Ya se han dado a conocer las últimas cifras que describen la dos caras de la moneda en materia económica: la fiscal y la monetaria. Por una parte, el Palacio de Hacienda mostró que la recaudación del mes de noviembre marco un incremento del 36,7% con respecto al mismo mes del 2020, arrojando un saldo de $ 648.976 millones. Sin muchas sorpresas, en este aspecto, no era de extrañarse que principalmente la recaudación asociada al impuesto a las ganancias haya sido la clave, registrando un incremento del 76,7%. Seguido por el IVA que creció un 34,9% (siendo que el aduanero creció muy por encima del impositivo) y después por el impuesto País que acumuló $8.500 millones en ese mes, obteniendo $ 128.000 millones entre enero y noviembre de este año. Por otra parte, desde la entidad monetaria vimos que, también con los datos de noviembre, los giros al Tesoro fueron por un total de $ 150.000 millones en concepto de utilidades, en contraposición con el mes de octubre en el cual fueron devueltos más de $ 125.000 millones. Al margen de todo ello, por idéntica vía se transfirieron $ 80.000 millones.

Pero lo más importante que se vislumbró, en estos dos aspectos de la economía, es que a nivel recaudación los impuestos asociados a la actividad económica han evidenciado un leve descenso respecto de los meses previos, lo que podría indicar una desaceleración en el proceso de recuperación. Y además, vimos la caída de las cotizaciones de los dólares paralelos, sin ningún tipo de intervención diferente a la realizada por el BCRA en el mercado cambiario en las semanas previas, ni los organismos públicos en el mercado de bonos. No obstante, es en este mes donde demanda de dinero es estacionalmente elevada, por los gastos asociados en moneda local, y sobre todo en un año que se ha caracterizado por un aumento en la dolarización.

Todo esto se ha dado en un contexto donde se salió a colocar tres letras y un bono ajustado por inflación, que lograron recaudar más de $ 110.000 millones con una amplia participación del sector público. Y, sabiendo que el 15/12 se volverán a licitar bonos en dólares para darle salidas a tenedores de bonos no residentes que hoy presionan a la suba del contado con liquidación. Contexto también según el cual el riesgo país continuó incrementándose y superando los 1.400 puntos. No es menor tampoco señalar que, tras la continuidad de negociaciones con el FMI para entrar en un Extended Fund Facility, sería lo más lógico que los condicionamientos del ente vayan en línea a mejorar la sostenibilidad fiscal y monetaria del país, apostando a un equilibrio mediante reformas estructurales de largo plazo.

Con respecto a lo que atañe a la economía real, y según el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central del mes de noviembre, las proyecciones de inflación para 2021 son del 50% anual. Por otra parte, se espera un crecimiento del PBI en torno al 4,8% y por debajo del 5,5% proyectado por el Presupuesto 2021. Del mismo relevamiento de expectativas de dicho mes, surge que las proyecciones de inflación para 2020 se ubicaron en 36,7% interanual (0,9 puntos porcentuales por encima de lo pronosticado en Octubre). Vale decir que las expectativas de inflación para el 2021, están a 21 puntos de diferencia con las proyecciones del Presupuesto 2021 (29%).

¿Qué podemos esperar en este 2021?. Resulta evidente, y a nadie sorprende, que la dinámica inflacionaria seguramente tendrá muchas aristas de aquí en más. Antes que nada, tendremos que ver si es posible evitar un salto del dólar oficial y mantener el crawling-peg, durante los próximos 12 meses. Al margen de ello, habrá que ver qué efecto tendrá el ajuste en tarifas de servicios públicos a partir de marzo de 2021, y con casi 2 años de congelamiento y una gran expansión monetaria. Por ultimo pero no menos relevante, será observar la dinámica salarial. Ver cómo se dará la puja en la post-pandemia y en un año electoral, donde los sindicatos intentarán recomponer el poder adquisitivo tras 2 años de recesión.

Por todo lo expuesto pero fundamentalmente por estas tres cuestiones, no es difícil pensar o creer que el piso inflacionario para 2021 es mucho más alto de lo que se plantea en el presupuesto. Presupuesto, según el cual,  la cotización del dólar oficial se ubica en $ 81,4 en Diciembre de 2020. Y para Diciembre de 2021 el dólar estaría, según el pronóstico oficial, en $ 102,4. Esta cotización sólo sería alcanzable con un derrumbe en las expectativas de devaluación y un incremento en la confianza. Según el REM del BCRA, la proyección de dólar oficial para Diciembre de 2021 es de $ 126,5.

Un crecimiento del PBI de 5,5% para el próximo año es un objetivo lógico y alcanzable, tras un 2020 donde, según las proyecciones, el PBI caerá un 10,9%. Es decir, la misma caída que tuvo en el año 2002 tras el estallido de la convertibilidad, solo para ponerlo en perspectiva. Siempre que pronosticamos un crecimiento, la pregunta obligada es con respecto a qué. Recordemos que en el abril de este año tuvimos la mayor caída de actividad económica (26,4%), caída que por otra parte supero a la de marzo de 2002 (salida de la convertibilidad). En yuxtaposición a ello, según las proyecciones del REM del BCRA, el crecimiento esperado para 2021 es de 4,8% (0,7 puntos por debajo de los números del presupuesto 2021). En otras palabras, el rebote de la economía sería más lento que lo proyectado en el presupuesto nacional y no se alcanzaría a recuperar ni si quiera la mitad de lo perdido este año.

Según el Informe de Condiciones Crediticias para Mercados Emergentes (ME) que publicó S&P Global Ratings, los países de la región “continúan mostrando una mejora gradual derivada de las favorables condiciones de financiamiento, la recuperación económica gradual y la probabilidad de que una vacuna Covid-19 esté disponible pronto”. La eliminación gradual de la tolerancia crediticia y el estímulo fiscal será clave en la región.

Si bien la región de América Latina, tendrá una recesión con una recuperación el próximo año, el caso de la Argentina es bien diferente. La contracción de este año sigue a varios años de recesión, lo que denotan un problema estructural y no pandémico en nuestro país. Tenemos la oportunidad histórica de no confundir una cosa con la otra y no mezclar peras con manzanas. Ojala no perdamos esa oportunidad para evolucionar como sociedad y como país en sí.