El impacto económico de una guerra nunca puede ser dimensionado a priori, antes de ver el desarrollo pleno de las hostilidades. Hoy desconocemos cuánto va a durar la invasión de Rusia a Ucrania, tanto como los resabios que el conflicto deje en todo el mundo una vez terminado. Aún así se puede ensayar una evaluación preliminar del impacto sobre el sistema económico global y nuestra economía en particular.

Las primeras proyecciones de daño consolidado sobre la producción estiman una afectación del 0,2% sobre el PBI global para este año, y del 0,7% sobre la economía rusa. Todo esto para un escenario de conflicto breve, no extendido en el tiempo. Con una escalada aún en fase creciente, este escenario parece pecar de optimista. El escenario de excepción afectará sin dudas el comercio de las economías en disputa, y en cierta medida al resto del mundo.

Nuestro país históricamente registra un bajo grado de intercambio con Rusia y Ucrania. Las exportaciones se ubicaron en la zona de los U$S 700 millones en el último año, mientras que el saldo de la balanza comercial fue prácticamente neutro en 2021, mientras que ascendió a poco más de U$S 400 millones en los mejores años. Claramente no se trata de países que muevan la aguja.

El primer efecto de la escalada bélica fue un aumento considerable en el precio de todos los commodities, que ya venían registrando una dinámica ascendente desde 2021, producto de las tensiones previas al conflicto, la mayor demanda por la reactivación post pandemia y el recorte de previsión de cosecha latinoamericana. La pregunta del millón es cómo darse una estrategia macro económica para blindar a nuestro país de los efectos del conflicto. Entre los puntos más críticos se tienen:

- Eventual impacto inflacionario

- Deterioro comercial y/o de reservas

- Menor crecimiento a corto plazo

- Afectación sobre los activos argentinos

En materia de precios el impacto se da a partir de la suba de los commodities. Como referencia, en este bimestre los contratos de soja se cerraron 43% por encima del año pasado. Similar aumento se registra en el resto de los granos, que son determinantes en la producción de los alimentos. Las herramientas con las que cuenta el Estado para generar un muro de contención son:

- La política arancelaria, adecuando los derechos de exportación.

- La política impositiva, aliviando carga impositiva sobre productos específicos.

- La política cambiaria, aumentando la segmentación del mercado de dólar.

- La administración del comercio, con el perfeccionamiento de fideicomisos para establecer subsidios cruzados.

Desde los criterios de posibilidad, el Gobierno tiene claras dificultades para tomar decisiones que afecten interesen. Claro está que todas las alternativas tienen contrariedades, pero el principal factor a preservar hoy debería ser evitar un salto inflacionario sobre niveles ya exorbitantes.

La respuesta ante el encarecimiento del gas difícilmente pueda funcionar en el corto plazo. La importación este año será elevada en los meses invernales, y el gasoducto desde Vaca Muerte recién será terminado en 2023. En cualquier caso, es difícil pensar que el saldo último en materia de dólares sea negativo. De mantenerse los precios actuales, el segmento agrícola debería más que compensar la fuerte suba en el GNL.

Párrafo aparte para la política fiscal. Con pocos grados de libertad, el Ejecutivo deberá hacer equilibrio entre mantener el ordenamiento macro y aliviar un eventual impacto en materia de actividad y empleo.

Un último aspecto tiene que ver con el cierre del programa con el FMI. Claramente la invasión de Rusia a Ucrania es un cisne negro. Un evento anómalo e inesperado, que en menor o mayor medida golpeará las economías de todo el mundo en función de sus condiciones preliminares. Argentina tiene una extrema debilidad por su crisis macro y de deuda, por lo tanto requiere un tratamiento diferenciado.

Estamos a tiempo de que la contingencia se incorpore en el acuerdo, flexibilizando las pautas macroeconómicas que nuestro país va a tener que validar los dos próximos años y medio, en la etapa de revisión. El FMI tiene como misión contribuir a estabilizar a las economías que transitan escenarios disruptivos, y vaya que una guerra sí lo es…