Por una parte, el Tesoro debía conseguir en el año 2022 un roll-over (promedio) de 130% en las licitaciones de la deuda en pesos. Obteniendo un financiamiento equivalente al 2% del PBI para cumplir con el programa financiero. Sin embargo, en junio, el mercado fue adverso y comenzó la salida de los fondos de inversión de los bonos que ajustan por inflación, obligando al BCRA a tener que emitir más de $1,1 billones (desde el 13/6) para evitar una caída mayor en los bonos CER. Los vencimientos proyectados para el resto del año son cercanos a los $3,7 billones.

El 49% corresponde a acreedores privados y el 51% a acreedores públicos. El 67% de los títulos que vencen son instrumentos que ajustan por CER, el 25% por tasa fija, el 6% por dólar linked y, el 2% restante, por tasa variable. En la primera licitación durante la “nueva” gestión (13/7), el Tesoro obtuvo $122.607 millones (con vencimientos por $8.851 millones) y descomprimió el stock de vencimientos del día 29/7 que ascendían a $482.000 millones.

Por otra parte, pasaron siete semanas desde el inicio de la corrida contra el peso y los bonos soberanos, y siguen corriendo a los eventos desde atrás. Los anuncios de Batakis de un ajuste fiscal no cambiaron la dinámica de las variables financieras y cambiarias, que ya impactan en la economía real, con la disparada de la inflación y la desaceleración de la actividad.

Desde el 8 de junio, el dólar libre pasó de $208 a $322, la brecha cambiaria subió de 71% a 150% y el riesgo país se disparó de 1970 a 2943 puntos básicos (los bonos en dólares cotizando en paridades por debajo del u$s0,20). La inflación se acelera a un ritmo elevado y para julio tiene un piso de 7% mensual (según las mediciones de alta frecuencia de las consultoras privadas). Mientras tanto, continúa deteriorándose el poder de compra. Se empieza vislumbrar un escenario de crisis permanente pero con menos margen de política económica.

El dato más patente de lo insostenible que se hace la actual brecha cambiaria es lo que está sucediendo con la balanza comercial. En junio, la brecha cambiaria se disparó y cerró el mes en 90% y esto generó una distorsión adicional en los números del comercio exterior. Es el primer mes desde diciembre de 2020 que el saldo comercial es deficitario.

Según el INDEC, las exportaciones fueron de u$s8.432 millones (con una mejora interanual del 20,3%) y las importaciones alcanzaron los u$sS8.547 millones (lo que representó un alza del 44,6%). De esta forma, la balanza comercial registró un saldo negativo de u$s115 millones. La brecha cambiaria refleja la disparada en las expectativas de devaluación.

Se elevó la demanda de dólares al tipo de cambio oficial de los importadores. Y se agudizó la tendencia de retener la liquidación de divisas de los exportadores, reduciendo la oferta de dólares, en el mercado oficial. El efecto brecha se combinó con la suba de importaciones de energía (especialmente de gas). En junio, el déficit de energía alcanzó u$s1.226 millones:

-Se importaron u$s1.953 millones

-Las exportaciones de “combustibles y energía” totalizaron u$s727 millones

-En el acumulado de los primeros 6 meses del año, el déficit de energía fue de u$s2.648 millones

En síntesis, hay dos frentes que preocupan al BCRA. Si bien en la licitación el Tesoro tiene menor riesgo de roll-over, ya que gran parte de los bonos pasaron de privados al sector público o a los bancos, son $280.000 millones del vencimiento del 29 de julio y $261.000 millones (de los $546.000 millones) del vencimiento del mes de agosto que están en manos privadas. El mes clave en la deuda en pesos es septiembre, con vencimientos por más de un billón de pesos. No obstante, tras las compras del BCRA, solo $168.000 millones quedaría en manos de privados que podrían “correr” a la brecha cambiaria. Es una cifra equivalente a poco más de u$s500 millones (al contado con liquidación).

Asimismo, cuando se dispara la brecha se achica o desaparece el superávit de la balanza comercial. En otras palabras, más allá de que en septiembre se reduzca fuertemente la importación de energía, será muy difícil para el BCRA acumular reservas si no se aplica un plan integral que apunte a acotar la brecha cambiaria. Resultaría casi imprescindible un plan de estabilización y de reordenamiento del Estado en sus tres niveles.