente la coalición gobernante en los últimos días reflejan diferentes interpretaciones de un mismo fenómeno: la dinámica macro actual conduce a una derrota electoral contundente en 2023. El quiebre interno no se produce por el pronóstico, que es compartido, sino por una diferente interpretación de sus determinantes: para el ala liderada por la vicepresidenta, el factor clave es “el ajuste” que sobrevendrá al acuerdo con el FMI y por ello propone no firmar el acuerdo. Para el presidente, en cambio, el problema no es ese (la alternativa sería peor) sino la dinámica que adquirió la inflación: la historia muestra que estos niveles de inflación son incompatibles con alguna chance de éxito electoral. Y por eso lanza una “guerra contra la inflación”.

La historia manda: alta inflación derriba competitividad electoral

A nivel histórico, la victoria oficialista que contó con mayor inflación fue la de CFK en 2007, en la cual obtuvo el 45% de los votos con un promedio de 2,3% mensual en los tres meses anteriores. Viendo hacia adelante, cuesta mucho creer que en los meses previos a las elecciones del 2023 podamos tener una inflación menor al 3,5% mensual (sería cerca de un 50% anualizada). Con un 55%/65% esperado para este año y las dificultades que conlleva e implica desinflacionar, podemos imaginar el piso mensual promedio de 2023 cerca del 3,5% (sería 50% anualizado). En el otro extremo, un 4,5% mensual (70% anualizado) se podría percibir como un techo razonable suponiendo que se logra evitar la crisis. En ese contexto, el rango de 3,5% / 4,5% hace que sea difícil pensar en un oficialismo competitivo de cara a 2023.

La historia manda: alta inflación derriba competitividad electoral

Controles de precios: la novena no será la vencida

Argentina cuenta con un largo historial de controles de precios. En total, se pueden contabilizar 8 periodos en los cuales fueron implementados.

La historia manda: alta inflación derriba competitividad electoral

La conclusión obvia es que jamás en la historia un programa de mero control de precios fue efectivo para reducir la inflación. De los 8 programas, 3 empeoraron sustancialmente la situación (con el “Rodrigazo” siendo el caso más emblemático), 3 fueron insuficientes y otros 2 fueron efectivos, aunque debido a que fueron acompañados por un programa integral. 

En el plan Krieger Vasena (1967-1970), los controles de precios se instauraron tras realizar una devaluación del 40%; en tanto que en el 2do gobierno de Perón los controles de precios fueron acompañados por una contracción de la base monetaria, reducción del déficit fiscal y suba de tasas de interés. Volviendo al 2022, el nuevo plan antiinflacionario que será puesto en marcha hoy enfrenta una fuerte disyuntiva. Estar en el mismo barco que el FMI obliga a mantener la inflación o, en caso de pretender bajarla, realizar ajustes que compensen; por el otro lado, romper del FMI sería aún más costoso en términos económicos y, consecuentemente, también en políticos.